Despues reunio a los periodistas, helados y expectantes, en un semicirculo en la carretera.

– Os hare un breve resumen -comenzo-. Podeis hacer preguntas, pero por el momento no obtendreis ninguna respuesta. Sin embargo, se celebrara una conferencia de prensa esta misma tarde, en la ciudad. En principio, sera a las seis. Lo unico que puedo deciros es que en esta localidad se han cometido unos crimenes horribles. Y, por ahora, esa es toda la informacion de que podeis disponer.

Una joven pecosa alzo la mano.

– Algo mas podras decirnos, ?no? Eso ya lo hemos comprendido cuando habeis acordonado todo el pueblo.

Vivi Sundberg no la reconocia, pero llevaba en la cazadora el nombre de un importante periodico nacional.

– Por mas que insistais, debido a la investigacion tecnica no puedo decir nada mas por ahora.

Uno de los periodistas de una cadena de television le planto un microfono en la cara. A el si lo habia visto antes en infinidad de ocasiones.

– ?Podrias repetir lo que acabas de decir?

Ella hizo lo que le pedia pero, cuando el periodista se disponia a formular la siguiente pregunta, Vivi se dio media vuelta y se marcho. No se detuvo hasta que llego a la ultima tienda que habian montado. Sintio unas nauseas terribles. Se retiro unos metros, respiro hondo varias veces y, cuando se le pasaron, volvio.

En una ocasion, durante uno de los primeros anos como policia, se desmayo cuando ella y un colega llegaron a una casa en la que encontraron a un hombre que se habia ahorcado. Preferiria que no volviese a ocurrir.

La mujer que estaba acuclillada junto a los restos de la pierna alzo la vista cuando ella entro en la tienda. Alli dentro hacia mucho calor a causa del gran foco con que se iluminaban. Vivi Sundberg asintio a modo de saludo y se presento. Valentina Miir hablaba sueco con un fuerte acento y tendria unos cuarenta anos.

– ?Que puedes adelantar?

– Que no he visto nunca algo parecido -repuso Valentina-. Uno puede encontrarse con miembros seccionados o incluso arrancados, pero esto…

– Dime, ?ha roido alguien ese hueso?

– Lo mas verosimil es, por supuesto, que haya sido un animal. Sin embargo, aqui hay unas marcas que me inquietan un poco.

– ?Por que?

– Porque los animales roen los huesos de un modo muy especial. Casi puedes ver de que animal se trata. Yo sospecho que en este caso ha sido un lobo. Ademas, hay otro detalle que deberias ver.

Estiro el brazo para alcanzar una bolsa de plastico transparente que contenia una bota de piel.

– Podemos suponer que la llevaba en el pie -explico la forense-. Claro que un animal pudo habersela arrancado para acceder al pie, pero lo que me preocupa es que los cordones no estaban anudados.

Vivi Sundberg recordo que en la otra bota que llevaba el hombre los cordones si estaban atados.

Y repaso mentalmente la lista de nombres y donde vivia cada uno. Si era correcta, aquella podia ser la pierna arrancada o seccionada de Lars Andren.

– ?Puedes adelantarme algo mas?

– Es demasiado pronto.

– Quiero que vengas conmigo. Ni que decir tiene que no pienso inmiscuirme en como organizas tu trabajo, pero necesito tu ayuda.

Salieron de la tienda y se encaminaron a la casa donde yacia el cadaver del nino desconocido, junto con las otras dos personas que, probablemente, eran Hans-Evert y Elsa Andersson. Un penetrante silencio reinaba alli dentro.

El nino estaba tendido boca abajo en su cama. Era una habitacion pequena con el techo abuhardillado. Vivi Sundberg se mordio los labios para no echarse a llorar. La vida de aquel nino, que apenas habia comenzado, termino entre dos suspiros.

Ambas guardaban silencio.

– No me explico como alguien puede cometer una agresion tan atroz contra un nino -aseguro al fin Valentina.

– Precisamente porque no lo comprendemos tenemos que esforzarnos por aclarar todo este asunto, para entender que ocurrio de verdad.

