correspondencia con la alcaldia, pero he conservado la correspondencia con Geiger…

— ?Las actas del consejo de redaccion! — cayo en cuenta Andrei —. Las del mes pasado…

Presuroso, registro el cajon inferior del escritorio, saco la carpeta y se la tendio a Kensi que, encorvado, reviso varias hojas.

— Siii — dijo, sacudiendo la cabeza —. Me habia olvidado de esto… Precisamente, aqui esta la intervencion de Dupin… — Camino hacia el hogar y tiro la carpeta al fuego —. ?Remueva, remueva bien! — le ordeno, irritado, a la secretaria, que escuchaba a sus jefes con la boca entreabierta.

En la puerta aparecio el jefe del departamento de cartas de los lectores, sudado y muy ansioso. Llevaba en los brazos un monton de carpetas que sostenia por arriba con la mandibula.

— Aqui estan… — gruno, mientras dejaba caer los documentos junto al hogar —. Hay varias encuestas sociologicas, ni siquiera he querido revisarlas… Estan anotados los apellidos, las direcciones… Jefe, ?que le ha pasado?

— Hola Dennis — dijo Andrei —. Le agradezco que se haya quedado aqui.

— ?Tiene el ojo bien? — pregunto Dennis, secandose el sudor de la frente.

— Bien, bien — lo tranquilizo Izya —. No estais eliminando lo que hace falta — advirtio —. Nadie os va a tocar. Sois un diario liberal opositor, medio amarillo. Simplemente, dejareis de ser liberales y opositores.

— Izya — dijo Kensi —. Te lo advierto por ultima vez: deja de decir tonterias o tendre que echarte de aqui.

— ?No estoy diciendo tonterias! — repuso Izya con tristeza —. ?Dejame terminar! ?Debeis eliminar las cartas! Seguramente, habra personas inteligentes que os han escrito…

— ?De-demonios! — mascullo Kensi mirandolo con atencion y salio corriendo del despacho.

Dennis lo siguio, secandose el rostro y el cuello sobre la marcha.

— No entendeis nada — dijo Izya —. Todos sois unos cretinos, y solo estan en peligro las personas inteligentes.

— Tienes razon en eso de que somos unos cretinos — dijo Andrei.

— ?Aja! ?Te estas volviendo listo! — exclamo Izya, agitando la mano tullida —. No vale la pena. Es peligroso. ?Ahi es donde se encierra la tragedia! Ahora mucha gente se volvera lista, pero no lo suficiente. No tendran tiempo de comprender que en este preciso momento hay que hacerse el tonto.

Andrei miro a Selma. Selma miraba a Izya alelada. Y lo mismo hacia la secretaria, Izya estaba alli de pie, con sus botines carcelarios, sin afeitar, sucio, andrajoso, con la camisa por fuera de los pantalones, con la bragueta medio abierta por carecer de botones. Se erguia alli, con su invariable aspecto de siempre, sin cambiar nada, hablando e ilustrando a sus oyentes. Andrei se levanto de su asiento, camino hasta el hogar, se agacho junto a la secretaria, le quito el atizador y se puso a remover el papel, que ardia con desgana.

— Y por eso — seguia ilustrandolos Izya —, no se trata sencillamente de eliminar aquellos papeles en los que se meten con nuestro lider. Hay diferentes maneras de meterse con el lider. Hay que eliminar los papeles escritos por personas inteligentes.

— Oid, necesito ayuda — grito Kensi, metiendo la cabeza en el despacho —. Chicas, no os quedeis aqui sin hacer nada, seguidme…

La secretaria se puso en pie de un salto, se acomodo la faldita sobre la marcha y salio corriendo al pasillo. Selma quedo inmovil un segundo, como esperando que alguien la detuviera, pero al momento aplasto la colilla en el cenicero y tambien salio.

— Pero a vosotros, nadie os va a poner un dedo encima — seguia discurseando Izya, sin ver ni oir nada —. Os daran las gracias, os entregaran papel para que aumenteis la tirada, os subiran el salario y os ampliaran la plantilla… Y solo despues, en caso de que se os ocurra protestar, os agarraran por los calzones y os refrescaran la memoria, recordandoos a Dupin, a Filimonov y todas vuestras locuras de liberales opositores. Pero, ?que sentido tiene protestar ?Y no os pasara por la cabeza protestar, sino todo lo contrario!

— Izya — dijo Andrei, mirando al fuego —. ?Por que aquella vez no me dijiste que habia en la carpeta?

— ?Que? ?En que carpeta? Ah, en aquella… — Izya callo de repente, se acerco al hogar y se agacho junto a Andrei. Se mantuvieron en silencio durante varios minutos.

