alzarse, las manos a abrirse, los cabellos ya no estaban esculpidos e inmoviles sino que eran reales, ondeaban al viento en torno a aquel rostro sereno. El salvaje canto de sirena que surgia de la sonriente boca de la imagen aumento de volumen, vibro con la corriente de energia que recorria el templo mientras las paredes parecian caer, disolverse, hundirse en la caotica oscuridad, y el barco empezaba a moverse. Delante de ellos las puertas se iban ensanchando cada vez mas, y cuando el barco tomo impulso se hicieron anicos dando paso a la noche. El puerto habia desaparecido, Simhara habia desaparecido; en su lugar, a traves del gran abismo en el que habian estado las puertas, el mar tronaba y hervia en direccion a ellos, y sobre el mar colgaba, tetrico y fantasmal, no el familiar disco blanco de la luna llena, sino un disco negro y maligno, rodeado por una aureola de espectral luz plateada, Indigo tuvo una ultima vision de la autentica forma del templo desvaneciendose en la distancia como un sueno roto, y entonces se abrieron paso a traves de las dimensiones, a traves de las barreras incognoscibles que existen entre los mundos, y el reluciente barco, un enorme y fantasmal avalar, zarpo con la marea que corria a su encuentro.

El viento se llevo el aullido de triunfo de Macee cuando la nave corto la primera ola y un chorro de agua cayo sobre la cubierta. Tambien Indigo gritaba llena de excitacion mientras la espuma azotaba su piel y le empapaba los cabellos, y Luk y Phereniq se aferraban a la barandilla, acurrucados para protegerse del ataque de la espuma pero a la vez contagiandose de la excitacion. Grimya, con las cuatro patas bien apuntaladas para no perder el equilibrio, permanecia en la cubierta de proa con el hocico levantado hacia la galerna, Indigo percibio sus pensamientos, llenos de recuerdos que habian vuelto a despertarse —el rugido del mar, el gemido del viento contra las velas, el crujido de los maderos y jarcias— mientras el barco se abria camino sin que se precisara de ninguna mano humana para guiarlo y el enorme mascaron de proa seguia entonando su desafio a la noche.

Y entonces, por encima de todo aquel ruido, se escucho la voz de Macee.

?Ah-hey-ya! —Era el grito de advertencia de los marineros davakotianos, soltado con toda la potencia de sus pulmones—. ?A estribor, quince grados al norte!

Indigo se volvio, apartandose los empapados cabellos que el viento habia arrojado contra su rostro, y entrecerro los ojos para atisbar en la oscuridad mas alla de la cabeceante barandilla. Agua blanca... estaba cerca, aunque era imposible saber cuanto; unas crestas de ola desiguales formando una larga hilera, que destacaban con fuerza del negro oleaje que los rodeaba por todas partes, y el instinto marinero de Indigo hizo que la adrenalina del miedo empezara a correrle por las venas. Rocas —un arrecife— empezo a volverse hacia Macee; entonces, de repente, lanzo un grito cuando la nave, sin previo aviso, se inclino violentamente. Las maderas crujieron en senal de protesta, las velas se soltaron y chirriaron enfurecidas mientras luchaban contra el cambio de rumbo, y el golpeteo del mar bajo el casco se convirtio en un movimiento caotico al tiempo que la proa empezaba a virar, inexorable, a estribor.

—?Vira hacia eso! —bramo Macee—. ?Hazla girar! ?Hacedla girar!

Indigo corrio por la cubierta, esquivando por poco una maroma que se habia soltado y se bamboleaba violentamente y que paso a pocos centimetros de su cabeza, y se lanzo hacia las dirias. Pero antes de que pudiera hacer nada, Phereniq grito con todas sus fuerzas:

—?En, mirad! ?Mirad!

Indigo y Macee se detuvieron en seco cuando, tambien ellas, vieron lo que Phereniq habia visto. Las blancas aguas se separaban, mientras algo que no era un arrecife ni una roca aislada salia a la superficie. Una enorme masa ondulante, viscosamente fosforescente, surgio de las aguas; dejo atras las olas que batian incesantes, y la cabeza monstruosa de una gigantesca serpiente plateada emergio de las aguas levantando un chorro de espuma.

El remolino que provoco al salir golpeo al barco de costado con gran fuerza, haciendolo cabecear y bambolearse, Indigo se vio lanzada al otro extremo de la cubierta y se estrello contra Grimya, que tambien habia perdido el equilibrio; una vez en pie, tambaleante, vio el rostro enloquecido de Macee en la fantasmal luz, vio como su boca se contorsionaba en un grito... pero al cabo de un instante todo ruido se vio eclipsado por un alarido ululante que helaba la sangre que brotaba de los labios del mascaron de proa viviente, un grito de odio y de salvaje desafio. La serpiente marina se elevo hacia el cielo, mientras el agua chorreaba de su cuerpo como ardiente nacar plateado; y de repente, superpuesto en su mente, Indigo vio de nuevo el naipe de la echadora de cartas que hacia encontrado en el templo y que habia sido el burlon desafio de Nemesis. Esa misma escena resucitaba ante ella, completa en cada uno de sus espantosos detalles, y mientras la serpiente se elevaba mas y mas, recortandose contra la siniestra forma de la luna en eclipse, la inspiracion le llego como un mazazo.

