confundan.
Hizo una pausa por si habia alguna reaccion y, al no haberla, continuo. Bosch se fijo en que la foto de la escena del crimen enmarcada en la pared era de un hombre desplomado en una cabina telefonica despues de ser acribillado. Era una cabina de las que se veian en las viejas peliculas, o en el Farmers Market o en Phillippe’s.
– Sin lugar a dudas -dijo Pratt-, esta brigada es el lugar mas noble del edificio. Una ciudad que olvida a sus victimas de asesinato es una ciudad perdida. Aqui no olvidamos. Somos como los chicos que ponen en la novena entrada para ganar o perder el partido. Si nosotros no podemos lograrlo, nadie puede. Si fracasamos, el partido ha terminado, porque somos el ultimo recurso. Si, nos superan en numero. Tenemos ocho mil casos abiertos sin resolver desde mil novecientos sesenta. Pero no nos desanimamos. Si esta unidad al completo resuelve un caso al mes (solo doce al ano), ya estaremos haciendo algo. Si uno quiere Investigar homicidios, este es el mejor lugar.
Bosch estaba impresionado por el fervor de Pratt. Veia sinceridad e incluso dolor en sus ojos. Asintio con la cabeza.
Inmediatamente supo que queria trabajar para aquel hombre una excepcion en su experiencia en el departamento.
– Pero no olvideis que cerrar un caso no significa cerrar las heridas -anadio Pratt.
– Entendido -dijo Bosch.
– Ahora bien, se que los dos teneis larga experiencia en el trabajo de Homicidios. Lo que os va a resultar dificil aqui es la relacion con los casos.
– ?Relacion? -pregunto Bosch.
– Si, relacion. Lo que quiero decir es que trabajar en casos de homicidios recientes es algo completamente diferente. Tienes el cadaver, tienes la autopsia, llevas la noticia a la familia. Aqui se trata de victimas que han muerto hace mucho tiempo. No hay autopsias, no hay escenas del crimen fisicas. Trabajamos con expedientes (si podemos encontrarlos) y con los registros. Cuando llegamos a la familia (y hacedme caso, no vayais antes de estar bien preparados) encontramos a gente que ya ha sufrido el
– Gracias por la advertencia -dijo Bosch.
– Con los asesinatos recientes, es una experiencia casi clinica, porque se trabaja con urgencia. Con los viejos casos, la experiencia es emocional. Vais a ver el peaje que se cobra la violencia a lo largo del tiempo. Que no os pille por sorpresa.
Pratt cogio una gruesa carpeta azul que tenia en un lado de su escritorio y la coloco en el centro de su cartapacio calendario. Empezo a empujarlo hacia ellos, pero se detuvo.
– Otra cosa para la que hay que estar preparado es el propio departamento. Contad con que los archivos esten incompletos o incluso falten. Contad con que las pruebas esten destruidas o desaparecidas. Contad con empezar de cero con algunos de estos casos. Esta unidad se formo hace dos anos. Pasamos los primeros ocho meses simplemente revisando el historial de casos y seleccionando los abiertos sin resolver. Enviamos todo el material que pudimos a los investigadores forenses, pero incluso cuando hemos encontrado una coincidencia nos hemos visto mermados por la falta de integridad del caso. Ha sido desastroso. Ha sido frustrante. Aunque no hay estatuto de prescripcion en el asesinato, descubrimos que de manera rutinaria se habian eliminado las pruebas e incluso los archivos durante al menos una administracion.
»Lo que estoy diciendo es que vuestro mayor obstaculo en algunos de estos casos podria muy bien ser el departamento en si.
– Alguien dijo que tenemos un resultado ciego que surgio de uno de nuestros bloques de tiempo -dijo Bosch.
Habia oido suficiente. Necesitaba ponerse en marcha.
– Si -dijo Pratt-. Hemos de llegar a eso en un segundo. Dejame terminar mi pequeno discurso. Despues de todo, no tengo ocasion de hacerlo con mucha frecuencia. En resumen, lo que queremos hacer aqui es aplicar tecnologia y tecnicas nuevas a casos viejos. La tecnologia tiene esencialmente tres vertientes. Tenemos ADN, huellas dactilares y balistica. En las tres areas, los avances en analisis comparativos han sido fenomenales en los ultimos diez anos. El problema con este departamento es que nunca habia utilizado esos avances para revisar casos antiguos. Por consiguiente, tenemos unos dos mil casos en los cuales hay pruebas de ADN que nunca se han procesado y comparado. Desde mil novecientos sesenta existen cuatro mil casos con huellas dactilares que nunca se han revisado a traves de un ordenador.