— En aquella ocasion fui un asno — dijo Andrei al rato —. Un gilipollas total. Pero no era un chismoso ni un charlatan. Debiste haberte dado cuenta de eso.

— En primer lugar, no fuiste un gilipollas — dijo Izya —. Peor que eso, estabas agilipollado. Era imposible hablar contigo de ser humano a ser humano. Lo se, durante cierto tiempo tambien me comporte asi… Ademas, ?que pintan los chismes en esto? Estaras de acuerdo conmigo en que los ciudadanos corrientes no deben enterarse de esas cosas. Porque, de lo contrario, todo podria derrumbarse…

— ?Que? — dijo Andrei, confuso —. ?A causa de tus cartas de amor?

— ?Que cartas de amor?

Durante unos instantes se miraron asombrados el uno al otro.

— Dios mio, claro — dijo Izya, haciendo su habitual mueca —. ?Como no se me habia ocurrido que el te contaria todo eso? ?Que necesidad tenia de contartelo? El es nuestro lider, un aguila. Quien sea dueno de la informacion sera dueno del mundo, ?eso lo aprendio muy bien de mi! — No entiendo nada — mascullo Andrei, casi con desesperacion. Presentia que en ese momento conoceria algo muy vil de toda aquella historia, ya de por si bastante canallesca —. ?De que hablas? ?De quien? ?De Geiger?

— Geiger, Geiger — asintio Izya —. Nuestro gran Fritz. ?Asi que lo que yo llevaba en la carpeta eran mis cartas de amor? ?O quiza fotos comprometedoras? La viuda celosa y el mujeriego de Katzman… Si, yo les firme un acta donde decia eso. — Izya se levanto con cierta dificultad y se dedico a pasearse por el despacho, frotandose las manos y soltando su risita.

— Si — dijo Andrei —. Eso fue lo que me conto. La viuda celosa. Entonces, ?todo era mentira?

— Por supuesto, ?que pensaste?

— Lo crei — dijo Andrei, sin extenderse. Hizo chirriar los dientes y removio con ferocidad el fuego en el hogar —. ?Y que fue lo que ocurrio de veras?

Izya callaba. Andrei miro lentamente a su alrededor. Izya estaba de pie, frotandose lentamente las manos, mirandolo con ojos vidriosos y una sonrisa congelada en la cara.

— Resulta interesante — mascullo, inseguro —. ?Sera que se le ha olvidado? Bueno, no exactamente olvidado… — De repente, camino hasta Andrei y se agacho a su lado —. Oye, no pienso decirte nada, ?entiendes? Y si te lo preguntan, debes responder eso mismo: no dijo nada, lo nego todo. Dijo solamente que el caso tenia relacion con un gran secreto del Experimento, dijo que era peligroso conocer ese secreto. Ademas mostro varios sobres lacrados y dijo, guinando un ojo, que entregaria esos sobres a personas de confianza y que serian abiertos en caso de que lo detuvieran repentinamente o de su muerte prematura, ?entiendes? Que no dijo el nombre de esas personas de confianza. Si te lo preguntan, eso es lo que vas a decir.

— Esta bien — dijo Andrei lentamente, mirando al fuego.

— Eso sera lo correcto — mascullo Izya, mirando tambien las llamas —. Pero si te torturan… Rumer es un esbirro miserable… — se estremecio —. Pero es posible que nadie te pregunte nada. No se. Habria que meditar un poco todo esto. Es dificil idear algo asi, de repente.

Callo. Andrei seguia removiendo el monton de papeles que ardian entre llamas rojizas que saltaban de un lado a otro. Izya, momentos despues, continuo tirando papeles al hogar.

— No tires las carpetas, solo los papeles — dijo Andrei —. Fijate, el carton arde mal. ?Y no temes que encuentren la carpeta?

— ?Y que deberia temer? — dijo Izya —. Que tema Geiger. Si no la encontraron enseguida, ahora no podran encontrarla. La tire en una alcantarilla, y despues me pregunte muchas veces si habria caido dentro o fuera… ?Por que te pegaron? En mi opinion, tienes unas excelentes relaciones con Fritz.

— No fue Fritz — dijo Andrei, reticente —. Simplemente, tuve mala suerte.

Kensi volvio de repente, acompanado por las chicas. Sobre el impermeable, que llevaban agarrado por las puntas, traian un monton de cartas. Tras ellos venia Dennis, que todavia se secaba el sudor.

— Creo que esto es todo — dijo —. ?O se les ha ocurrido algo mas?

— ?Apartaos! — exigio Kensi.

Bajaron el impermeable junto al hogar y todos se pusieron a tirar las cartas al fuego. El hogar comenzo a zumbar. Izya metio la mano sana en el monton de papeles, escritos con tinta de diferentes colores, saco una carta y, con su mueca habitual, comenzo a leerla con ansiedad.

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