de perra, y esto lo atormentaba, porque sabia que en realidad no era tan bajo. En el fondo lo sabia. Por ahi dentro, en alguna parte, el era mejor que eso; mejor de lo que le habia permitido ver a la gente; mejor de lo que se habia mostrado en la visita anterior a esta que le hiciera a su padre; mejor de como habia actuado ante su esposa y de como seria visto por el bueno de Jim McLoughlin, del Instituto Raker. Simultaneamente, la carrera de ratas era como una carrera de caballos: a uno se le califica por su actuacion y no por sus sentimientos; y Randall estaba violando las reglas y atropellando a quienquiera que se interpusiera en su marcha hacia la meta.

Tampoco estaba cumpliendo a nivel social. En el trabajo, todo bien. Cumplia. Pero fuera de horas habiles, en sus relaciones con las personas que importaban, no se comportaba responsablemente. Le habia prometido a su hija (y, ?que podria ser mas importante?) que desayunaria con ella esta manana. Lo habia olvidado la noche anterior al dejar aviso, en la administracion del hotel, de que no se le molestara con ninguna llamada, salvo que fuera del doctor Oppenheimer y, como no habia puesto su despertador, se habia quedado dormido.

Antes de solicitar el servicio en su habitacion, habia telefoneado a Barbara para averiguar si Judy todavia estaba alli. Nadie habia respondido. Ahora, tristemente, se sento frente a sus huevos con tocino y su cafe, y desayuno solo. En ese momento se dio cuenta de que bajo el diario matutino asomaban algunos mensajes. El muchacho que le trajera el desayuno debio haberlos encontrado bajo la puerta y los levanto.

Randall los abrio. El primero informaba que una senorita Darlene Nicholson le habia telefoneado desde Nueva York. Tambien habia habido llamada de ella la noche anterior. El no habia estado de humor para llamarla inmediatamente despues de la escena con Barbara, y ahora llevaba demasiada prisa para reportarse a la segunda llamada. Se prometio a si mismo que se pondria en contacto con Darlene mas tarde. Habia un mensaje del tio Herman. Que habia venido en el auto de la familia a recogerlo para llevarlo al hospital, como lo habian convenido, pero que no se le habia permitido llamar por telefono al cuarto. De eso hacia ya tres horas. Maldita sea. Lo unico que podia agradecer era que… no hubiera habido una llamada de emergencia de parte del doctor Oppenheimer.

Apresuradamente termino su desayuno, se puso su chaqueta sport a cuadros y tomo el ascensor para bajar al vestibulo. Sabia que encontraria a Judy en el hospital, pero, para asegurarse de que no volveria a quedarse sin verla, fue al mostrador de la administracion y garabateo una nota, disculpandose por no haber desayunado con ella y pidiendole que lo esperara para que almorzaran juntos. Pidio que la nota se depositara en el casillero de correspondencia del cuarto de Barbara y salio apresuradamente, a la sofocante manana de mayo. Con una senal solicito un taxi y, un minuto despues, iba ya en camino del «Hospital Good Samaritan» de Oak City.

Al llegar, subio los escalones del frente de dos en dos, tomo el ascensor al segundo piso, salio, dio vuelta a la derecha y siguio por el corredor. Sorpresivamente vio a su madre, a su hermana y al tio Herman apinados en torno al doctor Oppenheimer, frente al cuarto de su padre. Ed Period Johnson y el reverendo Tom Carey estaban un poco aparte, parados a unos cuantos metros, conversando. Al aproximarse, Randall experimento el escalofrio de la aprension. Todos congregados en el corredor… esto era extrano; significaba emergencia o cambio. Algo habia ocurrido.

Al acercarse mas y ver aquellos rostros alargarse y sus rasgos volverse mas planos, Randall trato de detectar alguna reaccion de pena o de dolor. No la habia. Se pregunto por que, y se pregunto tambien por que ni Barbara ni Judy estaban presentes.

Irrumpio en el grupo sin excusarse, cortando el relato del facultativo para preguntar:

– ?Como esta papa? ?Que esta sucediendo?

Con la boca apretada, el doctor Oppenheimer le ofrecio la mejor sonrisa que pudo.

– Buenas nuevas, Steven; lo mejor que podiamos haber deseado. Tu padre recobro la conciencia a las… debe haber sido a las seis de la manana. Su electrocardiograma muestra una marcada mejoria. Su presion sanguinea es casi normal. Tiene el lado izquierdo parcialmente paralizado, y su habla es un poco torpe. En general, sin embargo, hay una notable recuperacion. Asumiendo que no haya complicaciones inesperadas, todo indica que ira adelante a partir de hoy.

