Brian miro por la ventanilla mientras pasaban el puente. Sabia que cruzaban por encima del rio Hudson. Su madre tenia primos que vivian en Nueva Jersey, cerca del puente, y el verano anterior, cuando Michael y el habian pasado una semana extra con la abuela despues de volver de Nantucket, habian ido a visitarlos.
Eran muy agradables y tenian hijos de su edad. Al pensar en ellos, tuvo ganas de echarse a llorar. Ojala pudiera abrir la ventanilla y gritar: '?Estoy aqui! ?Venid a buscarme, por favor!'.
Tenia mucha hambre, y necesitaba ir al lavabo. Levanto la mirada timidamente.
– Po… podria… yo… tengo que ir al lavabo.
Ya que lo habia dicho, temia tanto que el hombre le dijera que no, que empezo a temblarle el labio. Se lo mordio enseguida, porque oyo la voz de Michael cuando lo llamaba lloron. Pero incluso eso lo entristecio, y penso que echaba de menos a su hermano.
– ?Tienes pis?
El hombre no parecia muy enfadado con el. Quiza, despues de todo, no le hiciese dano.
– S… si.
– De acuerdo. ?Y hambre?
– Si, senor.
Jimmy empezaba a sentirse un poco mas seguro.
Estaban en la carretera 4, el trafico era abundante pero fluido, y nadie buscaba aquel coche. El dueno, por entonces, debia de encontrarse en pijama mirando ?Que bello es vivir! Por centesima vez. Al dia siguiente, cuando su mujer y el empezaran a gritar por su Toyota robado, Jimmy estaria en Canada con Paige. Estaba loco por ella.
Paige era la primera cosa segura que tenia en toda su vida.
Jimmy no queria parar aun a comer; pero, por otro lado, le convenia llenar el deposito en aquel momento para no correr riesgos. No sabia que gasolineras tendrian abierto en Nochebuena.
– De acuerdo -dijo-, dentro de unos minutos nos detendremos a poner gasolina, iremos al lavabo y luego compraremos refrescos y patatas fritas. Despues pararemos en un McDonald's y comeremos una hamburguesa.
Pero recuerda, si en la gasolinera intentas llamar la atencion… -Saco la pistola de la chaqueta, apunto a la cabeza de Brian y dijo-: Pum!
Brian aparto la mirada. Estaban en el carril del centro de la autopista. Un cartel senalaba la salida de la avenida Forest. Un coche patrulla que iba a la par de ellos doblo hacia el aparcamiento de un restaurante.
– No hablare con nadie. Lo prometo -consiguio decir.
– Lo prometo, papa -solto Jimmy.
'Papa.' Brian, involuntariamente, apreto la medalla de San Cristobal. Llevaria esa medalla a su padre y se pondria bien. Entonces su padre buscaria a ese hombre, Jimmy, y le pegaria por haber sido tan malo con su hijo. Brian estaba seguro de ello.
– Lo prometo, papa -dijo con voz clara mientras sus dedos recorrian la imagen en relieve de aquella alta figura que llevaba al nino Jesus.
En la comisaria del Lower Manhattan, el puesto de mando de la busqueda de Jimmy Siddons, la creciente tension era evidente. Todo el mundo sabia perfectamente que Siddons no dudaria en matar otra vez si con ello facilitaba su huida. Tambien sabian que llevaba el arma que le habian pasado en la carcel.
'Armado y peligroso' era el pie impreso bajo su fotografia en las octavillas que estaban siendo distribuidas por toda la ciudad.
– La ultima vez recibimos dos mil pistas inutiles, y seguimos infructuosamente cada una de ellas. Y lo cogimos el pasado verano solo porque fue lo bastante idiota para asaltar una gasolinera en Michigan justo cuando habia un policia en el lugar -dijo Jack Shore a Mort Levy mientras observaba con disgusto como un equipo de agentes respondia al incesante flujo de llamadas de denuncia.
Levy asintio distraido.
– ?Hay algo mas sobre la novia de Siddons? -pregunto a Shore.
Hacia una hora, uno de los presos, companero de celda de Siddons, habia dicho a un guardian que Jimmy hablaba siempre de una novia llamada Paige, que, decia, se dedicaba al strip-tease.
