Alex volvio a cerrar las cortinas y miro por la habitacion. ?Que podria haber visto Iris Tremayne?, se pregunto asombrada. ?Era una solitaria chiflada, o…? Encendio un cigarrillo y aspiro una profunda chupada; noto un olor poco comun, como de goma quemada. Recordo que Fabian odiaba que su madre fumara y ella siempre trato de evitarlo en su presencia; repentinamente penso que lo estaba enganando, tomo otra chupada, casi a escondidas, y arrojo el humo. El extrano olor le hizo arrugar la nariz.
Se dirigio a la cocina tratando de ignorar el ruido de arriba. Solo otro truco de su mente, se dijo, pero aun podia ver la expresion del rostro de Tremayne, su mirada asustada dirigida al piso superior. Posiblemente fue solo el radiador. Abrio la puerta del congelador y busco entre los paquetes congelados, preguntandose que debia guisar para Philip; despues cerro la puerta de nuevo, inquieta, intranquila. Miro su reloj: las siete. Podia llegar de un momento a otro. Que decidiera el, penso, y ella pondria el plato congelado en el microondas.
Alzo los ojos al techo y escucho. Todo estaba tranquilo. ?Que diantres habia querido decir aquella maldita mujer? Cruzo el pasillo y subio la escalera; se detuvo en el descansillo y escucho con atencion. De improviso se sintio nerviosa, incomoda y por un momento deseo no estar sola. En la distancia oyo la sirena de una ambulancia. Abrio la puerta de su dormitorio y encendio la luz. Todo era normal. Despues inspecciono el cuarto de bano; tampoco alli habia nada extrano. Subio el ultimo tramo de escalones y se quedo de pie, junto a la puerta del cuarto de Fabian, y escucho de nuevo. Abrio la puerta, encendio la luz y sintio que la sangre abandonaba sus venas. El baul estaba en el suelo, caido sobre un lado y su contenido esparcido a su alrededor.
Se sintio vacilar y tuvo que buscar apoyo en la pared para no caerse; la pared parecio resbalar y Alex dio un traspie y tuvo que sujetarse al brazo del sillon de su hijo. Cerro los ojos, respiro profundamente; volvio a abrir los ojos y de nuevo miro a su alrededor asombrada, seguidamente salio del dormitorio de Fabian, cruzo el pasillo y entro en su cuarto de bano. ?Habia estado alguien en la casa? No, era imposible; las ventanas estaban todas cerradas por dentro, seguras. ?Era posible que el baul se hubiese caido por si solo? ?Lo habia dejado mal colocado, demasiado cerca del filo de la cama? No, no era posible. Entonces ?que…? ?Como era posible que se hubiera caido? ?Como…?
Volvio al dormitorio de su hijo y contemplo el desorden de sus pertenencias en el suelo: ropas, libros, su diario, su viejo sombrero de paja. Despues alzo los ojos para mirar su retrato. ?Como…?
Sono el timbre. Apago la luz, cerro la puerta y bajo la escalera.
– ?Sientate! -Oyo la voz seguida de un furioso ladrido-. ?Sientate!
Temblando, abrio la puerta y vio a Philip Main frente a ella, con su desgastada chaqueta de pana, con una arrugada bolsa de papel debajo del brazo y sosteniendo con la otra mano, no sin dificultades, la correa del perro.
– ?
Le ofrecio la bolsa de compras.
– Blanco y tinto. Como no sabia que me ibas a dar para cenar, he traido una botella de cada.
– Gracias. -Tomo la bolsa.
Main se sintio fisicamente impulsado hacia atras.
– ?
El perro dejo escapar un grunido profundo, como el rugido de una poderosa motocicleta.
– Vamos, entra.
Main tiro de la correa y
– Parece que… no se siente a gusto. Quizas hoy no ha paseado lo suficiente.
El perro se resistia a entrar y clavaba las patas en el cemento del escalon de entrada, y cuando Main tiro de el solo consiguio arrastrarlo unos centimetros, a la fuerza.
– ?
– ?Bien, chico! -aprobo Main acariciandolo, pero el animal lo ignoro por completo y se quedo mirando el suelo con aire de desconfianza. Main le quito la correa-. A veces tienen caprichos extranos.
– Debe de ser dificil tener un perro en Londres.
– A veces. -Enrollo la correa y se la metio en el bolsillo-. Nosotros por lo visto nos arreglamos.
Entraron en el salon.
– ?Que quieres beber? -le pregunto Alex.
– Tienes un aspecto terrible.
– ?Hombre…! ?Muchas gracias!
– Palida. ?Estas blanca como el papel!
– ?Whisky escoces?
– Supongo que no tienes Paddy.
– ?Paddy?
– Whisky irlandes.
Ella nego con la cabeza.
– No, lo siento. -Alex tuvo consciencia de su mirada y se sintio incomoda-. Quizas estoy algo cansada.
Philip se sento y saco del bolsillo de su vieja chaqueta un arrugado paquete de cigarrillos.
Alex le ofrecio su bebida.
– Realmente he tenido un dia muy agitado. ?Como fue el tuyo?
– Muy bien. -Se echo adelante y olio su whisky.
– ?Haces progresos? ?Tendre pronto un libro tuyo?
– He adelantado un poco, solo un poco. -Olio de nuevo su vaso.
– No me ganaria la vida si todos mis clientes fueran como tu. Han pasado tres anos y todavia no se de que trata tu libro.
– El ultimo que escribi estuvo bastante bien, muchacha.
Alex sonrio. En efecto, el libro anterior de Philip Main se habia publicado en quince paises y fue traducido a doce idiomas. En todos ellos continuo siendo tan incomprensible como en el original.
– ?Podre entender el nuevo?
– El mundo entero podra entenderlo, chica. Lo que pasa es que no quieren hacerlo.
Encendio una cerilla y la llevo a la colilla de su cigarrillo.
– Estas completamente decidido, ?no?
– ?Decidido?
– A demostrar que Dios no existe.
Sacudio la cerilla.
– Supersticion y estupidez, muchacha, hay demasiada supersticion en el mundo.
– ?Estas seguro de que no se trata de una venganza?
– ?Una venganza?
– Contra tu padre. Era sacerdote, ?no?
Philip sacudio la cabeza en medio de una nube de humo, despues bajo los ojos y miro con tristeza la alfombra.
– Perdio la fe, se dio cuenta de que habia estado equivocado, que no supo ser un autentico vicario. Y dejo de serlo.
– ?En que se convirtio?
– En un medium.
Alex lo miro.
– Nunca me lo dijiste.
– Bien, hay cosas de las que a uno no le gusta hablar.
Alex se encogio de hombros.
– ?Por que no? ?Importa algo? ?Te involucro en ello?
– ?Dios mio, claro que si! En todo momento.
Ella lo miro, sentado alli, su figura alta encogida temerosamente, con el vaso torpemente sujeto con las dos manos, como un anciano. Se sintio incomoda junto a el, con todos sus misterios, sus respuestas y sus conocimientos.