– Oh Dios -dijo Randall con alivio-. Gracias a Dios.

Se sentia debil, recien liberado de la tension, y se inclino sobre su madre, y la beso, y beso a Clare, que estaba llorando de nuevo, y le sonrio satisfecho al tio Herman.

Volviendose hacia el medico, le estrecho la mano.

– Es maravilloso, un milagro -le dijo- y no puedo expresarle cuan agradecidos le estamos a usted.

El doctor Oppenheimer hizo un gesto de apreciacion con la cabeza.

– Gracias, Steven, pero es tu padre quien merece todo el credito. Precisamente le explicaba a tu madre que la rapidez y el grado de recuperacion de tu padre dependeran principalmente de el mismo. La medicina puede llegar solo hasta cierto punto. Despues de que se le envie a casa (tal vez en unas dos, tres, o hasta cuatro semanas), se iniciara un tratamiento de fisioterapia. Puede arreglarse que se lleve a cabo en su casa. Si el coopera, podra alcanzar un sorprendente grado de rehabilitacion. La meta es lograr que pueda moverse y ser independiente de nuevo. Como le estaba diciendo a tu madre, el factor clave sigue siendo el espiritu de tu padre; su voluntad, su deseo de vivir.

– Eso no le ha faltado nunca -dijo Randall.

– Es verdad -asevero el doctor Oppenheimer-. Pero recuerda que el nunca antes habia sufrido un colapso. Su actitud mental puede haberse alterado, y hay que considerar que su futuro depende de que continue siendo la misma.

– Jesus se sintio abandonado en la Cruz. -Era Sarah Randall la que hablaba suavemente-. Y murio. Sin embargo, resucito para salvarnos a todos.

– Con la ayuda de Dios -agrego el tio Herman.

Sarah Randall dirigio la mirada a su hermano.

– Nathan tambien tendra la ayuda de Dios, Herman. Nathan se la ha ganado.

Incomodo por la mojigateria piadosa de su madre, Randall se aparto de ella y se aproximo mas al medico.

– Quisiera ver a papa. ?Puedo?

– …Bueno, ahora el debe descansar tanto como sea posible. Sin embargo, si te estas solamente un minuto, puedes entrar. Quizas esta noche puedas pasar mas tiempo con el.

Randall entro al cuarto.

La transparente tienda de oxigeno estaba abierta, y la enfermera particular, que estaba extendiendo el cobertor, tapaba de vista al paciente. Cuando oyo acercarse a Randall, la mujer se hizo hacia atras.

– Unicamente quiero verlo -explico Randall-. ?Esta dormido?

– Esta dormitando. Pero esta muy bien. Estamos muy orgullosos de el.

Randall camino hacia la cama. La vieja cabeza blanca reposaba sobre la almohada; esqueletica, pero no impresionante como la noche anterior. Los ojos estaban cerrados. El color le habia vuelto a la piel. Su padre roncaba suave, apaciblemente.

– Se ve mucho mejor que ayer -musito Randall.

– Mucho mejor -coincidio la enfermera.

Cuando Randall volvio la vista a su padre, se sorprendio de encontrarse con que este le miraba confuso.

– Hola, papa. Soy Steven. Ya estas mejorando. Pronto estaras muy bien.

En los ojos del anciano hubo un pestaneo de reconocimiento, y sus labios se estremecieron. Rapidamente, Randall se inclino sobre el y lo beso en la frente.

Aquellos ojos se cerraron y reabrieron, y con una leve inclinacion de cabeza el reverendo saludo a su hijo.

– Estas volviendo, papa -dijo Randall-. Hemos estado rezando por ti, y nuestras plegarias han sido escuchadas. Voy a seguir orando por ti…

La voz de Randall se contuvo al ver curvarse los extremos de la boca de su padre, nunca antes tan pequena, y no pudo continuar porque no estaba muy seguro de si la mueca de sonrisa en su padre era de agradecimiento por su plegaria o de duda de que el hijo pudiera rezar por nadie. Adivino que su padre todavia podia ver a traves suyo, como siempre, y que aceptaba las muestras de sincera preocupacion, pero que dudaba de cualquier manifestacion repentina de compasion.

La sonrisa, tan enigmatica como la del rostro de la Mona Lisa, habia desaparecido; empero, su motivo y su significado habian quedado sin explicacion. ?Habria sido una sonrisa piadosa? Mas no de compasion por la falsa piedad de un hijo, sino de compasion (nacida en alguien que sabia que la creencia, la fe y la fidelidad a algo habian triunfado) por un vastago que nada tenia, sino un escepticismo ateo, y que nunca sabria de la pasion ultima del amor, ni de la bondad y la paz.

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