– Deberia decirles eso. Ofrecerles un poco de consuelo. Que sepan que estara bien.
– No creo que sirva para nada.
Ella aparto la mirada y mudo su expresion.
– Doctora Skylar.
– Uno de mis hijos huyo -dijo Edna Skylar-. Tenia diecisiete anos. ?Es cosa de la naturaleza frente a la educacion? Bueno, yo he sido muy mala madre. Lo se. Pero mi hijo fue un problema desde el primer dia. Se metia en peleas. Robaba en las tiendas. Le arrestaron a los dieciseis por robar un coche. Estaba metido en drogas, aunque yo no me entere de nada en su momento. En esa epoca todavia no se hablaba de trastornos de atencion, ni se hacia tomar Ritalin a los ninos ni nada. De haber sido posible, creo que lo habria hecho. En cambio reaccione apartandome y esperando que madurara algun dia. No me involucre en su vida. No le oriente.
Lo dijo con naturalidad.
– En fin, cuando se escapo, no hice nada. Casi lo esperaba. Paso una semana. Dos semanas. No llamo. No sabia donde estaba. Los hijos son una bendicion, pero tambien parten el corazon de forma inimaginable.
Edna Skylar callo.
– ?Que fue de el? -pregunto Myron.
– Nada excesivamente terrible. Finalmente llamo. Estaba en la Costa Oeste intentando convertirse en una gran estrella. Necesitaba dinero. Se quedo alli dos anos. Fracaso en todo lo que intento. Entonces volvio. Sigue siendo un desastre. Intento amarle, preocuparme por el, pero… -Se encogio de hombros-. La medicina es algo natural para mi. La maternidad no.
Edna Skylar miro a Myron. El vio que no habia terminado y espero.
– Ojala… -Se le quebro la voz-. Es un estereotipo espantoso, pero mas que nada desearia empezar de nuevo. Quiero a mi hijo, de verdad, pero no se que hacer por el. Puede que no tenga arreglo. Se lo frio que suena, pero cuando haces diagnosticos profesionales todo el dia, tiendes a hacerlos tambien en tu vida personal. Lo que quiero decir es que he aprendido que no puedo controlar a quienes amo. Por eso controlo a quienes no amo.
– No la sigo -dijo Myron.
– Mis pacientes -explico- son desconocidos, pero me importan mucho. No es porque sea una persona generosa o maravillosa, sino porque creo que son todavia inocentes. Y les juzgo. Se que esta mal, que deberia tratar a todos los pacientes de la misma manera y creo que lo hago. Pero el hecho es que, si en Google veo que alguno ha estado en la carcel o parece de poco fiar, intento derivarlo a otro medico.
– Prefiere a los inocentes -dijo Myron.
– Precisamente. Los que… Se lo mal que sonara, los que considero puros. O al menos mas puros.
Myron penso en sus propios razonamientos recientes, segun los cuales la vida de los Gemelos no tenia ningun valor para el, en todos los civiles que habria sacrificado para salvar a su hijo. ?Era muy diferente este razonamiento?
– Lo que intento decir es que pienso en los padres de esa chica, en los que ha dicho que no lo llevan muy bien, y me preocupan. Quiero ayudar.
Antes de que Myron pudiera responder, llamaron a la puerta. Se abrio y asomo la cabeza de un hombre de cabellos grises. Entro en la habitacion y dijo:
– Perdona. No sabia que tuvieras compania.
Myron se levanto.
– No pasa nada, carino -dijo Edna Skylar-, pero ?puedes volver dentro de un rato?
– Por supuesto.
El hombre de los cabellos grises tambien llevaba bata blanca. Miro a Myron y sonrio. Myron reconocio la sonrisa. Edna Skylar no era seguidora del baloncesto, pero ese hombre si. Myron le alargo la mano.
– Myron Bolitar.
– Oh, se quien es usted. Soy Stanley Rickenback, mas conocido como senor de la doctora Edna Skylar.
Se estrecharon la mano.
– Le vi jugar en Duke -dijo Stanley Rickenback-. Era increible.
– Gracias.
– No queria interrumpir. Solo queria saber si mi preciosa novia queria quedar conmigo para disfrutar de las delicias culinarias de la cafeteria del hospital.
– Ya me iba -dijo Myron. Despues-: ?Estaba con su esposa cuando vio a Katie Rochester?
– ?Esta aqui por eso?
– Si.
– ?Es agente de policia?
– No.
Edna Skylar se habia levantado. Beso a su marido en la mejilla.
– Hay que apresurarse. Tengo pacientes dentro de veinte minutos.
– Si, yo tambien estaba -dijo Stanley Rickenback a Myron-. ?Por que le interesa?
– Estoy investigando la desaparicion de otra chica.
– Vaya, ?otra chica que ha huido?
– Podria ser. Me gustaria oir su impresion, doctor Rickenback.
– ?De que?
– ?A usted tambien le dio la impresion de que Katie Rochester fuera una fugitiva?
– Si.
– Parece muy seguro -dijo Myron.
– Iba con un hombre. No hizo nada por escapar. Le pidio a Edna que no se lo dijera a nadie y… -Rickenback se volvio a mirar a su esposa-. ?Se lo has contado?
Edna hizo una mueca.
– Vamonos de una vez.
– ?Decirme que?
– Mi querido Stanley se esta haciendo viejo y senil -dijo Edna-. Se imagina cosas.
– Ja, ja, muy graciosa. Tu tienes tus conocimientos y yo los mios.
– ?Sus conocimientos? -pregunto Myron.
– No es nada -dijo Edna.
– Si que es algo -insistio Stanley.
– Bien -dijo Edna-. Cuentale lo que viste.
Stanley se volvio hacia Myron.
– Mi esposa le habra dicho que se dedica a estudiar caras. Por eso reconocio a la chica. Mira a las personas e intenta hacer un diagnostico. Para pasar el rato. Yo no hago lo mismo. Dejo el trabajo en el despacho.
– ?Cual es su especialidad, doctor Rickenback?
El sonrio.
– Ahi esta.
– ?Cual es?
– Soy tocoginecologo. Entonces ni siquiera lo pense. Pero cuando llegamos a casa, mire las fotos de Katie Rochester en la red. Las que entregaron a los medios. Queria comprobar que fuera la misma chica que habiamos visto en el metro. Por eso estoy bastante seguro de lo que vi.
– ?Que es?
De repente Stanley no parecia tan seguro.
– ?Lo ves? -Edna meneo la cabeza-. Eso es una tonteria.
– Podria ser -convino Stanley Rickenback.
– ?Pero? -insistio Myron.
– Pero o bien Katie Rochester habia engordado -contesto Stanley Rickenback- o es posible que este embarazada.
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