Henning Mankell

El chino

Traduccion del sueco de Carmen Montes

Titulo original: Kinesen

Primera parte La calma (2006)

Yo, Birgitta Roslin,

juro y declaro por mi honor y conciencia mi deseo e intencion de hacer justicia fielmente en todo tiempo conforme a mi mejor criterio y conciencia, tanto para el pobre como para el rico, y juzgar segun la legislacion y normativas de Suecia; que nunca tergiversare la ley ni favorecere injustamente por parentesco directo o indirecto, por amistad, por envidia, por mala voluntad o por temor, ni aceptare sobornos, regalos ni otras prebendas, cualquiera que sea la causa que juzgue; asimismo, tampoco imputare a aquel que no es imputable ni declarare inocente al que no lo es. Juro igualmente que, ni antes ni despues de la sentencia, revelare a los implicados en una causa los terminos de los consejos que el tribunal celebre a puerta cerrada. Todo esto lo mantengo y lo mantendre como juez justo y honesto.

Rattegangsbalken 4 kap. 11§

(Codigo de Derecho Procesal, capitulo 4, parrafo 11)

Juramento del cargo de juez

El epitafio

1

Skare, frio intenso. Mediados de invierno.

Uno de los primeros dias de enero de 2006, un lobo solitario cruza la frontera sin senalizar y llega a Suecia desde Noruega a traves de Vauldalen. El conductor de un ciclomotor cree haberlo avistado a las afueras de Fjallnas, pero el lobo se esfuma por entre los bosques en direccion este sin que nadie logre ver hacia donde se dirige. En medio de los valles noruegos de Osterdalarna, el animal encontro restos de un cadaver de alce congelado donde aun quedaban huesos por apurar. Sin embargo, de eso hacia mas de dos dias. Ahora empieza a acusar el hambre de nuevo y busca alimento.

Es un macho joven en busca de un territorio propio. Y continua avanzando incansable hacia el este. Cerca de Navjarna, al norte de Linsell, el lobo encuentra otro cadaver de alce. Durante un dia entero permanece junto a el hasta saciar su hambre antes de proseguir. Siempre hacia el este. En las inmediaciones de Karbole atraviesa a la carrera la helada superficie del Ljusnan y sigue el rio en su accidentado discurrir hacia el mar. Una noche de luna clara, se mueve sobre sus mudas patas por el puente de Jarvso para adentrarse despues en los espesos bosques que se extienden hacia el mar.

La manana del 13 de enero, muy temprano, el lobo llega a Hesjovallen, un pequeno pueblo al sur de Hansesjon, en la region de Halsingland. Se detiene y olfatea. Percibe un olor a sangre de origen indeterminado. El lobo otea a su alrededor. En las casas vive gente, pero de las chimeneas no sale humo. Ni su aguzado oido siente sonido alguno.

Sin embargo, ahi se percibe el olor a sangre, el lobo esta seguro de ello. Aguarda en el lindero del bosque, intenta olfatear de donde procede. Despues comienza a correr despacio por la nieve. El olor llega arrastrandose desde una de las casas que se alza en los confines del pueblecito. Esta alerta, en las proximidades del hombre hay que ser tan cauto como paciente. Se detiene de nuevo. El olor procede de la parte posterior de la casa. El lobo aguarda. Finalmente se pone en movimiento otra vez hasta que llega a su objetivo, un nuevo cadaver. Arrastra la pesada presa hasta el extremo del bosque. Nadie lo ha descubierto todavia, ni siquiera se ha oido el ladrido de ningun perro. El silencio llena cada rincon de aquella fria manana.

En el lindero del bosque empieza a comer. Puesto que la carne aun no esta congelada, le resulta facil. Esta muy hambriento. Despues de haber arrancado uno de los zapatos de piel, comienza a roer la parte inferior de la pierna, justo por encima del pie.

Ha nevado durante la noche, hasta que se produjo una tregua. Mientras el lobo come empiezan a caer de nuevo leves copos de nieve sobre la tierra helada.

2

Cuando Karsten Hoglin se desperto, recordaba que habia sonado con una imagen. Yacia inmovil en la cama y noto como regresaba a su mente, como si el negativo del sueno le enviase una copia a su conciencia. Y reconocio la imagen. Era en blanco y negro y representaba a un hombre sentado en una vieja cama de hierro, con una escopeta de caza colgada en la pared y un orinal a sus pies. La primera vez que la vio, capto su atencion la melancolica sonrisa de aquel hombre ya mayor. Habia en el cierto retraimiento, cierta reserva. Mucho despues, Karsten tuvo ocasion de conocer la historia de esa instantanea. Unos anos antes de que se tomase la fotografia, el hombre le habia disparado accidentalmente a su hijo durante una caceria de aves marinas, el hijo habia muerto y, desde aquel dia, la escopeta siempre estuvo alli colgada y el hombre se fue volviendo cada vez mas hurano.

Karsten Hoglin penso que, de los miles de fotos y negativos que habia visto en su vida, aquella no la olvidaria jamas. De hecho, le habria gustado ser el fotografo que la hizo.

El reloj de la mesilla de noche indicaba las siete y media. En condiciones normales, Karsten Hoglin se levantaba muy temprano; pero aquella noche habia dormido mal, la cama y el colchon eran bastante incomodos. Habia decidido protestar antes de marcharse, cuando llegase el momento de pagar la cuenta del hotel.

Era el noveno y ultimo dia de su viaje. Financiado por una beca que le ofrecio la oportunidad de documentar pueblos desiertos y pequenas aldeas en trance de quedar deshabitadas. Ahora se encontraba en Hudiksvall y solo le faltaba un pueblo por fotografiar. Habia elegido precisamente ese pueblo porque un anciano que vivia en el y que habia leido algo acerca de su trabajo le escribio una carta en la que le hablaba de aquel lugar. Karsten Hoglin quedo impresionado por la misiva y decidio concluir alli su viaje fotografico.

Se levanto y descorrio las cortinas. Habia nevado durante la noche. El cielo todavia estaba gris, aun no se divisaba el sol en el horizonte.

Una mujer embutida en ropa de abrigo paso calle abajo en bicicleta. Karsten la siguio con la mirada mientras se preguntaba a que temperatura estarian. A cinco grados bajo cero, quiza siete. No mucho menos.

Se vistio y bajo a la recepcion en el lento ascensor. Habia estacionado el coche en el patio del hotel. Alli estaba seguro. Sin embargo, se habia llevado las camaras junto con las fundas a la habitacion, como hacia siempre. Su peor pesadilla consistia en meterse en el coche y comprobar que las camaras habian desaparecido.

La recepcionista era una mujer joven, casi una adolescente. Se percato de que iba mal maquillada y desestimo presentar una reclamacion por la cama. Despues de todo, jamas volveria a ese hotel.

Вы читаете El chino
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×