– ?Por que no me lo hiciste saber?, ?por que no me llamaste?

Barbara lo miro.

– Iba a hacerlo, Steven, pero llegue a la conclusion de que no tenia objeto. No habia nada que pudieras tu hacer de inmediato, ciertamente nada que pudieras hacer a la larga. No le vi sentido a que nuestras vidas se enredaran otra vez. No crei que Judy ganara algo con ello. Asi que decidi que podia arreglarmelas yo sola, y lo hice.

Randall apreto su vaso jaibolero y se termino la bebida.

– ?Sigue Judy todavia en eso? Se veia muy bien apenas hace un momento. No parecia estar ida o anormal…

– No, ya no, Steven. Esta en vias de regeneracion. Creemos que lo ha dejado. A traves de algunos amigos, consegui para Judy la mejor ayuda posible. Fue duro, terrible, pero ya esta saliendo de eso. Supongo que todavia le da un poquito a la marihuana (algunos toques en las fiestas, ocasionalmente), no en gran escala y, desde luego, nada de drogas fuertes.

– Ya veo. -Randall contemplo su vaso vacio, y se levanto-. No te molestes, quedate donde estas. Necesito otro trago.

– Lo siento, Steven; todo esto, despues del dia que has tenido. Pero tenia que aprovechar la oportunidad de hablar contigo personalmente.

El se sirvio medio vaso de escoces.

– Tenias que decirmelo, por supuesto. -Volvio a su silla-. ?Como sacaste a Judy de eso? ?Un centro de readaptacion, un hospital?

– De hecho fue, y sigue siendo, con la ayuda de un hombre. Un psicologo de San Francisco, especialista en casos de abuso de drogas. Es el doctor Arthur Burke. Ha escrito…

– No me importa lo que haya escrito. ?Lo sigue viendo?

– Si. Y, estaba tratando de decirtelo, tiene una clinica tambien. De cualquier manera, a Judy le agrada. Es de edad mediana, mas bien joven, lleva bigote y barba y es muy recto y honesto. El doctor Burke confia en que no solo podra curarla, sino que no volvera a caer.

Randall habia estado sentado bebiendo, y comenzaba a sentir el alcohol.

– Y supongo que ahora resulta que todo fue culpa mia. Padre ocupado; ergo, hija acelerada.

– No, Steven, no es culpa tuya, ni mia; y quiza sea culpa de ambos. Es culpa de la vida tal como es, de lo que les ocurre a los padres, de lo que hay o no hay para los hijos… y es peor cuando hay… de lo que ninguna pareja de padres puede controlar… el estilo de la sociedad de ahora, y la clase de futuro o falta de futuro que les aguarda… y de la rebelion, y del escape, y del deseo de encontrar un mundo mejor extendiendo la mente, hallando otro nivel de conciencia, descubriendo un planeta perfecto dentro de su propia cabeza. Asi que se convierten en fanaticos de la aceleracion, hacen el viaje espacial, se disparan, y si tienen suerte, alguien los saca de orbita… antes de que se pierdan para siempre. Bueno, el doctor Burke saco a Judy de orbita. Ella es de nuevo parte de la familia humana, y esta reconsiderando totalmente su escala de valores.

Randall habia frotado su nariz contra el vaso vacio, y estaba refrescandola con la frialdad del cristal exudado, y ahora, mirando a traves del vaso, se dio cuenta de que Barbara no estaba ya frente a el. Bajo las manos y se quedo absorto, mirando hacia el sofa vacio.

– Steven… -dijo ella.

El volvio la cabeza y la vio venir con su segundo trago.

– Hey, estas emborrachandote de veras -dijo el.

– Solo esta noche -dijo ella, sentandose-. Steven, hay algo mas que quiero decirte ahora.

– ?No hemos tenido bastante para una noche? Ya me dijiste lo de Judy…

– En cierto modo esto tambien tiene que ver con Judy. Dejame echarlo fuera y terminar pronto, Steven, y eso habra sido todo.

– Esta bien, dispara. Adelante, ?que otra cosa tienes en mente?

Barbara tomo un sorbo, y lo miro directamente.

– Steven, voy a casarme.

El no sintio nada. De hecho, le resultaba divertido.

– Si tu te casas, te arrestaran. -Se le torcio la boca en una sonrisa rota-. Lo que quiero decirte, tesoro, es que ya estas casada. Otro marido seria bigamia; y, entonces, la carcel para nuestra Barbarita.

