adonde lo que en ellas padeci solo Dios lo sabe. Dioseme una sentencia en que me mandava V.A. jurar de levi, un destierro por quatro anos de mi convento, pribome de voz activa por quatro anos y de pasiva por diez. Muy misericordiosa fue, segun la relacion que a V.A. hizo el ministerio a quien remitio la causa, y que sola su piedad pudiera librarme de la oguera si fueran verdaderos los cargos que se me hicieron, formados con tal trabacon y engarce que de muchas verdades sencillas y sin culpa y malicia anadieron circunstancias falsas y se compusieron delitos y pecados enormes. Pero no lo siendo como no lo son, los castigos an sido excesivos y yo los he padecido con mucho gusto benerando las acciones de este Santo Tribunal y estare siempre sugeta a su censura…

… Para que V.A. con el celo de la Justicia que tanto obserba buelba por esta causa, honrra de V.A. que se bea que siempre oye como Padre y que si una vez uvo falta en el descubrimiento de la verdad buelve a inquirirla y no consiente que se dexe de penetrar lo mas escondido de ella. No se allara que yo aya hecho cosa contra nuestra Santa fee, sino antes se allara que e vivido como fiel Christiana hija de la Santa Yglesia, creyendo y temiendo todo lo que tiene y cree y los Santos nos ensenan, y en ello deseo vivir y morir. Y no permita V.A. entienda mas el mundo lo contrario, pues redunda en desonor de una Religion tan grande como la de nuestro Padre San Benito y de este convento donde se procura vivir cumpliendo con las obligaciones de nuestro instituto y pidiendo a nuestro Senor por el vien de la Cristiandad y aumento de la Religion Catholica y acierto en sus acciones de V.A., para que en esto se destierren todos los herrores y declare la Verdad. Por bolber por ella me he sacrificado a hacer esto, que por mi particular mui contenta estoy de tener cada dia que ofrecerle a Dios nuebos desechos del mundo, que oy como el primer dia nunca dejara de ablar contra este convento, y espero en nuestro Senor a de conocer V.A. la Verdad que digo. Por todo lo qual suplico humildemente que no haviendo cosa que resulte contra mi en sospecha de vehementi o levi contra la fee, exercite su misericordia y su Justicia de este convento de la Encarnacion de nuestro Senor.

Hasta aqui, Teresa. Su relato, como cualquier otro, no es sino una version. Pero hasta donde puedo asegurar, su palabra es autentica. Y, ya que ella nos reunio, no podia dejar de darla a leer aqui. *

24 de noviembre

Si no quereis ser juzgados

Tras leer el alegato de Teresa, me sorprendi tratando de formarme un veredicto sobre ella. Nunca me ha gustado juzgar a mis semejantes, fundamentalmente por dos razones: la primera, porque mi experiencia me ensena que son las personas mas deficientes y mezquinas las que tienen mayor soltura para calificar la condicion ajena; y la segunda, porque soy consciente de mis propias faltas y he tenido que aprender a convivir con ellas, lo que mal me faculta para ser demasiado severa con las de los demas. Creo que pocas frases encierran a la vez tanta belleza, humanidad y sabiduria como aquella del Evangelio de Mateo: No juzgueis, si no quereis ser juzgados, pues la misma medida que apliqueis a otros, a vosotros se os aplicara.

Pero el juego intelectual que me habia planteado el Inquisidor me exigia formarme un juicio sobre aquella persona. No en vano el desafio consistia en dilucidar si la priora era o no inocente de los cargos de los que habia sido acusada y, por tanto, si habia sido fundada (con arreglo a las leyes pertinentes al caso) su absolucion.