Los nuestros, los del FBI, del Departamento de Justicia, el ordenador. Los nuestros, los del FBI, del Departamento de Justicia, el ordenador de quien sea. Es casi risible, pero es demasiado triste para reirse de ello. Lo mismo que balistica. Estamos encontrando que en la mayoria de los casos las pruebas siguen alli, pero no se han tenido en cuenta.
Bosch nego con la cabeza, sintiendo ya la frustracion de todas las familias de las victimas, los casos barridos por el tiempo, la indiferencia y la incompetencia.
– Tambien descubrireis que las tecnicas son diferentes. El policia de Homicidios actual es simplemente mejor que aquel de, digamos, mil novecientos sesenta o setenta. O incluso que el de mil novecientos ochenta. Asi que incluso antes de llegar a las pruebas fisicas y de revisar esos casos vais a ver cosas que ahora os parecen obvias, pero que no eran obvias para nadie en el momento del crimen.
Pratt asintio con la cabeza. Su discurso habia finalizado.
– Ahora el resultado ciego -dijo, empujando la carpeta azul palido del expediente por la mesa-. Aqui lo teneis. Es todo vuestro. Cerradlo y poned a alguien entre rejas.
3
Despues de salir del despacho de Pratt, decidieron que Bosch iria a buscar la siguiente ronda de cafes mientras Rider empezaba con el expediente del caso. Sabian por experiencias anteriores que ella era la que leia mas deprisa y no tenia sentido dividir el contenido de la carpeta. Ambos necesitaban leerlo de principio a fin, para que la investigacion se les presentara de la forma lineal en que se llevo a cabo y fue documentada.
Bosch le dijo a Rider que le daba ventaja. Le explico que quiza se tomara una taza en la cafeteria, porque echaba de menos el sitio. El sitio, no el cafe.
– Supongo que eso me da unos minutos para ir al final del pasillo -dijo ella.
Despues de que ella saliera de la oficina hacia el cuarto de bano, Bosch cogio la hoja con el listado de los anos que les habian asignado y se la guardo en el bolsillo de la chaqueta. Salio de la 503, cogio el ascensor hasta el tercer piso y recorrio la sala principal de la Division de Robos y Homicidios hasta el despacho del capitan.
El despacho del capitan estaba dividido en dos partes.
Una era su despacho real y la otra era llamada «sala de homicidios». Estaba amueblada con una larga mesa de reuniones donde se discutian las investigaciones, y dos de las paredes estaban llenas de estantes que contenian volumenes de derecho penal y los libros de registro de los casos de asesinato de la ciudad. Todos los homicidios que se habian cometido en Los Angeles desde hacia mas de cien anos tenian una entrada en aquellos diarios encuadernados en piel. Durante decadas rutinariamente se actualizaban los registros cada vez que se resolvia uno de los asesinatos. Era una referencia rapida para determinar que casos seguian abiertos y cuales habian sido cerrados.
Bosch paso un dedo por los lomos agrietados de los libros. En todos ellos ponia simplemente «Homicidios» seguido del listado de anos registrados. En los primeros volumenes cabian varios anos. En cambio, en la decada de 1980 el numero de crimenes habia aumentado de tal manera que cada volumen contenia unicamente los de un ano. Se fijo en que el ano 1988 ocupaba dos tomos, y de repente tuvo una idea de por que ese ano habia sido asignado a el y a Rider como nuevos miembros de la unidad de Casos Abiertos. El mayor indice de asesinatos en la ciudad tambien suponia el mayor indice de casos no resueltos.
Cuando encontro el libro que contenia los casos de 1972 saco el volumen y se sento a la mesa. Paso las paginas, leyendo por encima las historias, oyendo las voces. Encontro a la anciana que fue ahogada en su banera. El caso nunca se resolvio. Continuo, a traves de 1973 y 1974, y luego paso al volumen que contenia 1966, 1967 y 1968. Leyo los casos de Charles Manson y Robert Kennedy. Leyo los casos de gente cuyos nombres nunca habia