El casco se ajusto mas en mi cabeza, pero yo no sentia nada: su cinta flexible confundiase con mi piel. A pesar de tener mi cabeza cubierta por el casco y la seguridad de que la ventana de la habitacion estaba cerrada, un viento vespertino, como si hubiese irrumpido a traves de una ventana abierta, enfrio mi frente y removio mis cabellos.
De repente, se apago la luz, y una tiniebla insondable empezo a flotar en el ambito, rodeandome.
– ?Que sucede? -inquiri.
– Nada anormal, simplemente lo aislamos de la luz.
?Con que me aislaron? ?Una pared? ?Un gorro? ?Un capuchon? Toque mis parpados: el casco no cubria mis ojos. Extendi los brazos pero solo encontraron el vacio.
– Baje los brazos y no se inquiete. Ahora empezara a dormir.
Me acomode en el sillon y relaje mis musculos. Y, en realidad, comence a sentir la llegada del sueno, el acercamiento del nirvana, apagando todos los pensamientos, recuerdos, palabras y estrofas surgidas en mi mente extemporaneamente. Sin saber porque, recorde un poema: '
– ?Como esta el aparato?
– Algo borroso ha surgido en la pantalla.
– ?Y asi?
– Aun.
– Prueba la segunda graduacion.
– Esta bien.
– ?Y la luminosidad?
– Bien.
– Lo conectare por completo.
Las voces desaparecieron. Me sumergi en la nada silenciosa y sosegada, inundada por la espera de lo extraordinario.
UN SUENO LLENO DE SORPRESAS
Entreabri mis ojos y al momento los cerre: todo daba vueltas en una niebla color de rosa. Las luces de unas lucernas extendianse por el techo en una parabola resplandeciente. Un corro de mujeres en trajes negros y con los rostros imperceptibles, me rodeaba, gritandome con la voz de Olga: ?Que te pasa? ?Te sientes mal? Abri lo posible mis parpados. La niebla se desvanecio. Las lucernas se hicieron una: ahora era un punto que pendia en el techo. El corro de mujeres, aplastandose, se fundia en una sola mujer con la sonrisa y la voz de Olga.
– ?Donde estamos? -le pregunte.
– En la recepcion.
– ?Donde?
– ?Sera posible que lo hayas olvidado? En la recepcion de la embajada de Hungria. En el 'Metropol'.
– ?Y para que?
– ?Dios mio! ?Pero si nos mandaron la invitacion al banquete hoy por la manana! Yo tuve tiempo hasta de ir a la modista. Y tu lo has olvidado todo.
Yo tenia la seguridad de que no nos habian mandado por la manana ninguna invitacion. O ?quizas por la tarde, cuando regrese de donde Nikodimov? ?Que me pasa? ?Me esta fallando de nuevo la memoria?
– ?Y que paso?
– Bueno, como en la sala nos sofocabamos, propusiste salir al aire libre. Vinimos aca, al hall, y empezaste a sentirte mal.
– Que raro.
– No, no tiene nada de raro. En aquella sala no se puede ni respirar y tu tienes un corazon muy debil. ?Quieres beber algo?
– No se.
Olga me parecia verdaderamente extrana con este traje nuevo que veia por primera vez. Pero, ?a que hora pudo haber salido de casa, si yo estuve alli todo el tiempo y no lo note?
– Espera un minuto, te traere narzan
Se alejo, desapareciendo tras una puerta. Continue mirando confuso el conocido hall del restaurante. Lo conocia, mas esto no aligeraba mi situacion. No podia recordar, cuando los hungaros nos mandaron los billetes. Ademas, ?por que razon; si yo no era un individuo famoso, ni academico, ni un deportista conocido? Sin embargo, a pesar de esto, Olga lo tomo como algo corriente y logico, que cae por su propio peso.
Cuando Olga aparecio con el narzan, yo aun permanecia parado en el hall. Ella tenia la impresion de desear con vehemencia regresar a la reunion.
– ?Y que? ?Viste personas conocidas?
– Estan todos los jefes -repuso ella animada-: Fiodor Ivanovitch, Raisa y hasta el viceministro.
Si yo no conocia a Fiodor Ivanovich y a Raisa, tanto menos al viceministro. Pero sin osar hablar de esto pregunte tan solo:
– ?Por que el viceministro esta aqui?
– Fue el quien nos envio la invitacion, pues nuestra policlinica es del ministerio. Seguramente sobraban invitaciones.
Olga no trabajaba en la Policlinica de un ministerio sino en una de las tantas policlinicas de la region. Esto lo sabia con exactitud, pues en un tiempo la habian invitado a trabajar en la policlinica de un ministerio, a lo que se nego.
– Olga, vuelve alla -le insinue-. Yo paseare un poro: respirare aire fresco.
Sali a la calzada y empece a fumar. En el asfalto nadaban revolcandose las luces amarillas de los faros. Por mi lado cruzo un trolebus de dos pisos, rojo como los de Londres, de un tipo que nunca habia visto por nuestras calles: en su costado, arriba y abajo de la linea de ventanas, un letrero anunciaba: Vea la nueva pelicula francesa '
A lo lejos, a la izquierda del teatro Bolshoi. brillaba un cuadrado gigantesco de neon, por el que corrian, en el aire, letras luminosas con noticias: '…Terremoto en la India… Un gruno de medicos especialistas vuela a la India…'. Era un periodico luminoso. Y, de nuevo, ignoraba cuando lo habian instalado.
– ?Estas tomando el fresco? -me pregunto una voz conocida.
Al darme vuelta, vi a Klionov, quien habia salido del restaurante.
– Si -le conteste.
– Yo me voy -afirmo-. No puedo beber a causa de mi ulcera. Lo salude, y es suficiente.
– ?A quien saludaste?
– A Kemenesh, el que nos invito… El nuevo agregado de prensa.
Tibor Kemenesh, un estudiante hungaro que hablaba ruso, fue nuestro cicerone en Budapest. Recorri con el la desconocida ciudad, despues que me dieron de alta en el hospital donde estaba convaleciente. Pero, ?cuando Kemenesh habia sido nombrado agregado de prensa de la embajada hungara en Moscu? ?Y por que solo ahora me enteraba de esto?
– La gente progresa y nosotros nos estancamos, viejo -asevero Klionov suspirando-. Estamos siempre en un circulo vicioso.
– A proposito de circulo vicioso. No podremos escribir el articulo -le dije.
– ?Cual articulo?
– El articulo sobre Nikodimov y Zargarian.
Klionov lanzo una carcajada tan fuerte, que los transeuntes se volvieron para vernos.
– ?Pero que tipo mas original! ?Ya encontro sobre quien escribir! Viejo, pero si Nikodimov encadeno en su casa