por los pasillos del hospital para estirar las piernas y tratar de mantenerse despierto. Encontro otra sala de espera para los familiares de los pacientes de pronostico leve. Era mucho mas acogedora, el mobiliario era mas bonito y habia mas maquinas expendedoras. Su cena consistio en un refresco bajo en calorias y en una bolsa de galletas saladas. Estaba masticandolas, con la cabeza en otra parte, cuando se le acerco un nino pequeno que parecia a punto de tocarle la rodilla.
– Aaron -lo llamo su madre, con sequedad, desde el otro extremo de la sala-. Ven aqui.
– No pasa nada -dijo Ron, sonriendo al nino, que se aparto rapidamente.
Aaron. El nombre le trajo un recuerdo. Aaron era el chico que habia recibido el impacto en la cabeza de una pieza de metal que habia salido despedida de una desbrozadora. Lesion cerebral, discapacidad permanente y la ruina economica para la familia. El jurado habia considerado responsable al fabricante y el juicio habia tenido una sentencia clara. En este momento, el juez Fisk no recordaba por que habia votado con la mayoria con tanta tranquilidad para revocar la sentencia.
Entonces, hacia apenas dos meses, jamas habia sentido el dolor de un padre por un hijo que padecia una lesion grave. O el miedo de perderlo.
Ahora, en medio de esta pesadilla, Aaron se le aparecio bajo otra luz. Al leer los informes medicos del caso, lo habia hecho desde la comodidad de su despacho, muy alejado de la realidad. El nino sufria lesiones de gravedad, lo que era una lastima, pero los accidentes ocurren a diario. ?Podria haberse prevenido el accidente? Asi lo creyo entonces y asi lo seguia creyendo en estos momentos.
El pequeno Aaron volvio a la carga, mirando embobado la bolsa de galletas, que temblaba.
– ?Aaron, deja a ese senor ahora mismo! -le grito la madre. Ron miro las temblorosas galletas.
Se podria haber prevenido el accidente y asi deberia haber sido. Si el fabricante hubiera cumplido la normativa vigente, la desbrozadora habria sido mucho mas segura. ?Por que habia protegido al fabricante?
El caso ya habia pasado, habia sido desestimado por cinco hombres supuestamente sensatos, ninguno de los cuales habia demostrado jamas ni una pizca de compasion por los que sufrian. Se pregunto si los otros cuatro - Calligan, Romano, Bateman y Ross- se habrian paseado alguna vez por las salas sepulcrales de un hospital a cualquier hora del dia o de la noche, a la espera de la noticia de si su hijo viviria o moriria.
No, no lo habian hecho. Si no, no serian lo que son ahora.
El domingo cedio el paso lentamente al lunes. Empezaba una nueva semana, aunque por completo diferente a cualquiera anterior. Ron y Doreen se negaron a abandonar el hospital durante mas de una o dos horas. Josh no evolucionaba bien y temian que cada visita que hacian a su cama fuera la ultima en que lo vieran con vida. Los amigos les llevaron mudas, comida, periodicos y se ofrecieron a quedarse alli si los Fisk querian ir a casa a descansar unas horas. Sin embargo, Ron y Doreen se mantuvieron firmes y siguieron adelante con determinacion, como zombis, convencidos de que Josh estaria mejor si los tenia cerca. Cansados y ojerosos, se les agoto la paciencia para recibir al desfile de visitas y empezaron a esconderse por el hospital.
Ron llamo al despacho e informo a su secretaria de que no sabia cuando iba a volver. Doreen le comunico a su jefe que se tomaba un permiso. Cuando este le explico, con delicadeza, que segun la politica de la empresa no se concedian tales permisos, ella le informo, con educacion, que habia llegado el momento de cambiar dicha politica. El hombre accedio de inmediato.
El hospital se encontraba a quince minutos del edificio Gartin y el martes por la manana Ron se paso por alli para echar un rapido vistazo a lo que tenia encima de la mesa, donde se habian acumulado unas cuantas pilas nuevas de papeles. Su letrado principal le leyo la lista de los casos pendientes, pero Ron parecia distraido.
– Creo que vaya tomarme un permiso. Hablalo con el jefe -le indico alletrado-. De unos treinta dias, tal vez sesenta. No puedo concentrarme en esto ahora.
– Si, no te preocupes. Esta manana tenias planeado concurrir en el caso Baker contra Krane.