Trataban de encontrarla en Nueva York, pero Shore tuvo la corazonada de que quiza hubiese estado liada con Siddons en Michigan, y se puso en contacto con las autoridades de alli.
– No, hasta ahora no hay nada nuevo, es probable que se trate de otro callejon sin salida.
– Jack, lo llaman de Detroit -grito una voz por encima del bullicio de la habitacion.
Los dos hombres se volvieron rapidamente. En dos zancadas, Shore llego a su escritorio y cogio el auricular.
Su interlocutor no perdio tiempo.
– Jack, soy Stan Logan, nos conocimos el ano pasado, cuando viniste para llevarte a Siddons. Quiza tenga algo que te interese.
– Veamos.
– ?Recuerdas que nunca supimos donde se ocultaba Siddons antes del atraco a la gasolinera? Pues bien, tal vez la pista de Paige sea la respuesta. Tenemos un informe de detencion a nombre de Paige Laronde, que se presenta como 'bailarina exotica'. Abandono la ciudad hace dos dias. Comento con una amiga que no sabia si volveria o no, que iba a encontrarse con su novio…
– ?Dijo donde? -lo interrumpio Shore.
– En California y que despues irian a Mexico.
– ?California y Mexico! Cono, si llega a Mexico nunca mas lo encontraremos.
– Nuestros hombres estan investigando en las estaciones de trenes y autobuses, asi como en el aeropuerto, a ver si damos con su pista. Te mantendremos informado -prometio Logan, y anadio-: Te mandare por fax el informe de detencion y sus fotografias publicitarias. No se las ensenes a tus hijos.
Shore colgo el telefono.
– Si Siddons se las ha ingeniado para salir de Nueva York esta madrugada, tal vez este ya en California o en Mexico.
– No creo que haya conseguido billete de avion a ultima hora en Nochebuena -le recordo Levy con cautela.
– Escucha, alguien le hizo llegar un arma a la carcel. Quiza esa misma persona le tenia preparados ropa, dinero y un billete de avion. Es posible que se las haya arreglado para llegar a un aeropuerto de Boston o de Filadelfia, donde no lo buscan. Supongo que se ha encontrado con su novia, y ahora mismo se dirigen al sur, a la frontera, si es que no estan ya comiendo enchiladas.
Y sigo diciendo que, de un modo u otro, la intermediaria tuvo que ser la hermana de Siddons.
Mort Levy, con el entrecejo fruncido, siguio con la mirada a Jack Shore, que se dirigia a la sala de comunicaciones a esperar el fax de Detroit. El siguiente paso seria enviar las fotos de Siddons y de su novia a la patrulla de fronteras en Tijuana, con el aviso de busca y captura de los dos.
'Pero todavia tenemos que cubrir la catedral, con una probabilidad entre un millon de que Jimmy haya sido honesto con su oferta de entrega', penso Mort. Por alguna razon, ninguna de las dos posibilidades -Mexico y entregarse- le parecia verosimil. Esa Paige, ?no seria lo bastante lista para mentir a su amiga por si la policia la interrogaba?
Acababan de traer el cafe y los bocadillos que habian pedido. Mort se agacho para coger el suyo de jamon y pan de centeno. Dos mujeres policias conversaban entre si.
Oyo que una de ellas, Lory Martini, decia:
– Todavia no hay rastro de ese nino desaparecido. Seguro que se lo habra llevado algun loco.
– ?Que nino desaparecido? -pregunto Levy. Escucho tranquilamente los detalles. Era la clase de asunto en que nadie del departamento era capaz de trabajar sin comprometerse emocionalmente. Mort, que tenia un hijo de siete anos, sabia como lo estaria pasando la madre. Y el padre, tan enfermo que ni siquiera le habian hablado de la desaparicion del pequeno. Y todo eso en Navidad. 'Dios mio, a algunas personas les suceden cosas espantosas', penso.
– Te llaman, Mort -grito una voz desde el otro extremo de la sala.
Mort, con el cafe y el bocadillo, volvio a su escritorio.
– ?Quien es? -pregunto mientras levantaba el auricular.