lentamente movido por el viento. Seda... El corazon le dio un brinco y levanto la cabeza.

Sobre ella, los mastiles rotos se destacaban con claridad entre los pocos jirones de vela que aun permanecian sujetos a ellos. Y mas arriba aun, mas alla de los palos dentados, se apreciaba un resplandor suave y difuso que, descubrio con sorpresa, no era otra cosa que la cupula del Templo de los Marineros.

Habian regresado. Alrededor, las paredes del templo brillaban con la suave luz de sus eternas lamparas. Delante de ellos, las puertas estaban abiertas mostrando una silenciosa oscuridad mitigada por un pequeno numero de estrellas y el debil resplandor de las farolas del muelle. Oia el murmullo del mar, profundo y feroz pero sin embargo reconfortante a la vez. Y el barco...

Se volvio en redondo, muy despacio, mientras su aturdida mente asimilaba de forma paulatina lo que veian sus ojos. El barco habia cambiado otra vez. Volvia a estar sobre sus pilastras de marmol, era una vez mas el altar que habia embellecido el Templo de los Marineros durante siglo. Incrustaciones de filigrana centelleaban sobre la cubierta. Una corteza de piedras preciosas brillaba en la barandilla. Una driza, que pendia suelta y golpeaba con suave ritmo contra los restos del palo mayor, estaba ensartada de brillantes cintas y adornada con tallas, chucherias, incontables ofrendas diminutas. Abollada, destrozada, sus velas desgarradas, sus mastiles rotos y su cubierta agujereada en varios sitios, la nave-altar descansaba en su antiguo lugar, su trabajo terminado y su promesa cumplida.

Y el demonio...

Indigo miro de nuevo en direccion a las puertas y al puerto que se veia desde ellas, y supo

la respuesta a su pregunta. El cielo empezaba a palidecer, las estrellas a desvanecerse mientras los primeros atisbos de los rayos del sol se abrian paso por el este. La conjuncion habia pasado, el eclipse habia terminado, y el demonio no habia regresado... porque estaba muerto. Los anos de espera, de busqueda, de prueba, habian terminado; y la cosa que habia nacido de la oscuridad bajo una luna negra habia sido por fin destruida.

Se volvio hacia Grimya, que permanecia sentada contemplandola con ojos que le comunicaban su comprension sin necesidad de palabras. Sin decir nada abrazo a la loba, apreto su rostro contra el espeso y humedo pelaje, presiono con tanta fuerza como sus agotadas energias le permitian. Aunque la llama del triunfo ardia ahora, habia aun una sensacion de vacio detras de ella, el saber que, para ellas, este solo era un paso mas de un largo, largo camino. Y se sintio tan cansada. Unas suaves pisadas le hicieron levantar la cabeza, y vio a Phereniq de pie a pocos pasos de distancia. Al igual que Indigo y Grimya, los cabellos y las ropas de la astrologa estaban empapados de agua de mar; pero su rostro estaba sereno y sus oscuros ojos tenian una expresion de afecto.

—Indigo... —Parecia incapaz de encontrar mas palabras para expresar lo que sentia; entonces una leve y triste sonrisa aparecio en sus labios—. Ha sido vengado —anadio en voz baja.

Indigo se puso en pie. Queria abrazar a Phereniq de la misma forma que habia abrazado a Grimya, pero cuando dio un paso adelante Phereniq retrocedio un poco, y comprendio que este no era el momento adecuado.

—Los otros estan bien —dijo Phereniq. Su voz era tremula, pero entonces cambio a cuestiones mas mundanas y su autocontrol regreso—. Macee se ha hecho dano; creo que se ha roto el brazo, pero he encontrado una tablilla provisional y de momento le servira. Luk no ha sufrido el menor dano pero... sospecho que preferira estar a solas durante un rato. — Su mirada se encontro de nuevo con la de Indigo—. ?Sabes lo que hizo?

—Si. Debe de haber necesitado mas valor para ello que... —Se detuvo, sacudio la cabeza, y luego anadio en voz muy baja, casi para si:

—Leando habria estado orgulloso de el.

Un poco mas tarde, Indigo y Grimya descendieron las escaleras, recuperadas ahora y vueltas a colocar en su sitio al costado del barco. Phereniq atendia a Macee, haciendo que se sintiera lo mas comoda posible hasta que hicieran venir a hombres para ayudar a bajarla, y Luk, por el momento, estaba mejor a solas.

Indigo y Macee no habian intercambiado mas que algunas palabras, pero fueron suficientes. La amplia sonrisa de la menuda davakotiana, acompanada por un juramento ahogado al intentar imprudentemente mover el brazo roto, habia borrado pasadas enemistades, y ya no se iba a hablar mas de remordimiento o de perdon. Macee habia hecho tan solo una peticion que Indigo estaba ahora a punto de cumplir.

