Bosch nego con la cabeza. Estaban teniendo el mismo debate que el habia tenido en su mente en los ultimos dos dias, desde la noche en la casa de Meredith Roman.
– Dese algo de tiempo -dijo Hinojos-. Lo unico que le estoy pidiendo es que lo piense. Ahora esta de baja remunerada. Aprovechela. Use el tiempo. Le dire a Irving que todavia no voy a darle ninguna resolucion. Mientras tanto, dese tiempo y piense bien en ello. Vaya a algun sitio, tumbese en la playa. Pero piense en ello antes de presentar los papeles.
Bosch levanto las manos en ademan de rendicion.
– Por favor, Harry. Quiero oirselo decir.
– Muy bien. Lo pensare un poco mas.
– Gracias.
Hinojos dejo que el silencio ratificara el acuerdo.
– ?Recuerda lo que dijo cuando vio el coyote en la calle la semana pasada? -pregunto ella tranquilamente-. ?De que era el ultimo coyote?
– Lo recuerdo.
– Creo que se como se sintio. No me gustaria pensar que yo tambien he visto al coyote por ultima vez.
Desde el aeropuerto, Bosch cogio la autovia hasta la salida de Armenia y luego continuo direccion sur hacia Swann. Descubrio que ni siquiera necesitaba el plano del coche de alquiler. Doblo hacia el este por Swann hasta el Hyde Park y despues enfilo South Boulevard hasta la casa de ella. Veia la bahia que relucia al sol al final de la calle.
Arriba de la escalera el portal estaba abierto, pero la puerta mosquitera cerrada. Bosch llamo.
– Adelante. Esta abierto.
Era ella. Bosch empujo la mosquitera y llego a la sala. Jasmine no estaba alli, pero la primera cosa en la que se fijo Bosch fue un lienzo en la pared donde antes solo habia un clavo. Era el retrato de un hombre en sombras, sentado solo ante una mesa. La figura tenia el codo apoyado en la mesa y la mano levantada contra su mejilla, oscureciendo el rostro y haciendo de los profundos ojos
– ?Hola? Estoy aqui.
Bosch vio que la puerta del estudio estaba ligeramente entreabierta. Se acerco y la empujo para abrirla. Ella estaba alli, de pie ante el caballete, con oleos de tonos oscuros en la paleta que tenia en la mano. Tenia una unica mancha de ocre en la mejilla derecha. Sonrio de inmediato.
– Harry.
– Hola, Jasmine.
Bosch se le acerco y rodeo el caballete. El retrato estaba apenas empezado, pero ella habia comenzado por los ojos. Los mismos ojos que en el retrato que colgaba de la pared en la otra habitacion. Los mismos ojos que Bosch veia cuando se miraba en el espejo.
Jasmine se acerco a el de manera vacilante. No habia atisbo de verguenza o incomodidad en su rostro.
– Pensaba que si te pintaba volverias.
Dejo el pincel en una vieja lata de cafe atornillada al caballete y se acerco todavia mas. Lo abrazo y se besaron en silencio. Al principio fue un reencuentro delicado, despues Harry le puso la mano en la espalda y la atrajo a su pecho como si ella fuera una venda capaz de contener su hemorragia. Al cabo de poco, Jasmine se aparto, levanto las manos y sostuvo entre ellas la cara de Bosch.
– Dejame ver si he hecho bien los ojos.
Estiro el brazo y le quito a Bosch las gafas de sol. Sonrio. Bosch sabia que el color morado de las ojeras casi habia desaparecido, pero los globos oculares seguian estando ribeteados de rojo y llenos de capilares hinchados.
– Joder, has viajado de noche.
– Es una larga historia. Te la contare despues.
– Dios, vuelve a ponerte las gafas.
Jasmine volvio a ponerle las gafas y rio.
– No tiene gracia. Duele.
– No es por eso. Te he manchado la cara de pintura.
– Bueno, entonces no estoy solo.
Bosch trazo la cuchillada de oleo en el rostro de Jasmine. Se abrazaron de nuevo. Bosch sabia que podrian hablar mas tarde. Por el momento solo la abrazo y la olio y miro por encima del hombro de ella al azul brillante de la bahia. Penso en algo que le habia dicho el anciano postrado en la cama. «Cuando encuentres la que crees que encaja, agarrate a ella para siempre.» Bosch no sabia si ella era la elegida, pero por el momento se agarro a ella con todo lo que le quedaba.