descompuesto—. ?Oh, Phereniq...! —Y la verdad, la horrible, inquebrantable verdad que se burlaba de mas de diez anos de busqueda y esfuerzos, broto en su mente como una oleada brutal—.
Echaron a correr, Phereniq forzando cada musculo del su envejecido cuerpo, jadeando de dolor por el esfuerza! pero impulsada por un miedo y un horror que eclipsaban a toda otra consideracion. Corrieron por los sinuosos pasillos, bajaron escaleras de marmol; en una ocasion Phereniq dio un paso en falso y cayo; Indigo tiro de ella para ponerla en pie y, sin aliento para dar las gracias, la astrologa siguio corriendo tambaleante en direccion a; la sala de banquetes, desde la cual los alegres sones de la musica, una obscenidad ahora, parecian burlarse de ellas. Llegaron al amplio y largo vestibulo de acceso, la doble J puerta solo a unos metros de distancia delante de ellas; y con un ululante gemido de desesperacion Phereniq se detuvo en seco.
Indigo tambien se detuvo y se volvio para mirar a mujer.
—?Phereniq! ?Que sucede?
Phereniq se limito a gemir de nuevo y senalo el suelo, Indigo miro a donde le indicaba y comprendio. El marmol veteado estaba cubierto de petalos de flores. En su frenetica carrera no los habia visto, pero comprendio al instante su significado. Segun la tradicion, a una pareja recien casada se le arrojaban petalos en el momento de abandonar la fiesta de su boda. Phereniq y ella habian llegado demasiado tarde: el desfile triunfal hasta la camara nupcial ya se habia realizado.
Corrio hasta Phereniq, quien permanecia como paralizada.
—?Donde esta el dormitorio? ?Dimelo, deprisa!
Phereniq levanto una mano temblorosa, senalando.
—Al... al final de este pasillo. Pero estara...
Indigo no espero a oir el resto, sino que echo a correr por donde habian venido, con
Al verla, uno de los centinelas se adelanto y extendio una mano para detenerla.
—?No sigais, senora! Este pasillo esta prohibido a todos excepto...
—Por favor —jadeo Indigo—, ?dejadme pasar! ?El Takhan esta en peligro!
Los dos guardias intercambiaron una mirada, y uno sonrio ironico, llevandose dos dedos a la cabeza en una senal que significaba
—?Por que no regresais a la fiesta, senora? ?Ya hay bastante diversion alli sin tenerse que arriesgar a sufrir la colera del Takhan por la manana!
—?No lo comprendeis! —suplico—. Esto no es una broma: ?la vida del Takhan puede estar en peligro! —Se oyeron pasos a su espalda, y al volverse vio a Phereniq que se acercaba precipitadamente. Una sensacion de alivio la invadio—. La dama Phereniq os lo dira; ella ha visto el augurio: ?Phereniq, no quieren escucharme! ?Diselo; por la Madre, diselo!
Los guardias empezaron a preocuparse. Phereniq no era de ningun modo una bromista, y la expresion de su rostro parecia apoyar los ruegos de Indigo. La astrologa habia recuperado su compostura; dirigio una mirada terrible a la puerta cerrada, luego se aferro con fuerza al brazo del centinela mas cercano.
—?Cuanto tiempo hace que el Takhan y su novia se han retirado?
El hombre vacilo.
—Una hora, senora; quizas un poco mas.
Phereniq se quedo rigida.
—Abre la puerta —ordeno.
—?Senora, eso no es posible! De nin...
—He dicho: abre la puerta. Tomo toda la responsabilidad.
Dividido entre el deber y el miedo, el guardia iba a intentar ganar tiempo cuando otro
sonido los silencio a todos.
—
Rezumaba agua por debajo de la puerta, procedente de la habitacion situada al otro lado. No era mas que un hilillo, que se acumulaba en una pequena depresion del marmol; pero era salobre, bordeado de una espuma amarillenta. Como el agua que bordea un charco que el mar ha dejado atras al bajar la marea...
Oyo como los guardias lanzaban un juramento cuando, tambien ellos, la vieron. Uno de los hombres la aparto de un codazo, arrojando todo su peso contra la puerta; se escucho el debil sonido del pestillo al ceder, y la puerta se abrio por completo.
Una luz suave, tenida de ambar y rojo de los tubos de cristal de colores de las lamparas medio apagadas, aparecio ante sus ojos, realzando el enorme y magnifico lecho, con su dosel abovedado y sus cortinajes de tisu de oro. Bandejas de oro y plata que contenian un festin de deliciosos bocados brillaban intocadas en una mesita lateral. Sobre una silla estaba el maravilloso traje de novia de Jessamin, cuidadosamente doblado.
Y el lecho estaba vacio.
O eso parecio, en aquellos primeros segundos.
Indigo fue la primera en advertir la nota disonante en la confortable opulencia del dormitorio. Una masa informe, que desentonaba con los fastuosos cortinajes, caia desde un lado del lecho... y un fuerte y familiar olor acre asalto su nariz.
Entonces, un chillido inhumano rompio el silencio, y una figura paso corriendo junto a Indigo. Los guardias intentaron detener a Phereniq, pero fueron demasiado lentos; ella los evito y se arrojo sobre el umbral, cayo sobre la gruesa alfombra y sus manos aranaron el suelo, se arrastraron intentando alcanzar algo que yacia mas alla. Lo agarro por fin, y sus gritos se elevaron aun mas agudos y fuertes, enloquecidos, aullando como si ella tambien fuera una loba, mientras se balanceaba con fuerza hacia adelante y hacia atras acunando su trofeo y el rostro desfigurado hasta resultar casi irreconocible, Indigo dio un paso hacia adelante instintivamente, con la intencion de sacarla de alli, pero entonces los gemidos de los guardias, el desagradable pero terriblemente humano sonido de alguien que vomitaba, y el ganido horrorizado de
CAPITULO 24
—Lo queria. Lo queria tanto..., aunque el nunca me quiso, no en esa forma. Pero yo lo amaba. Y ahora esta
En la habitacion de Indigo, a salvo del alboroto y la contusion que habia convertido el palacio en un manicomio, Phereniq se abrazaba con fuerza a Indigo y sollozaba como una criatura abandonada. La habitacion era un oasis en medio del caos. A su alrededor, las luces ardian en todos los pasillos y grietas y por todos los jardines; hombres armados corrian de un lado a otro, gritando ordenes que se contradecian entre ellas mientras que las mujeres lloraban y se lamentaban; y casi todos aquellos que estaban en condiciones de hacerlo se habian lanzado a