que vi en ese viaje, hubiera... no; no importa. —Su dura mirada se encontro de nuevo con la de Indigo—. Pero despues de lo que el muchacho me ha contado...

—No sabe todavia que su padre esta muerto —dijo Indigo, sombria—. No... no se como decirselo.

—Ah. Dulce Madre del Mar, esa es una tarea que no te envidio. —Macee contuvo un estremecimiento—. Y el Takhan muriendo de esa forma... Bien, lo mejor sera que me crea lo que me has contado, ?no es verdad? Y me da la impresion de que necesitas toda la ayuda que puedas conseguir. Vale mas asegurarse que tener que lamentarlo, ?eh?

Indigo desvio la mirada.

—Macee, yo...

—No. No hay tiempo para eso; y tal y como he dicho antes, tu remordimiento no me sirve de nada. Si el Ancora esta aqui, lo mejor sera que empecemos a buscarla. E Indigo: habla con Luk. No le digas lo de su padre; pero mira si puedes tranquilizarlo. Esta terriblemente asustado, y una gran cantidad de cosas en las que creia le han sido arrebatadas de repente dejandolo sin nada. Pero todavia confia en ti, y si puedes darle algun punto de esperanza ahora, puede serle de ayuda.

Indigo asintio.

—Comprendo. Y... gracias.

Macee solto un bufido de disgusto.

—Dame las gracias si soy yo la que encuentra el Ancora, Indigo. Sin eso, parece que vamos a estar perdidos.

Para cuando Phereniq llego al templo, aun no tenian la menor pista de la localizacion del tercer regalo perdido, Indigo, que era la que estaba mas cerca de la entrada, vio a la astrologa mientras esta atravesaba con cuidado el estanque, y salio a su encuentro. Phereniq sudaba a causa del esfuerzo fisico, y llevaba en los brazos un paquete cuidadosamente envuelto que le entrego agradecida.

—Perdona que tardara tanto —dijo sin aliento—. Es una caminata mas larga de lo que recordaba, especialmente con este peso. Y la luz en el exterior empieza a resultar enganosa. —Se estremecio—. El eclipse ha empezado: nos queda muy poco tiempo. Tienes... —Se interrumpio al ver por vez primera a los companeros de Indigo—. ?Luk! —La sorpresa y el alivio se mezclaron—. Lo encontraste, ?me alegro tanto! Pero ?quien es la mujer?

Indigo le explico rapidamente la presencia de Macee y su creencia en su causa, aunque sin contarle toda la historia. Macee y Luk la habian visto ya y se acercaban; Luk vacilo por un instante de pie ante Phereniq; luego, sin decir una palabra corrio hacia adelante y la abrazo, en un intento por expresar lo que le era imposible decir. Phereniq estaba visiblemente emocionada, igual que le habia sucedido a Indigo cuando, siguiendo el consejo de Macee, habia hablado al muchacho con calma y en privado antes de iniciar la busqueda. Ahora que la conmocion inicial causada por el descubrimiento de lo que Jessamin era en realidad se habia mitigado un poco, Luk luchaba con todas sus fuerzas para aceptar y enfrentarse a aquella cruel revelacion. Aunque una parte de si mismo protestaba llena de desesperacion contra lo inevitable, se sentia impelido a ayudar en la desesperada mision de destruir al monstruo en que se habia convertido su adorada Infanta.

Indigo presento brevemente a Phereniq y Macee, y la davakotiana comunico el resultado, hasta ahora infructuoso, de su busqueda.

—No hay nada en el lado este que resulte ni meramente prometedor —explico con tristeza—. Esculturas y decoraciones en cantidad, pero ni un ancora entre todo ello. De hecho empiezo a sospechar que la unica ancora de todo el templo es esa de madera del altar, y eso es muy curioso de por si.

Indigo miro de nuevo el ancora de madera tallada. Sostenida por una delgada cadena que colgaba del costado del enorme barco, sus unas descansaban sobre el suelo debajo de la quilla, creando la ilusion de que ella sola anclaba la nave-altar dentro del templo. Era casi tan alta como ella, y a diferencia de la mayoria de los objetos del altar su superficie estaba sin adornar, aunque anos de diligente limpieza habian dado a la vieja madera un calido brillo que hacia que resplandeciera como el bronce. Despertada su curiosidad por el comentario de Macee, Indigo regreso junto al ancora, esquivando con cuidado la Red que habia dejado doblada junto a ella, y poso una mano sobre la dura y brillante superficie.

