expediente a Jackson y lo comento con Doreen y Ron. Les explico el procedimiento estandar para realizar un, escaner y luego les relato la conversacion que habia mantenido con el medico de urgencias.

– ?Que deberiamos hacer? -pregunto Doreen.

Treet sabia que acabarian preguntandoselo, sabia que sus amigos le pedirian que juzgara la actuacion de otro medico, y hacia dias que habia decidido ser lo mas sincero posible.

– Deberian haberlo traido aqui de inmediato para extraerle el coagulo de sangre. Es neurocirugia, pero es un procedimiento relativamente rutinario. Josh habria vuelto a casa dos dias despues de la operacion, completamente curado y sin sufrir danos.

– La tomografia se la hicieron a las ocho de la tarde del viernes -dijo Ron- y tu viste a Josh en Brookhaven unas nueve horas despues, ?no?

– Mas o menos.

– Entonces, ?la presion fue aumentando en su craneo durante nueve horas?

– Si.

– ?Y la compresion del coagulo de sangre dana el cerebro?

– Si.

Se hizo un profundo y largo silencio mientras sacaban la conclusion evidente.

– Calvin, ?que harias tu si fuera tu hijo? -acabo preguntando Ron.

– Demandar a esos cabrones. Es una negligencia grave.

– No puedo demandarlos, Calvin. Quedaria en completo ridiculo.

Tras un partido de squash, una ducha y un masaje en el gimnasio del Senado, Myers Rudd subio a una limusina y tuvo que soportar el trafico de la tarde como cualquier otro. Una hora despues, llego a la terminal aerea de Dulles, donde embarco en un Gulfstream 5, la mas reciente adquisicion de la flota del senor Carl Trudeau. El senador ni sabia quien era el dueno del avion privado, ni conocia al senor Trudeau, lo que en la mayoria de las culturas habria resultado extrano teniendo en cuenta la cantidad de dinero que Rudd habia recibido de ese hombre. Sin embargo, en Washington, el dinero llega a traves de una miriada de conductos extranos y difusos. A menudo, quienes lo reciben solo tienen una vaga idea de su procedencia, y otras veces ni la mas minima. En la mayoria de las democracias, la transferencia de tales cantidades de dinero se consideraria una flagrante corrupcion, pero en Washington la corrupcion ha sido legalizada. El senador Rudd ni sabia ni le importaba si alguien era su dueno. Acumulaba mas de once millones de dolares en el banco, dinero que acabaria por embolsarse si no se veia obligado a malgastarlo en alguna frivola campana. A cambio de tal inversion, Rudd mantenia un historial de voto impecable en todas las materias relacionadas con la industria farmaceutica, quimica, petrolifera, energetica, las companias de seguros, los bancos, o lo que fuera.

Sin embargo, era un hombre del pueblo.

Esa noche viajaba solo. Las dos auxiliares de vuelo le sirvieron cocteles, langosta y vino, y apenas habia acabado de cenar cuando el Gulfstream inicio el descenso hacia el aeropuerto internacional de Jackson. Lo esperaba otra limusina y, veinte minutos despues de aterrizar, el senador se bajo en una entrada lateral del University Medical Center. Encontro a Ron y a Doreen en una habitacion de la tercera planta, mirando la television, sin verla, mientras su hijo dormia.

– ?Como esta el crio? -pregunto con gran afecto, mientras ellos se ponian en pie, agotados, e intentaban adecentarse.

Se habian quedado mudos de asombro al ver aparecer alli al gran hombre, de repente, a las nueve y media de la noche de un martes. Doreen no encontro los zapatos.

Charlaron en voz baja sobre Josh y su evolucion. El senador dijo que estaba en la ciudad por negocios, ya de vuelta a Washington, pero habia oido la noticia y no habia podido menos que pasarse un momento para hacerles una breve visita. Les conmovio su presencia. De hecho, estaban muy nerviosos y todavia no se lo creian.

Una enfermera rompio el hechizo y anuncio que era hora de apagar la luz. El senador abrazo a Doreen, le pellizco una mejilla, le estrecho la mano con fuerza, le prometio hacer todo lo que pudiera para ayudar y luego salio de la habitacion acompanado de Ron, que se sorprendio al no ver a su sequito esperandolo en el pasillo. Ni un solo empleado, recadero, guardaespaldas, chofer. Nadie.

El senador habia venido de visita, solo. El gesto significo mucho para Ron.

