La voz de Macee interrumpio su triste ensonacion.

—?Sabes, Indigo? Me satisface verte de nuevo dispuesta a volver al mar despues de todos estos anos. —La diminuta mujer sonreia de oreja a oreja—. Igual que en los viejos tiempos, ?eh?

—Si. —Indigo le devolvio la sonrisa—. Igual que en los viejos tiempos.

—Y un barco nuevo bajo nuestros pies, y un buen viento del nordeste para empujarnos en nuestro camino — anadio Macee—. ?Habra mucho que contar cuando lleguemos a Davakos! —Paseo la mirada por la habitacion, y al jardin que desplegaba las mejores galas del verano al otro lado de los abiertos ventanales, y sus ojos adquirieron una expresion sonadora—. Voy a regresar el ano proximo, para ver el Templo de nuevo cuando las restauraciones hayan finalizado. Se lo prometi a Ella. Y le traere una ofrenda como jamas se habra visto en Simhara, ten presente mis palabras, porque lo hare. Y vere a nuestros amigos de nuevo, y les dire que llegaste perfectamente: he prometido tambien eso. Y... —Se interrumpio, y se llevo una mano con gesto impaciente a las mejillas adornadas por sendos diamantes—. ?Oh, maldicion! —Sollozo.

Se vio salvada de una mayor turbacion al abrirse las puertas damasquinadas situadas al otro extremo de la habitacion y penetrar en la sala un pequeno grupo de personas. Todos llevaban ropas de ceremonia, y el Takhan, en el centro, resplandecia con sus vestiduras verdes, con una capa de ceremonias en hilo de oro bordeada de esmeraldas echada sobre un hombro. A su lado iba Phereniq, el torques de oro de la Regente de Khimiz destacando vivamente sobre el azul oscuro de su vestido, Indigo y Macee se pusieron de pie... y Luk Copperguild dejo a un lado su dignidad y echo a correr para abrazar a ambas en un abrazo que no le debia nada al protocolo pero si todo al amor.

—?No se que deciros! —confeso cuando por fin las solto—. Habia preparado un discurso, pero no puedo quedarme aqui y decir adios de una manera tan formal; no me parece nada bien. ?Lo que... lo que yo deseo es que no os tuvieseis que ir!

Macee retrocedio unos pasos, consciente de que las palabras del joven Takhan eran mas para Indigo que para ella, e Indigo y Luk permanecieron con las manos cogidas, ambos intentando sonreir.

—Nunca te olvidare, Indigo —dijo Luk—. Todo Khimiz jamas olvidara lo que hiciste.

Ella lo contemplo, orgullosa de su juvenil fervor y profundamente conmovida por la energia interior que veia bajo la incertidumbre de su mirada. Sabia que luk habia sido reacio a aceptar el manto de su nueva posicion; pero tambien sabia que el Consejo de palacio habia hecho una eleccion acertada. Como primo en primer grado del antiguo Takhan al que Augon Hunnamek habia depuesto, y el miembro varon superviviente de mas edad de la familia Copperguild, el trono de Khimiz le pertenecia a Luk por derecho de nacimiento.

Y aunque el tiempo no borraria por completo sus tristes recuerdos, los dejaria a un lado por el bien de su gran responsabilidad. Seria un buen gobernante. Y Phereniq ayudaria a que sus heridas cicatrizasen.

Luk siguio:

—Intentaras regresar, ?verdad? ?Algun dia?

—Eso espero, Luk. —Realmente lo pensaba—. No existe nada que me guste mas.

—Te recordare en todas mis oraciones a la Madre del Mar. ?Oh, Indigo, que Ella te proteja siempre! —Y le arrojo los brazos alrededor del cuello otra vez, las lagrimas centelleando en sus ojos.

La muchacha se habia despedido en privado de Phereniq a primeras horas del dia, de modo que mientras se abrazaban por ultima vez ninguna de las dos pudo encontrar palabras para expresar sus sentimientos., Al tiempo que besaba la arrugada mejilla de la astrologa, Indigo le murmuro:

—Cuida de el, Phereniq.

—Lo hare, como si fuera mi propio hijo. —Callo un instante—. Podemos hacer mucho para consolarnos el uno al otro, Luk y yo; porque ambos sabemos lo que es perder a aquello a lo que amamos. Con el tiempo dejara de llorar a Jessamin.

—?Y tu...?

—?Yo? ?Yo pasare el resto de mis dias como quiera la Gran Madre! ?Que mas puede pedir cualquiera de nosotros? Pero creo que habra buenos momentos junto con los tristes. —Sonrio, parpadeando rapidamente, y oprimio los antebrazos de Indigo—. Sera mejor que zarpes, querida amiga, o perderas la marea. Adios. Y que la Diosa te bendiga.