– Puede esperar. Todo puede esperar.
Consiguio salir del edificio sin ver a ningun otro miembro del tribunal.
La edicion del martes de
Sin embargo, las habladurias que circulaban por internet no tardaron en rellenar los huecos. Se decia que un bate de beisbol prohibido habia tenido algo que ver, se especulaba sobre una lesion cerebral grave y corria por ahi la declaracion de alguien del Henry County General Hospital segun la cual los medicos de ese centro la habian cagado. Tambien corrian un par de descabelladas teorias segun las cuales el criterio juridico del juez Fisk habia sufrido una conversion drastica. Un rumor aseguraba que estaba a punto de renunciar a su cargo.
Wes Payton seguia atentamente el desarrollo de los acontecimientos desde su despacho. Su mujer no. Mary Grace se volcaba en el trabajo y utilizaba otros casos para distraerse, pero Wes estaba obsesionado con la historia de Josh. Como padre, no queria ni imaginar el horror por el que estaba pasando Fisk, pero al mismo tiempo tampoco podia evitar preguntarse como iba a afectar aquella tragedia al caso Baker. No esperaba un cambio radical de postura por parte de Ron Fisk, pero la esperanza era lo ultimo que se perdia.
Habian rezado todo lo que sabian y solo les faltaba pedir un milagro. ?Podria ser aquel?
Siguieron esperando. Cualquier dia de aquellos tomarian la decision.
A primera hora de la tarde del martes, Josh empezo a mostrar signos de mejora. Estaba despierto, lucido y no tenia problemas para ejecutar ordenes. No podia hablar por culpa del tubo de respiracion, y no se estaba quieto, lo que era una buena senal. La presion del cerebro se habia reducido hasta niveles que podian considerarse casi normales, aunque el equipo medico les habia avisado de que quiza pasarian dias, tal vez incluso semanas, antes de atreverse a ofrecerles un pronostico a largo plazo.
Ya que Josh estaba despierto, los Fisk decidieron pasar la noche en casa, animados por medicos y enfermeras. La hermana de Doreen se ofrecio a quedarse en la UCI, a cuatro metros de la cama de su sobrino.
Salieron de Jackson aliviados de abandonar el hospital y con ganas de ver a Zeke y a Clarissa. Hablaron de que prepararian de cena, de las largas duchas que iban a tomarse y de su comoda cama. Se prometieron aprovechar las proximas diez horas porque la pesadilla no habia hecho mas que empezar.
Sin embargo, no iba a resultarles tan facil relajarse. El movil de Ron sono cuando apenas habian salido de Jackson. Era el juez Calligan, que inicio la conversacion con un largo e interminable cuestionario sobre el estado de Josh. Le transmitio las condolencias de todos los del tribunal y le prometio pasarse por el hospital en cuanto pudiera. Ron se lo agradecio, pero enseguida tuvo la sensacion de que la llamada tenia un motivo laboral.
– Solo un par de cosas, Ron -dijo Calligan-, aunque ya se que ahora mismo estas ocupado en otros asuntos.
– Ya lo creo.
– Por aqui no hay nada demasiado urgente, salvo un par de causas. Parece que el proceso sobre los vertidos toxicos de Bowmore esta en tablas, cuatro a cuatro. Supongo que era de esperar. Me preguntaba si ibas a concurrir conmigo en este caso.
– Creia que Romano tambien iba a redactar su opinion.
– Si, va a hacerlo, de hecho ya ha terminado, igual que Albritton. Todas las opiniones estan listas, pero necesitamos la tuya.
– Deja que lo consulte con la almohada.
– De acuerdo. Lo otro es ese caso de la residencia de ancianos del condado de Webster. Un nuevo empate, cuatro a cuatro.
– Un caso muy desagradable -dijo Ron, indignado.
Un nuevo pleito relacionado con un hogar de ancianos, donde habian encontrado a un paciente practicamente abandonado por el personal, medio desnutrido, tendido en sus propias heces, cubierto de ulceras, sin medicacion y desvariando. La empresa duena del centro habia reportado grandes beneficios, lo que sorprendio mucho al jurado, teniendo en cuenta, tal como quedo demostrado, lo poco que se invertia en la atencion de los pacientes. El maltrato que sufrian los ancianos en esa residencia era tan flagrante que Ron se sintio asqueado solo de