III
…Esto no quita que la concha fuera sobre todo concha, con su forma particular que no podia ser diferente porque era exactamente la forma que yo le habia dado, es decir, la unica que yo sabia y queria darle. Al tener la concha una forma, tambien la forma del mundo habia cambiado, en el sentido de que ahora comprendia la forma del mundo tal como era sin la concha mas la forma de la concha.
Y esto tenia grandes consecuencias: porque las vibraciones ondulatorias de la luz, al golpear los cuerpos, les extraen particulares efectos, el color sobre todo, es decir, aquella materia que usaba para hacer las rayas y que vibraba de otra manera que el resto, pero tambien el hecho de que un volumen traba una relacion especial de volumenes con los otros volumenes, todos fenomenos de los cuales yo no podia darme cuenta y que sin embargo existian.
La concha tambien estaba en condiciones de producir imagenes visuales de conchas, que son cosas muy similares -a juzgar por lo que se sabe- a la concha misma, solo que mientras la concha esta aqui ellas se forman en otra parte, posiblemente en una retina. Una imagen presuponia, pues, una retina, la cual a su vez presupone un sistema complicado que remata en un encefalo. Es decir, yo al producir la concha producia tambien la imagen -y no una, sino muchisimas, porque con una concha sola se pueden hacer todas las imagenes de concha que se quiera-, pero solo imagenes potenciales porque para formar una imagen se precisa todo lo necesario, como decia antes: un encefalo con sus respectivos ganglios opticos, y un nervio optico que lleve las vibraciones de afuera hasta adentro, cuyo nervio optico en la otra punta termina en algo hecho a proposito para ver lo que hay afuera, que seria el ojo. Ahora es ridiculo pensar que teniendo el encefalo uno mande un nervio como si fuera un sedal lanzado a la oscuridad y mientras no le despuntan los ojos no pueda saber si afuera hay algo que ver o no. Yo de este material no tenia nada; por lo tanto, era el menos autorizado para hablar de el; pero me habia hecho una idea personal, esto es, que lo importante era constituir imagenes visuales y despues los ojos vendrian como consecuencia. Por lo tanto, me concentraba para hacer de manera que lo que de mi estaba afuera (y tambien lo que de mi en el interior condicionaba lo exterior) pudiera dar lugar a una imagen, es mas, a la que posteriormente se hubiera considerado una bella imagen (comparandola con otras imagenes definidas menos bellas, feuchas, o feas de dar miedo).
Un cuerpo que consigue emitir o reflejar vibraciones luminosas en un orden distinto y reconocible -pensaba yo-, ?que hace con esas vibraciones? ?Se las mete en el bolsillo? No, las descarga en el primero que pasa cerca. ?Y como se comportara este frente a vibraciones que no puede utilizar y que tomadas asi quizas fastidian un poco? ?Escondera la cabeza en un agujero? No, las proyectara en aquella direccion hasta que el punto mas expuesto a las vibraciones opticas se sensibilice y desarrolle el dispositivo para disfrutar de ellas en forma de imagenes. En una palabra, el enlace ojo-encefalo yo lo pensaba como un tunel excavado desde afuera, por la fuerza de lo que estaba listo para convertirse en imagen, mas que desde adentro, o sea desde la intencion de captar una imagen cualquiera.
Y no me equivocaba: todavia hoy estoy seguro de que el esquema -en sus grandes lineas- era justo. Pero mi error estaba en pensar que la vista nos vendria a nosotros, es decir, a ella y a mi. Elaboraba una imagen de mi armoniosa y coloreada para poder entrar en la receptividad visual de ella, ocupar su centro, establecerme alli, para que ella pudiera disfrutar de mi continuamente, con el sueno y con el recuerdo y con la idea, ademas de con la vista. Y yo sentia que al mismo tiempo ella irradiaba una imagen de si misma tan perfecta que se impondria a mis sentidos brumosos y lentos, desarrollando en mi un campo visual interno donde definitivamente fulguraria.
Asi nuestros esfuerzos nos llevaban a convertirnos en esos perfectos objetos de un sentido que no se sabia bien aun que era y que despues llego a ser perfecto justamente en funcion de la perfeccion de su objeto que eramos justamente nosotros. Digo la vista, digo los ojos; una sola cosa no habia previsto: los ojos que finalmente se abrieron para vernos eran, no nuestros, sino de otros.
Seres informes, incoloros, sacos de visceras puestas como cayeran, poblaban el ambiente que nos rodeaba, sin tener la mas minima idea de lo que harian de si mismos, de como expresarse y representarse en una forma estable y acabada y tal que enriqueciera las posibilidades visuales del que la viese. Van, vienen, se hunden un poco, emergen un poco en aquel espacio entre aire y agua y escollo, giran distraidos, dan vuelta; y, entretanto, nosotros yo y ella y todos los que nos empenabamos en expresar una forma de nosotros mismos, estamos alli atareados en nuestra oscura faena. Por merito nuestro, aquel espacio mal diferenciado se convierte en un campo visual, ?y quien aprovecha? Los intrusos, los que nunca habian pensado en la posibilidad de la vista (porque, como eran feos, nada hubieran ganado viendose entre ellos), los que habian sido mas sordos a la vocacion de la forma. Mientras nosotros agobiados cargabamos con el trabajo pesado, es decir, hacer que hubiera algo que ver, ellos bien calladitos se