En la litera cerrada que las condujo al puerto, ninguna de las dos tuvo nada que decir. Incluso Grimya, tumbada junto a Indigo, con la cabeza apoyada en el regazo de su amiga, parecia absorta en sus propios pensamientos. Recordaba el ultimo abrazo que habia recibido de Luk y de Phereniq, y deseaba haberles podido decir palabras de despedida en lugar de limitarse a lamerles manos y rostros. Macee se habia negado en redondo a llorar pero habia estado peligrosamente cerca de ello; mientras Indigo, que si habia estado preparada para llorar, por el contrario habia experimentado una sensacion de intenso fervor, aunque eso si, tenida por una profunda pena, que mantenia las lagrimas bajo control.

En el muelle se habia reunido un gran numero de personas. Macee habia esperado poder zarpar sin una multitud que las despidiera, pero habia corrido la voz de que las tres heroinas de Khimiz zarpaban con la marea de la tarde, y cuando descendieron de la litera, parpadeando bajo la potente luz del sol, fueron recibidas con vitores entusiastas. Algunas personas arrojaron flores, y Macee recogio un ramillete de madreselvas y enterro su nariz en el para disimular su embarazo mientras recorrian los pocos metros que las separaban del extremo del muelle y de la plancha que las aguardaba. El Orgullo de Simhara, esplendido bajo su capa de pintura fresca y velas recien estrenadas y con su nombre esmaltado en brillantes colores a ambos lados de la proa en khimizi y en davakotiano, se balanceaba sobre el oleaje como si estuviera ansioso de ponerse en marcha, y su tripulacion —la mayoria davakotianos, la mitad de ellos mujeres, y todos escogidos personalmente por Macee de entre la poblacion marinera itinerante de Simhara— recibia con gritos y saludos a su capitan desde la cubierta.

Mientras subia a la plancha, Grimya levanto la cabeza y olfateo los aromas entremezclados de alquitran y salmuera y madera y pintura que eran una mezcla familiar a bordo de cualquier nave. Luego lanzo un suave y satisfecho ganido, y se sacudio antes de mirar a Indigo.

«Me gusta el mar», le comunico, y habia una nueva nota en su voz mental, un toque de anhelo. «Sera bueno volver a navegar.»

Indigo sonrio.

«Si», repuso. «Creo que es probable que asi sea.»

Y habria tiempo suficiente durante el viaje para recuperar aquella evasiva paz que en una ocasion habia conocido, aunque solo fuera durante un corto espacio de tiempo. En cuanto al futuro... Bien, no pensaria en el futuro todavia; no hasta que el pasado quedara realmente atras.

Mientras Macee empezaba a gritar sus ordenes a la tripulacion del barco y las velas se elevaban ruidosas por los mastiles, Indigo contemplo por ultima vez el gran puerto de Simhara. La luz del sol reflejada en los elevados y elegantes edificios; el distante resplandor de la gran cupula coronaba el Templo de los Marineros. Las imagenes de Leando, Karim, Augon Hunnamek, incluso la de Jessamin en su forma humana, se alzaron en su mente, y sintio una gran tristeza. Pero la maldicion estaba rota: los negros nubarrones habian desaparecido de Khimiz, y despues de la tragedia habria un nuevo principio.

Un grito estentoreo procedente del centro del barco le hizo volver la cabeza, y escucho gritar a Macee:

—?Levad el ancla!

La gruesa cadena chirrio mientras tiraban de ella, y luego llego el grito:

—?Ancla levada! ?Soltad amarras y vamonos!

La cubierta cabeceo y se balanceo bajo los pies de Indigo; las velas crepitaron y se hincharon, y un nuevo clamor de alegria se elevo desde el muelle cuando el Orgullo de Simhara empezo a virar y dirigio la proa a mar abierto. Se agitaban las manos, la gente chillaba sus adioses y bendiciones... y al fondo de la multitud, Indigo vislumbro de repente un destello que no parecia encajar con la colorida escena. Un destello plateado; se quedo rigida, entrecerrando los ojos; y entonces, cuando una parte de la muchedumbre se movio, pudo verlo con mas claridad.

Una pequena figura solitaria detras de la masa de gente. No podia ver sus facciones con claridad, pero no era mas alta que un nino. Y la cabellera plateada que brillaba como un halo bajo el sol fue la confirmacion definitiva.

Separada de las buenas gentes del muelle, que ni siquiera eran conscientes de su presencia, Nemesis miraba en direccion a la nave que partia, e Indigo percibio el odio que emanaba de su mente, como un helado soplo de aire que atravesara la distancia cada vez mayor entre la nave y la orilla. Luego la siniestra figura desaparecio, como si no se hubiera tratado mas que de una alucinacion momentanea, y el sol brillo sobre el espacio vacio que habia

Вы читаете Infanta
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×