—Ve y dale las gracias de mi parte —habia dicho, y sus ojos se arrugaron con una familiar mueca traviesa—. Tu sabes cuales son las palabras adecuadas; yo no soy mas que un marinero vulgar y no se nada de rituales. Dale las gracias. ?Y dile que Ella es el mejor miembro de mi tripulacion que he tenido jamas!

El gigantesco mascaron del barco no era mas que esto ahora: una talla de madera exquisita pero inmovil y sin vida. Pero cuando se coloco a la sombra de la proa y levanto la mirada, Indigo lanzo una sorprendida exclamacion. El hermoso rostro y la ondulante mata de cabello del mascaron continuaban igual, pero solo a pocos centimetros de los hombros de la figura la madera estaba astillada y rota, nada excepto pedazos rotos, quedaban alli donde habian estado sus elegantes brazos y manos.

Dio un paso hacia adelante, todos sus instintos protestaban contra aquella profanacion... Luego se detuvo al recordar. En su mente volvio a escuchar el extrano y escalofriante canto del mascaron, y recordo tambien a las enormes e inhumanas manos que habian recogido la Red de oro cuando ella y Phereniq y Macee luchaban con su pesada mole, y con un poder y una energia muchisimo mayores que su insignificante mortalidad la habia levantado y lanzado para atrapar al demonio-serpiente.

Y entonces, por primera vez, vio el rostro del mascaron.

La Diosa del Mar ya no cantaba. Los gruesos y hermosos labios tallados con tanto amor por un artesano desaparecido hacia ya muchisimos anos en una epoca anterior, no estaban fijados en su familiar forma de grito con la boca abierta, sino que por el contrario sonreian con una serena y sagaz sonrisa de beatitud. Durante un buen rato, Indigo contemplo el semblante magnifico, y una inmensa sensacion de paz se apodero de ella. Inconscientemente, sus propios brazos se extendieron hacia donde debieran de haber estado los de la figura, y le parecio como si tocase una calida corriente de agua, curativa, amorosa, que prometia un futuro sin dolor. Cerro los ojos y sintio como las lagrimas corrian por sus mejillas, un desordenado caos de emociones, pero a la vez una liberacion, una seguridad, algo en lo que podia apoyarse, aferrarse y que nunca la negaria.

—Indigo...

La suave y timida pronunciacion de su nombre la devolvio a la realidad. Parpadeo, se dio la vuelta y vio a Luk. Habia descendido del barco sin que lo vieran y estaba de pie frente a ella; con los hombros erguidos, el rostro inexpresivo, los ojos...

Todo estaba reflejado en sus ojos. Todo el dolor, toda la pena, toda la traicion. Y sin embargo, bajo el peso de sus emociones se acurrucaba una chispa que encendio una llama parecida en Indigo. Habia esperanza.

—?Oh, Indigo!

Y de repente el muchacho adulto volvio a ser un chiquillo, al tiempo que se arrojaba en sus brazos y sollozaba su desolacion y su alivio con el rostro hundido en la cabellera empapada y endurecida por la sal del mar de la muchacha.

La atmosfera en la antecamara del palacio era tensa, pero sin aquel toque helado que tan a menudo acompanaba a las ocasiones formales. Macee, que odiaba las despedidas, se removia inquieta en su ornado sillon, consiguiendo capturar la atencion de Indigo de vez en cuando y sonriendo timidamente. Su brazo, aunque todavia en cabestrillo, curaba bien segun el mago-doctor Thibavor, y no le causaria molestias en el viaje que la esperaba; la verdad es que se sentia ansiosa por sentir de nuevo el movimiento de una cubierta bajo sus pies, Indigo sabia que sus impacientes pensamientos se desviaban constantemente al recien puesto en servicio Orgullo de Simhara, que aguardaba en su punto de atraque con una tripulacion completa. El barco era un regalo en senal de gratitud del nuevo Takhan de Khimiz, y durante la sencilla ceremonia de aceptacion celebrada seis dias atras Indigo habia visto como Macee, casi por primera vez en su vida, se quedaba sin palabras.

Para ella no habia habido regalos. El Takhan habia protestado, igual que lo habia hecho Phereniq; pero Indigo habia sido tajante. No queria nada: ni tierras, ni titulos, ni riquezas. ?Que haria un sencillo marinero, habia preguntado con una dulce sonrisa, con tal botin? Y aunque la habian lisonjeado, rogado, suplicado, les habia dicho que no podia permanecer en Simhara, que debia seguir su viaje.

Deseo haberles podido explicar el motivo. Deseo que las punzadas de dolor se hubieran visto mitigadas por la comprension. Pero el secreto que compartia tan solo con Grimya la llamaba; el diminuto y reluciente punto de luz de la piedra-iman mostraba ya la ruta hacia el oeste que debia tomar, al otro lado del mar, a una nueva tierra y a un nuevo peligro. Esta despedida, lo sabia muy bien, seria para siempre.

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