La forense no dijo nada. Al mismo tiempo, una idea aun imprecisa comenzo a forjarse en la conciencia de Vivi Sundberg. En un primer momento, ella misma no supo decir en que consistia. «Una pauta», se dijo. «Algo roto.» De pronto, cayo en la cuenta de lo que habia captado su atencion.

– ?Puedes contar cuantas cuchilladas le dieron?

La forense se inclino e ilumino el cadaver con la lampara de la mesita. Le llevo varios minutos examinarlo, hasta que respondio.

– Parece que solo le dieron una, pero fue mortal.

– ?Algo mas?

– No creo que fuese consciente de nada. El corte le secciono la columna.

– ?Has visto ya los demas cadaveres?

– Si, bueno, lo que he hecho ha sido constatar que estan muertos. No quisiera empezar en serio hasta que lleguen mis colegas.

– ?Podrias decirme si alguna de las otras victimas murio tambien de una sola cuchillada?

Al principio Valentina Miir reacciono como si no hubiese comprendido la pregunta. De todos modos, reviso mentalmente lo que habia visto, antes de contestar:

– Pues, a decir verdad, no -dijo al fin-. Si no me equivoco, todos los demas cadaveres presentaban numerosas cuchilladas.

– ?Que no fueron necesariamente mortales?

– Es muy pronto para asegurarlo, pero probablemente tengas razon.

– Bien, gracias.

La forense se marcho. Cuando Vivi Sundberg se quedo sola, reviso el dormitorio y la ropa del nino para ver si encontraba algo que pudiese revelarle su nombre. No encontro nada, ni siquiera un bonobus. Bajo las escaleras y salio al jardin. Puesto que queria estar a solas, se dirigio a la parte posterior de la casa, que daba a la superficie congelada del lago. Intentaba aclararse a si misma que era lo que habia descubierto en realidad. El nino habia muerto de una sola cuchillada, los demas habian sufrido una violencia mas sistematica. ?Que podia significar aquello? Solo se le ocurria una explicacion plausible, que, al mismo tiempo, era aterradora. Quien mato al nino no queria que el pequeno sufriera, mientras que los demas se vieron sometidos a un ensanamiento que mas bien se asemejaba a una prolongada tortura.

Se quedo mirando las brumosas cimas de las montanas que se alzaban al otro lado del lago. «Queria torturarlos», constato para si. «El que sostenia la espada o el cuchillo queria que fuesen conscientes de que iban a morir.

»?Por que?» Vivi Sundberg no hallaba respuesta. El atronador sonido de un motor que se acercaba la hizo volver a la parte delantera de la casa. El helicoptero descendia despacio sobre las lomas del bosque y fue a aterrizar en un cercado, entre una nube de nieve. Tobias Ludwig bajo del helicoptero, que volvio a despegar enseguida y a retomar el vuelo rumbo sur.

Vivi Sundberg salio a su encuentro. Tobias Ludwig llevaba zapatos de vestir y se le acerco caminando con dificultad, los pies hundidos en la nieve. Asi, de lejos, penso que parecia un insecto aturdido y atascado en la nieve, aleteando para liberarse.

Se encontraron en la carretera. Ludwig se sacudio la nieve de la ropa.

– Llevo un rato intentando comprender lo que me contabas -confeso.

– En esas casas hay un monton de muertos. Queria que los vieras con tus propios ojos. Sten Robertsson esta aqui. He solicitado todos los recursos que he podido, pero ahora te toca a ti asumir la responsabilidad de que nos proporcionen la ayuda que necesitamos.

– Sigo sin entender nada. ?Dices que hay muchos muertos? ?Y solo viejos?

– Bueno, tambien hay un nino que se sale de la pauta. Es joven. Pero tambien esta muerto.

Vivi recorrio las casas una a una por cuarta vez aquella misma manana. Tobias Ludwig iba a su lado, lanzando gemidos de horror. Terminaron el periplo en la tienda donde estaban los restos de la pierna. La forense habia desaparecido. Tobias Ludwig meneaba la cabeza, se sentia impotente.

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