seguian muchos detectives de Homicidios de la ciudad. Muchos anos atras habia trabajado en la Division de Hollywood un legendario agente de Homicidios llamado Russell Kuster. Era el profesional por excelencia, y muchos de los detectives que ahora investigaban los homicidios cometidos en Los Angeles habian estado bajo su tutela en uno u otro momento. Murio a consecuencia de un tiroteo cuando estaba fuera de servicio en 1990, pero su costumbre de llamar a la gente Roy -al margen de cual fuera el nombre real continuo. Su origen era oscuro. Algunos decian que era porque Kuster tuvo una vez un companero al que le encantaba Roy Acuff y que la mania habia empezado con el. Otros decian que era porque a Kuster le gustaba la idea de que un poli de Homicidios fuera del estilo de Roy Rogers, acudiendo al rescate con sombrero blanco y solucionando la situacion. Ya no importaba. Bosch sabia que era un honor que volvieran a llamarlo Roy.
Se sento. La silla era vieja y estaba abollada, lo que garantizaba que le daria dolor de espalda si pasaba mucho tiempo sentado en ella. Pero esperaba que ese no fuera el caso. En su primer paso por la Brigada de Homicidios habia vivido segun el adagio: «Levanta el trasero y sal a la calle». No veia ninguna razon para que las cosas cambiaran en esta ocasion.
– ?Donde esta todo el mundo? -pregunto.
– Desayunando. Se me olvido. La semana pasada me dijeron que la costumbre es que los lunes por la manana todos se reunen antes para desayunar. Normalmente van al Pacifico No me he acordado hasta que he entrado aqui esta manana y no he encontrado a nadie, pero no creo que tarden.
Bosch sabia que el Pacific Dining Car era desde hacia mucho tiempo uno de los lugares preferidos de los mandamases del departamento y de la Division de Robos y Homicidios. Tambien sabia algo mas.
– Doce pavos por un plato de huevos. Supongo que eso significa que en la brigada se permiten las horas extras.
Rider sonrio para confirmarlo.
– No te equivocas. Pero de todas formas no habrias podido terminarte los huevos despues de recibir la llamada del jefe.
– Te has enterado, ?eh?
– Todavia tengo una oreja en la sexta. ?Te han dado la placa?
– Si, el me la dio.
– Le dije que numero querias. ?Te lo ha dado?
– Si, Kiz, gracias. Gracias por todo.
– Ya me has dicho eso, companero. No hace falta que lo sigas repitiendo.
Bosh asintio con la cabeza y echo un vistazo a su alrededor. Se fijo en que en la pared de detras de Rider habia una foto de dos detectives en cuclillas detras de un cadaver que yacia en el lecho seco de hormigon del rio Los Angeles. Parecia una imagen de principios de los anos cincuenta, a juzgar por los sombreros que llevaban los detectives.
– Bueno, ?por donde empezamos? -pregunto.
– La brigada divide los casos en bloques de tres anos. Eso proporciona continuidad. Dicen que has de conocer la epoca y a algunos de los miembros del departamento. Ademas, ayuda a identificar a los asesinos en serie. En dos anos ya han descubierto a cuatro asesinos en serie de los que nadie sabia nada.
Bosch asintio. Estaba impresionado.
– ?Que anos nos tocan? -pregunto.
– Cada equipo tiene cuatro o cinco bloques. Como nosotros somos, el equipo nuevo, tenemos cuatro.
Abrio el cajon de en medio de su escritorio, saco un trozo de papel y se lo tendio.
Bosch – Rider – Asignacion de casos
1966 1972 1987 1996
1967 1973 1988 1997
1968 1974 1989 1998
Bosch estudio el listado de anos de los que serian responsables. Habia estado en Vietnam o fuera de la ciudad durante la mayor parte del primer bloque.
– El verano del amor -comento-. Me lo perdi. Quizas ese es mi problema.
Lo dijo solo por decir algo. Se fijo en que el segundo bloque incluia el ano 1972, el ano en que habia ingresado en el cuerpo. Recordo que tuvo que acudir a una casa de Vermont en su segundo dia en el trabajo de patrulla. Una mujer que vivia en la zona Este les pidio que fueran a ver si le habia ocurrido algo a su madre, que no contestaba el telefono. Bosch encontro a la mujer ahogada en una banera, con las manos y pies atados con correas de perro. Su perro estaba en la banera con ella, muerto. Bosch se pregunto si el asesinato de la anciana era uno de los casos abiertos que les tocaria resolver.