—?Macee! —aullo el nombre de la menuda capitana—. ?Phereniq, Luk..., la Red! ?Ayudadme!

Phereniq comprendio antes que los demas lo que pensaba hacer, y se precipito al lugar donde permanecian la Red y el Tridente, milagrosamente en su sitio a pesar del caos, junto a la barandilla de babor, Indigo y Grimya llegaron alli segundos mas tarde, y entre las tres empezaron a tirar de la Red. La malla se extendia en mas y mas pliegues a medida que tiraban y, perpleja, Indigo percibio que la Red crecia, que se volvia mas espesa y pesada; y los peces hechos de piedras preciosas tambien se transformaban, convirtiendose en las esferas de cristal que servian de peso a la tradicional red de pescador. El olor acre y fuerte del alquitran pasado les penetro en la nariz, e Indigo comprobo que habia alquitran en sus manos, que entre sus dedos pasaba el aspero contacto del mejor y mas resistente canamo a pesar de que la Red aun despedia un brillo dorado. Se puso en pie de nuevo, arrastrando un extremo de la pesada masa con ella: Phereniq tomo el otro extremo con Grimya entre ambas en el centro, y empezaron a avanzar con dificultad hacia la proa.

—?Indigo, no!

Una figura se separo del palo mayor, las intercepto y aferro el brazo de Indigo. La muchacha se detuvo y clavo la mirada en el rostro convulso de Luk. Las lagrimas corrian a raudales por las mejillas del muchacho y sacudia la cabeza en frenetica negativa.

—?No, Indigo, no puedes hacerlo! ?Todavia es Jessamin! ?Por favor..., debe de haber otro modo!

—?No hay otro modo! —le grito Indigo por encima del rugido del mar y los agudos alaridos de la propia voz del barco—. ?Ayudanos, Luk, o mantente a un lado: no intentes interferir!

—?Pero, es Jessamin!

Se arrojo contra ella, agitando los brazos, y un puno fue a estrellarse en el ojo izquierdo de la muchacha, Indigo retrocedio tambaleante; de pronto, otra figura aparecio en la refriega, y Luk lanzo una airada protesta cuando los musculosos brazos de Macee lo separaron de su contrincante.

—?Atras, muchacho! —rugio la pequena davakotiana—. ?Es que estas loco? ?Maldito sea tu testarudo pellejo, estamos intentando vengar a tu propio padre!

Los ojos de Luk se abrieron de par en par y su boca se abrio.

—?No! Eso...

—?Si! —rugio Macee—. ?Tu padre esta muerto, y esa cosa lo asesino, de la misma forma que asesino a su tio y a su primo y a mi tripulacion, que la Madre proteja sus almas! Ahora, ?quieres apartarte?

Indigo no tuvo tiempo mas que para dedicar una momentanea mirada de desesperacion a Luk, con el ojo dolorido aun, se incorporo y siguio adelante seguida de Phereniq y Grimya. El demonio- serpiente se alzaba ahora ya sobre el barco, tapando la luna y arrojando su gigantesca sombra sobre las tensas velas. Era gigantesca hasta extremos imposibles, y un momento de desesperacion se apodero de ella. No podrian atraparla; incluso la Red en su nuevo estado no seria suficiente. El demonio era demasiado poderoso ahora, no habia nada que pudieran hacer, estaban perdidos...

?INDIGO!

Era la voz de Macee; y de repente recordo sus primeros dias a bordo del Kara-Karai, mientras la tripulacion luchaba por avanzar en medio de una furiosa tormenta. Habia cometido un error, un pequeno error, el resultado de la inexperiencia; y el furioso ataque de su capitan habia sido peor que la furia de la tormenta, quitandole el panico y devolviendola a la ciega e incondicional obediencia que era su unica esperanza de sobrevivir.

Aquella misma reaccion instintiva la impulso ahora, la saco de la paralisis para llevarla a la accion. Estaban en la proa, el mar bullia vertiginoso bajo ellas, y la Jessamin-serpiente-demonio era una refulgente y palpitante pared delante de ellos, Indigo alzo la Red, sintio como Phereniq hacia lo mismo, y entonces Grimya salio a toda carrera en busca de lugar seguro; Macee ocupo su lugar, y juntas

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