En su garganta, la piedra-iman que colgaba de la correa palpito como si una brasa ardiendo hubiera tocado por un instante su piel.

Los otros levantaron la cabeza asustados al escuchar el grito de sorpresa de Indigo, y Grimya se le acerco a toda prisa.

«?Indigo! ?Que sucede?»

La ansiosa pregunta de la loba fue repetida en voz alta por Phereniq.

—No... lo se. —Indigo retrocedio, aferrando con fuerza la piedra-iman, que notaba caliente aunque la sensacion ardiente habia desaparecido—. He tocado el ancora, y... —

Extendio la mano de nuevo, vacilante, luego la retiro, temerosa de repetir el experimento; era como si la piedra-iman hubiera intentado decirle algo.

Luego bajo la mirada, y vio que los pliegues de la red de oro estaban revueltos. Debia de haberles dado un golpe con el pie al acercarse al ancora.

—?Phereniq! —Su voz estaba ronca de excitacion—. ?Trae el Tridente aqui, rapido!

La astrologa se apresuro a acercarse, con Macee y Luk pisandole los talones. El Tridente estaba todavia envuelto; Indigo tomo el paquete y le quito la tela que lo envolvia y alzo la reliquia; Macee dejo escapar un debil silbido de admiracion.

—?Que hermosura! —Llena de respeto extendio una mano y lo toco—. ?Que obra! ?Es realmente tan antiguo como cuenta la leyenda?

—Nadie lo sabe seguro.

Tambien Indigo contemplaba el Tridente, haciendole girar despacio en su mano de modo que reflejara la pobre luz. Era, como habia dicho Macee, muy hermoso. El elegante mango era de oro macizo, y se estrechaba hasta tomar la forma de un estilizado pez de oro de cuya boca surgian tres lenguetas terminadas por diamantes tallados en forma de punta de flecha. Joyas verdes y azules rodeaban el mango y la cola del pez, donde adoptaban la forma de una ola.

Pero habia mas que belleza en aquel antiguo objeto, Indigo lo sentia ahora, segura y claramente; el Tridente parecia vibrar en sus manos —o a lo mejor eran sus manos las que temblaban— y la piedra-iman palpitaba de nuevo, como un diminuto corazon vivo. Se volvio hacia el ancora de madera y extendio la mano para tocarla otra vez, con creciente excitacion.

—Esta aqui —anuncio—. De alguna forma, esta ancora y la que buscamos estan conectadas. Pero no se... —Y lanzo una ahogada exclamacion cuando, bajo la palma de su mano, sintio como el ancora se movia.

—?Se ha movido! —siseo Macee—. Lo he visto; se ha movido.

Y ella sostenia el Tridente, igual que antes habia estado tocando la Red...

—Phereniq... —Indigo gesticulo frenetica en direccion a la astrologa—. La Red...

Un destello de esperanza y comprension aparecio en los ojos de Phereniq. Recogio entre los brazos una brazada de la reluciente malla, avanzo y tropezo casi al enredarse con la Red en su precipitacion, Indigo tomo su mano, en un intento por evitar que perdiera el equilibrio.

Y el ancora de madera se balanceo como si algo la hubiera golpeado con terrible fuerza.

—?Madre Todopoderosa! —Phereniq se quedo helada.

—?Tocala! —grito Indigo. De repente, llena de satisfaccion, supo lo que iba a ocurrir—. ?Toca el ancora..., completa la cadena!

Sujetando todavia la Red, Phereniq dio un paso hacia adelante. Sus dedos entraron en contacto con la pulida madera, y una luz resplandecio de subito en el templo e hizo que Macee y Luk dieran un salto hacia atras y que Grimya lanzara un ladrido de protesta. El resplandor duro tan solo un instante antes de desaparecer, y mientras sus ojos luchaban por ajustarse de nuevo a la penumbra, Indigo sintio como la madera se partia bajo su mano, se desmenuzaba. Oyo la exclamacion ahogada de Phereniq y supo que tambien ella experimentaba el mismo fenomeno. Entonces, con un ruido seco, toda la estructura del

ancora de madera tallada se agrieto y se desplomo en el suelo.

Brillante en la penumbra, el tercer Regalo de oro de Khimiz, guardado durante tanto tiempo en el interior de su estuche de madera, se balanceo ligeramente al extremo de la temblorosa cadena.

Macee murmuro un juramento en davakotiano, que ahogo inmediatamente al recordar donde se encontraba.

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