Rudd ofrecio el mismo saludo breve e identica sonrisa de plastico a todos con los que se cruzaban por el pasillo. Aquella era su gente y el sabia que lo adoraban. El senador empezo a despotricar sobre una discusion trivial en el Congreso y Ron fingio sentirse fascinado, aunque en realidad deseaba que el hombre se fuera. En la puerta de salida, Rudd le deseo lo mejor, le prometio que rezaria por la familia y volvio a ofrecerle su ayudar para lo que fuera.

– Por cierto, juez -dijo el senador, como si acabara de ocurrirsele en ese momento, mientras se estrechaban la mano-, convendria que zanjaras el caso Krane.

Ron se quedo boquiabierto, con la mano flacida, intentando encontrar una respuesta. Ron trataba de mantenerse a flote cuando el senador acabo de despedirse.

– Se que haras lo correcto. Esas sentencias estan acabando con nuestro estado.

Rudd le dio una palmadita en el hombro, lo obsequio con otra de sus sonrisas de plastico, salio por la puerta y desaparecio.

De nuevo en la limusina, Rudd ordeno al conductor que se dirigiera hacia el norte de la ciudad, a una urbanizacion donde pasaria la noche, junto con su amante de Jackson. Luego volveria a toda prisa a Washington en el Gulfstream, a primera hora de la manana.

Ron se tumbo en el catre e intento encontrar la postura para pasar otra larga vigilia. El patron de sueno de J osh se habia vuelto tan irregular que cada noche era una nueva aventura. Cuando la enfermera hizo la ronda a medianoche, tanto el padre como el hijo estaban despiertos. Doreen, por fortuna, estaba en el motel, profundamente dormida gracias a las pastillitas verdes que las enfermeras les proporcionaban a escondidas. Ron se tomo una y la enfermera dio a Josh su sedante.

En la sombria oscuridad de la habitacion, Ron intento explicarse la subita aparicion del senador Rudd. ?Se trataba solo de la visita de un politico arrogante que cruzaba la linea para ayudar a un gran contribuyente? Rudd no vacilaba en aceptar dinero de quien quisiera darselo, legalmente, por lo que no le sorprenderia que se hubiera llevado una buena tajada de Krane.

?O habia algo mas? Krane no habia contribuido con un solo centavo a la campana de Fisk. Tras las elecciones, Ron habia repasado minuciosamente los informes despues de que tambien a el le sorprendiera la cantidad recaudada y gastada. Habia discutido y se habia peleado con Tony sobre la procedencia del dinero, pero Zachary insistia una y otra vez en que todo estaba en los informes, y Ron los habia examinado a conciencia. Los contribuyentes eran ejecutivos, medicos, abogados y grupos de presion, todos ellos partidarios de la limitacion de la responsabilidad. Ya lo sabia cuando empezo la campana.

Se olio una conspiracion, pero el cansancio finalmente pudo con el.

Entre las profundas tinieblas de un sueno inducido por los farmacos, Ron oyo un ruidito repetitivo y continuo que no supo identificar. Clic, clic, clic, el mismo sonido una y otra vez, y muy rapido. Cerca.

Alargo la mano en la oscuridad y, al tocar la cama de J osh, se puso en pie de un salto. Gracias a la tenue luz que entraba por el bano, vio que su hijo sufria un ataque espeluznante. Todo su cuerpo se convulsionaba con violencia. Tenia el rostro contraido en una mueca, la boca abierta y la mirada perdida. El traqueteo subio de intensidad. Ron pulso el boton para avisar a las enfermeras y luego asio a Josh por los hombros, para intentar tranquilizarlo. Estaba atonito ante la virulencia del ataque. Dos enfermeras entraron corriendo y se hicieron cargo de la situacion. Las siguio una tercera, acompanada de un medico. Poco podia hacerse, aparte de introducir un depresor en la boca de J osh para impedir que se mordiera la lengua.

Ron no pudo seguir mirando y retrocedio hasta un rincon, desde donde contemplo a su hijo gravemente enfermo oculto en una marana de manos solicitas mientras la cama seguia agitandose y los barrotes no dejaban de traquetear. El ataque empezo a remitir y las enfermeras enseguida le lavaron la cara con agua fria, hablandole con ternura. Ron salio de la habitacion e inicio otra y mecanica excursion por los pasillos.

Los ataques se repitieron de manera intermitente durante veinticuatro horas, hasta que se detuvieron de

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