– ?Como se ha llegado a esto? ?Por que nos han tocado estos anos?
– Proceden de los otros equipos. Aligeramos su carga de casos. De hecho, ellos ya pusieron en marcha casos de muchos de esos anos. Y el viernes oi que se recibio un resultado ciego del ochenta y ocho. Se supone que hemos de empezar con el hoy. Puedes considerarlo nuestro regalo de bienvenida.
– ?Que es un resultado ciego?
– Es una coincidencia originada por una muestra de ADN o una huella que enviamos a ciegas a los ordenadores o recibimos del Departamento de Justicia.
– ?Que es lo nuestro?
– Creo que es una coincidencia de ADN. Lo sabremos esta manana.
– ?No te dijeron nada la semana pasada? Ya sabes que podria haber venido el fin de semana.
– Ya lo se, Harry. Pero es un caso antiguo. No hay necesidad de empezar en el mismo momento en que llega un papel por correo electronico. Trabajar en Casos Abiertos es diferente.
– ?Si? ?Como es eso?
Rider parecia exasperada, pero antes de que tuviera ocasion de responder oyeron que se abria la puerta y la sala de brigada se poblo de voces. Rider salio de detras de la mampara y Bosch la siguio. A dos de los detectives Tim Marcia y Rick Jackson, Bosch ya los conocia bien de casos anteriores. Las otras dos parejas de companeros eran Robert Renner y Victor Rabieta, y Kevin Robinson y Jean Nardo. Bosch los conocia, asi como a Abel Pratt, el agente al mando de la unidad, por su reputacion. Todos ellos eran investigadores de Homicidios de primera fila.
El recibimiento fue cordial pero contenido, un poco formal en exceso. Bosch sabia que su destino en la unidad era probablemente visto con sospecha. Una plaza en la brigada era muy codiciada por los detectives de todo el departamento. El hecho de que Harry hubiera conseguido el puesto tras casi tres anos retirado suscitaba preguntas. Bosch sabia, como se lo habia recordado el jefe de policia, que tenia que agradecerle el trabajo a Rider, cuyo anterior puesto habia sido en la oficina del jefe como analista. Habia usado todos los puntos que habia acumulado con el jefe para que Bosch volviera al departamento para resolver casos abiertos con ella.
Despues de todos los saludos, Pratt invito a Bosch y a Rider a su despacho para darles un discurso de bienvenida privado. Se sento detras de su escritorio y ellos ocuparon las dos sillas que habia enfrente. En el minusculo recinto no habia lugar para mas muebles.
Pratt era unos anos mas joven que Bosch, aun no habia cumplido los cincuenta.
Se mantenia en forma y hacia gala del espiritu de la cacareada Division de Robos y Homicidios, de la que Casos Abiertos era solo una rama. Pratt se mostraba seguro de su talento y de su capacidad de mando de la unidad. Tenia que estarlo. Robos y Homicidios se ocupaba de los casos mas dificiles de la ciudad. Bosch sabia que para pertenecer a ese selecto grupo tenias que creerte que eras mas listo, mas duro y mas astuto que aquellos a los que perseguias.
– Lo que deberia hacer es separaros -empezo-. Haceros trabajar con companeros ya establecidos en la unidad porque esto es diferente de lo que habeis hecho en el pasado. Pero tengo ordenes de la sexta y no me meto con eso. Ademas, entiendo que teneis una quimica previa que funcionaba. Asi que olvidemos lo que deberia hacer y dejadme que os explique un poco que supone trabajar en Casos Abiertos. Kiz, ya se que ya te di esta charla la semana pasada, pero tendras que aguantarla otra vez, ?de acuerdo?
– Por supuesto -dijo Rider.
– En primer lugar, olvidemonos de cerrar viejas heridas. Eso es una cantinela de los medios, algo que escriben en los articulos de periodico sobre los casos antiguos. Lo de cerrar heridas es un chiste. Es una puta mentira. Lo unico que hacemos es dar respuestas. Las respuestas deberian bastar. Asi que no os confundais con lo que estais haciendo aqui. No confundais a los familiares con los que tratareis en estos casos, y que ellos no os