funda blanca. El anciano estaba desnudo y tenia toda la espalda llena de sangre.

Karsten Hoglin salio de la casa a toda velocidad. Solo deseaba alejarse de alli. Mientras corria se le cayo la camara, pero no se molesto en detenerse a recuperarla. Empezo a sentir el temor creciente de que un ser al que no podia ver le daria un hachazo en la espalda en cualquier momento. Ya en el coche, se marcho de alli.

No se detuvo hasta que llego a la carretera principal, donde, con las manos temblorosas, volvio a marcar el numero de emergencias. En el preciso momento en que se llevo el auricular a la oreja sintio un intenso dolor en el pecho. Era como si alguien le hubiese dado alcance, pese a todo, y le estuviese clavando un cuchillo.

Una voz le contesto al telefono, pero el no pudo articular palabra. El dolor era tan terrible que no logro emitir mas que un silbido.

– No le oigo -le advirtio una voz de mujer.

Hoglin volvio a intentarlo, pero apenas consiguio decir algo mas que la primera vez. Estaba muriendose.

– ?Podria hablar mas alto? -insistio la mujer-. No entiendo lo que me dice.

Con un esfuerzo sobrehumano, logro pronunciar unas palabras.

– Me muero -declaro con voz bronca-. Dios mio, me muero. Ayudenme.

– ?Donde se encuentra?

Pero la mujer no obtuvo ya mas respuestas. Karsten Hoglin iba camino de las tinieblas. En un convulso intento por liberarse de aquel terrible dolor, como si estuviera ahogandose e intentase inutilmente alcanzar la superficie, piso el acelerador. El coche salio disparado e invadio el carril contrario. El pequeno camion cargado de muebles de oficina que iba camino de Hudiksvall no consiguio frenar a tiempo y se produjo el choque. El conductor salio del camion para ver como estaba el hombre del turismo con el que habia colisionado. Lo hallo inclinado sobre el volante.

– ?Se encuentra bien? -pregunto el hombre.

– El pueblo -susurro Karsten Hoglin-. Hesjovallen.

Y eso fue cuanto dijo. Cuando la policia y la ambulancia acudieron al lugar, Karsten Hoglin ya habia fallecido por un infarto masivo.

Al principio no se sabia con exactitud lo que habia sucedido y, desde luego, nadie podia imaginarse lo que constituyo la verdadera causa del repentino ataque sufrido por el hombre que conducia aquel Volvo de color azul oscuro. Despues, cuando ya se habian llevado el cadaver de Karsten Hoglin y la grua transportaba el camion con los muebles de oficina, que era el vehiculo mas danado, uno de los policias se tomo la molestia de escuchar lo que el conductor bosnio intentaba comunicarles. El policia se llamaba Erik Hudden y no le gustaba lo mas minimo entablar conversacion sin necesidad con personas que no hablaban bien el sueco. Parecia que sus testimonios perdiesen importancia, puesto que su capacidad de expresion era insuficiente. Claro que empezo por hacerle la prueba del alcohol, por si acaso, pero el conductor estaba sobrio, el indicador dio verde y su permiso de conducir parecia en orden.

– Intentaba decirme algo -aseguraba el conductor.

– ?Como? -pregunto Erik Hudden reacio.

– Si, decia algo sobre Hero. ?Un lugar, quiza?

Erik Hudden, que era de la zona, nego impaciente con la cabeza.

– Por aqui no hay nada que se llame Hero.

– Tal vez no lo oi bien… Creo que era algo con ese, como Hersjo, tal vez.

– ?Hesjovallen?

El conductor asintio.

– Si, eso mismo.

– ?Y que queria decir?

– No lo se. Murio.

Erik Hudden se guardo el bloc de notas. No habia anotado lo que le dijo el conductor. Media hora despues, cuando se marcharon las gruas con los vehiculos accidentados y otro coche de policia recogio al conductor bosnio para seguir interrogandolo en la comisaria, Erik Hudden se sento en el coche con la intencion de volver a Hudiksvall. Lo acompanaba su colega Leif Ytterstrom, que era quien conducia.