No voy a ocultar que mis simpatias estaban con ella. Por muchos motivos: por haber sido una victima del aparato represor del Santo Oficio, por haber padecido descredito y cautiverio, por su coraje y por su firmeza al defenderse, desde la posicion subalterna que siempre ha ocupado la mujer en la Iglesia catolica, frente al cumulo de acusaciones reunido en su contra por aquella pandilla de frailes prepotentes y malevolos. Pero tambien porque me sentia naturalmente inclinada a apoyar a la representante de mi propio sexo, frente a un representante del sexo opuesto que trataba de menoscabarla y al que yo deseaba por otros motivos poder refutar.

Sin embargo, al repasar con cuidado las palabras de la acusada, teniendo presente que mi contrincante no iba a concederme graciosamente la victoria, adverti unos cuantos puntos debiles. Por ellos atacaria el Inquisidor, y sobre ellos debia meditar para tratar de minimizar la validez de sus suspicacias. Porque, en terminos generales, la pobre Teresa me parecia una mujer integra que, dejando a salvo alguna debilidad y alguna vanidad, en modo alguno merecia la condena que se le habia impuesto y si la absolucion ultima.

No me ayudaba mucho, segun comprobe, el tenor de esa absolucion, que el Tribunal Supremo de la Santa y General Inquisicion habia otorgado a Teresa y a las demas monjas en estos terminos:

Asistiendo para ello en una Sala del Consejo en que presidia uno de los senores del, unanimes y conformes dijeron y declararon que satisfacian cumplidamente dichas Religiosas con sus confesiones y defensas a sus cargos, que ni en sus dichos ni echos de que se habian formado allavan que tuviese calidad de oficio. Y anadieron que la censura y calificacion de los theologos calificadores primeros de dichas causas, en cuya virtud procedio el Santo Oficio contra dichas religiosas y se pronunciaron sus sentencias, no les pueden ni deven obstar por haverse dado con diferentes motivos y racones y sin vista de todas las confesiones y defensas de las susodichas, y de tal forma que si los dichos y hechos referidos en ellas se les propusieran a los presentes calificadores para censurarlos, desnudos de sus circunstancias, confesiones y defensas que de nuevo se han notado y deducido en la vista ultima de estas causas, las calificarian de la misma suerte que los susodichos los calificaron.

No dejaba de ser notable la forma de justificar la resolucion: con una vaga alusion a que las circunstancias tenidas en cuenta para dictar nueva sentencia eran distintas, fundada en la sola alegacion de la imputada (ya hubieran querido otras victimas del temible tribunal que se les diese tanto credito); y cuidandose, ante todo y mayormente, de salvar la actuacion de los primeros calificadores de la causa, que habian conducido con sus informes a la condena. El Santo Oficio parecia mas preocupado por absolverse a si mismo de toda posible irregularidad en aquel viaje de ida y vuelta que de sustentar el perdon que habia determinado conceder a las monjas.

Que al final los jueces vinieran a coincidir con la acusada en el afan de exculparse resultaba chocante, teniendo en cuenta el hermetismo del proceso inquisitorial. Pero lo que yo intentaba anticipar era la lectura que de tan insolita circunstancia iba a hacer mi oponente, y puedo decir que mi intuicion no fallo mucho. Aunque tampoco fue lo bastante certera como para impedir que el Inquisidor me sorprendiese. Me seguia llevando ventaja, despues de todo.

25 de noviembre

Teresa no esta sola

Transcurrio una semana completa sin noticias de aquel a quien yo esperaba. Pero deje pasar los dias sin que en ningun momento me cupiera la menor duda de que mi esquivo interlocutor acabaria por aparecer. Habia releido muchas veces nuestra conversacion y tenia la conviccion de que me las habia arreglado para hacerle morder el anzuelo; cuando menos, lo bastante como para que no se esfumara sin haber explorado un poco mas lo que aquel contacto pudiera depararle. El aburrimiento y la desesperanza que he padecido durante largos trechos de mi vida me han llevado a charlar con multitud de desconocidos a traves de la Red. Eso me ha ensenado a apreciar cuando existe una conexion que merece la pena prolongar, y tambien he aprendido que

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