Los rasgos de ella eran rigidos.

– No bromees, Steven. Esto es serio. Realmente serio. Te dije una vez por telefono, despues de que me lo preguntaste, que veia a algunos hombres de cuando en cuando. Pero, en realidad, ultimamente he estado viendo solo a uno: Arthur Burke.

– Arthur… ?quieres decir… quieres decir al psicologo de Judy?

– Si. Es un hombre maravilloso. Te agradaria mucho. Y yo… ocurre que me siento muy atraida por el, Y, como te dije, lo mismo pasa con Judy. -Ella fijo la vista en su bebida, al tiempo que continuaba-. Judy necesita un hogar, una familia, estabilidad. Necesita un padre.

Randall asento el vaso ruidosamente sobre la mesa de cafe y articulo cada palabra cuidadosamente.

– Te traigo noticias, pudincito de azucar… Judy ya tiene un padre.

– Por supuesto que tiene un padre; tu eres su padre. Ella lo sabe y Arthur lo sabe. Pero me estoy refiriendo a un padre que ejerza su papel, que este bajo el mismo techo, en el hogar de ella; que siempre este alli. Necesita la calidad de vida, atencion y amor que solo puede tener en un hogar convencional y operante.

– Ahora comprendo -dijo Randall-. Ya escucho los sonidos del lavado cerebral. La calidad de vida, atencion, amor… ?mierda! Ese es su lenguaje de psicologo, su labor de embaucamiento, su manera barata de tratar de hacerse de una familia, una hija, sin ganarsela. Si quiere una hija, que la haga. El no se va a llevar a mi muchachita…; no, senora, no a mi Judy.

– Se razonable, Steven.

– ?Conque estas haciendo todo esto para salvar a Judy? Esa es la jugada, ?eh? Quieres casarte con este tipo por Judy, porque Judy necesita un padre.

– Ese no es el motivo principal, Steven. Quiero casarme con Arthur porque necesito un marido, un marido como el. Estoy enamorada y quiero el divorcio para poder casarme con el.

– ?El divorcio? -Se sentia ebrio y colerico. Se levanto violentamente de la silla-. Olvidalo, no lo vas a obtener.

– Steven…

El volvio a tomar su vaso y enfilo hacia el bar.

– No -dijo Steven Randall-. No voy a renunciar a mi hija porque su madre necesita a alguien en la cama.

– No seas estupido. No puedo soportarte cuando te emborrachas y te vuelves un imbecil. No necesito a alguien en la cama, porque ya lo tengo; es Arthur, y pretendo legalizar la relacion. El quiere una esposa, un matrimonio, y merece una vida de familia, lo mismo que Judy. Si Judy es lo que verdaderamente te preocupa, cooperaras, estaras dispuesto a llegar a un acuerdo y nos facilitaras las cosas. Has tenido plena oportunidad de pedirnos que volvieramos a tu lado, pero jamas moviste un dedo. Ahora que queremos irnos, tratas de impedirnoslo. Por favor, dejanos ir.

El se sirvio su copa.

– ?Estas diciendome que Judy quiere a este superhombre tuyo como padre?

– Preguntaselo a ella.

– Descuida, que si lo hare. ?Y tu andas ya acostandote con el? Vaya, vaya… ?que te parece?

De pie junto al mueble-bar, pasando con aire ausente el dedo por el borde de su vaso, Randall observo a Barbara levantarse a buscar sus cigarrillos. Con los ojos la siguio, contemplando los movimientos de este cuerpo de mujer que el conocia tan bien. Ella le estaba dando ese cuerpo a otro hombre.

Incontables veces (?o serian contadas?…, si, debia estar borracho) se ponia a hurgar entre los restos del naufragio de su matrimonio para recoger aquel destrozado momento que sepultara en su memoria desde hacia tanto tiempo. Habia sido durante el ultimo viaje que hicieron juntos al extranjero, una noche, en Paris; una mala, muy mala noche, ya muy tarde. Se habian ido a la cama, una gran cama doble, cuya cabecera estaba adosada al muro de algun hotel de lujo de la Ciudad Luz. El «Plaza Athenee», el «George V», el «Bristol»…; no podia recordar cual. Habian estado acostados pretendiendo dormir, mientras el resentimiento y la frialdad erigian una barrera entre

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