– Vamos a pasar por Hesjovallen -le dijo de pronto Erik.

– ?Por que? ?Algun aviso?

– No, solo quiero comprobar una cosa.

Erik Hudden era el mayor de los dos. Tenia fama de retraido y tozudo. Leif Ytterstrom giro para tomar la carretera hacia Sorforsa. Cuando llegaron a Hesjovallen, Erik Hudden le pidio que cruzara el pueblo despacio. Aun no le habia explicado al colega por que habian dado aquel rodeo.

– Parece desierto -comento Leif Ytterstrom mientras dejaban atras casa tras casa.

– Vuelve en la otra direccion, igual de despacio.

Al cabo de un momento, le dijo a Leif Ytterstrom que se detuviese. Algo habia llamado su atencion. En efecto, diviso algo entre la nieve junto a una de las casas. Salio del coche y se acerco. De repente, se detuvo sobresaltado y saco el arma. Leif Ytterstrom bajo al instante del coche y lo imito.

– ?Que pasa?

Erik Hudden no respondio. Empezo a acercarse con sumo cuidado, hasta que se detuvo y se inclino, como si le hubiese dado una punzada de dolor en el pecho. Cuando volvio al coche, estaba palido.

– Alli hay un hombre muerto -explico-. Esta destrozado. Le falta algo.

– ?Que quieres decir?

– Le falta una pierna.

Ambos guardaron silencio mirandose fijamente. Despues, Erik Hudden se sento en el coche y pidio por radio que lo pusieran con Vivi Sundberg, pues sabia que hoy estaba de servicio.

– Soy Erik, estoy en Hesjovallen.

Casi podia oirla pensar, pues habia infinidad de lugares en la zona cuyos toponimos se parecian muchisimo.

– ?Al sur de Sorforsa?

– Mas bien al oeste. Pero quiza soy yo el que se equivoca.

– ?Que ha pasado?

– No lo se, pero he encontrado en la nieve el cadaver de un hombre al que le falta una pierna.

– Repitelo.

– Un hombre muerto. En la nieve. Parece que lo hayan matado a hachazos. Y le falta una pierna.

Vivi Sundberg y Erik Hudden se conocian bien. Ella sabia que, por increible que sonase lo que estaba contando, el nunca exageraba.

– Vamos para alla -aseguro Vivi.

– Llama a los tecnicos de Gavle.

– ?Quien esta contigo?

– Ytterstrom.

Vivi reflexiono un instante.

– ?Se te ocurre alguna explicacion logica de lo que haya podido suceder?

– Jamas en mi vida he visto algo parecido.

Erik sabia que ella lo comprenderia. Llevaba tantos anos en la policia que ya habia visto todo tipo de desgracias y actos violentos.

Treinta y cinco minutos mas tarde, oyo las sirenas en la distancia.

Erik Hudden intento convencer a Leif Ytterstrom de que lo acompanase a hablar con los vecinos mas cercanos, pero este se nego, no pensaba salir hasta que no viniesen refuerzos. Puesto que Erik Hudden no queria ir a la casa solo, se quedo junto al coche. Ambos aguardaron en silencio.

Vivi Sundberg salio del primer vehiculo que llego al pueblo. Era una mujer de unos cincuenta anos, de constitucion robusta. Quienes la conocian sabian que, pese a su corpulencia, era capaz de aguantar y resistir bastante. Tan solo unos meses antes habia dado alcance a dos ladrones de unos veinte anos. Los dos jovenes se burlaron de ella cuando la vieron correr, pero doscientos metros despues, cuando los detuvo a ambos, ya no se reian tanto.

Vivi Sundberg era pelirroja. Cuatro veces al ano acudia a la peluqueria de su hija para tenirse.

Habia nacido en una granja a las afueras de Harmanger y estuvo cuidando de sus padres hasta que fallecieron.

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