musica.

Phereniq. Debia encontrar a Phereniq. Pero estaria en la fiesta, no podia llegar hasta ella...

—No esta. —Grimya capto lo que pensaba—. Oi a una ... criada decir que no queria ir, y que esta en su habitacion.

Por un helado segundo, Indigo se quedo mirandola fijamente, esperanza y temor luchaban por obtener prioridad. Luego se dirigio hacia la puerta.

—Rapido, Grimya. —Maldijo los efectos secundarios del sedante que convenian sus movimientos en algo tan lento y torpe—. Debemos encontrarla... ?Oh, he sido tan estupida!

Grimya salio deprisa tras ella mientras la muchacha abandonaba la habitacion, tambaleante. Los pasillos del palacio estaban iluminados pero vacios: todo el mundo, desde el ministro de mayor importancia al mas humilde de ; los sirvientes, tenia un papel que desempenar en la fiesta de la boda, y no habia nadie por alli que pudiera ver y hacerse preguntas ante el vacilante avance de Indigo mientras esta y Grimya se dirigian hacia los aposentos de Phereniq. Por las ventanas penetraban los lejanos sones de la musica; su acicate junto con el aire mas fresco de los pasillos disipo los restos del sopor de Indigo, y al llegar a la puerta de la astrologa golpeo con fuerza y urgencia. Se veia luz por debajo de la puerta; una sombra la atraveso pero nadie contesto a la llamada, Indigo giro el pomo y empujo, pero la puerta no se abria; la palanca del otro , lado estaba bajada y la madera se movio solo un centimetro antes de resistirse..

—?Phereniq! —siseo Indigo, con fuerza, a traves de la; rendija—. Phereniq, soy Indigo, tengo que verte. ?Abre la puerta!

Las orejas de Grimya se irguieron alertas.

«Esta ahi», comunico. «He oido unos pasos.»

—Phereniq... —Indigo se mordio con fuerza el labio inferior, luego decidio dejar a un lado las preocupaciones—. Phereniq, se que estas ahi, y tengo que hablar contigo. ?Si no abres la puerta, la derribare! — Para dar mas enfasis a sus palabras, empujo con fuerza el hombro contra el resistente panel.

«Espera», dijo Grimya. «Creo que...»

Antes de que pudiera terminar se escucho el sonido de. algo que se deslizaba en el otro extremo, seguido por un «clic». Indigo aspiro con fuerza, volviendo la cabeza rapidamente en direccion al pasillo, luego empujo. La puerta se abrio mostrando una habitacion en caos. Copas volcadas, almohadas y adornos desparramados por el suelo, y el suelo estaba cubierto con los graficos que eran el orgullo de Phereniq, rotos y pisoteados.

Phereniq se dirigia despacio y rigida de vuelta al sillon donde habia estado sentada. No miro a Indigo, y cuando hablo su voz era borrosa y apenas reconocible.

—?Que quieres?

Indigo penetro en la habitacion y cerro con cuidado la puerta a su espalda.

—Phereniq, tengo que hablar contigo. Es muy urgente.

—No quiero verte. No quiero ver a nadie. —Phereniq llego hasta el sillon y se derrumbo sobre el, manteniendo el rostro vuelto—. Vete, y dejame sola.

En una mesa cercana estaba el narguile y una coleccion de frascos, algunos tumbados que derramaban su contenido sobre la brillante superficie de la mesa, Indigo cruzo la habitacion en tres rapidas zancadas, hizo girar por la fuerza el rostro de Phereniq —esta no opuso resistencia— y la miro a los ojos. Estaban vidriosos, las pupilas grotescamente dilatadas, y llenas de una terrible mezcla de veneno y dolor. A Indigo se le cayo el alma a los pies. Solo la Madre Tierra sabria que combinacion de bebida y drogas habia tomado Phereniq en un esfuerzo para dejar fuera la realidad de lo que sucedia en otro lugar del palacio. Debia de haberse pasado todo el dia encerrada en su habitacion, con un solo su vino y sus pociones para consolarla...

Empezo a gritarle.

—?Idiota! —Pero se interrumpio cuando la colera se vio reemplazada por la piedad—. ?Oh, Phereniq...! — termino, desesperada.

Los ojos de Phereniq centellearon y volvio la cabeza a un lado con un brusco movimiento.

—No quiero tu compasion. No quiero nada. Dejame sola. —Presiono el rostro contra el respaldo del sillon, mientras un brazo colgaba flaccido a un lado.

Indigo la contemplo. No queria ser cruel, pero la necesidad tenia que anteponerse a la piedad. Regreso a la mesa y revolvio entre el desorden hasta que encontro lo que queria, entre los montones de hierbas y brebajes. Un poderoso purgante: fuera lo que fuese lo que Phereniq habia utilizado para colocarse en aquella situacion, seria un antidoto seguro. Midio una dosis triple en un vaso que lleno apresuradamente de agua y lo acerco a los labios de la mujer.

—Phereniq, bebe esto.

Phereniq lo apano de un manotazo con gesto irritado.

—No. —Respondio testaruda.

?Rebelo!

Indigo era la mas fuerte de las dos; obligo a Phereniq a volver la cabeza de nuevo y le abrio la boca por la fuerza sujetandosela luego hasta estar segura de que se habia tragado la pocima. Luego, mientras la astrologa se volvia a recostar deposito la copa sobre la mesa y se dirigio a la ventana, aparto a un lado los pesados cortinajes y la abrio para contemplar el patio y dejar entrar el fresco aire nocturno.

Desde el sillon le llego un murmullo de protesta.

—?Oh, Madre bendita...!

Phereniq intentaba ponerse en pie. Indigo regreso junto a ella y la condujo hasta el ventanal. Dejo que saliera tambaleante a la noche, sin ayuda; luego oyo los pateticos sonidos que producia al vomitar entre los matorrales. Pasado esto se produjo un silencio durante algunos minutos; luego, vacilante pero erguida, la mano temblorosa mientras se aferraba al marco del ventanal para mantenerse en pie, Phereniq penetro otra vez en la habitacion, muy despacio. Sus ojos se encontraron con los de Indigo, mientras el sudor perlaba su frente y le resbalaba por la mandibula.

—Madre del Mar... —murmuro—. Me duele tanto la cabeza...

Habia otras dos jarras sobre la mesa, que por milagro no habian sido volcadas, Indigo encontro zumo de frutas en una y lleno una buena copa. Mientras ayudaba a Phereniq a mantenerse en pie se sintio avergonzada por su tozudez, que no le dejaba lugar para expresar su simpatia, le parecio. Pero era de vital importancia que anulara los efectos de las drogas: Phereniq tenia que estar sobria.

La astrologa se dejo caer en el divan mas cercano. Esta vez, cuando Indigo le acerco la copa a los labios no intento discutir sino que bebio agradecida, mitigando la sensacion de ahogo de su garganta. Entonces, su voz confusa pero un poco mas fuerte, mascullo:

—?Por que me has hecho esto? ?Por que no podias... no podias dejarme en paz?

Indigo dejo la copa en la mesa y la sujeto por los hombros.

—Phereniq, lo siento. No queria lastimarte, pero tengo que preguntarte algo, y debo tener una respuesta ahora.

Phereniq sacudio la cabeza despacio.

—No puedo decirte nada. No puedo decirle nada a nadie, ya no. —Dejo escapar un largo y entrecortado sollozo—. No puedo ayudarte.

—Puedes... ?eres la unica persona que puede! —insistio Indigo—. Phereniq, por favor...

—?Por la Diosa!, ?quieres dejar de atormentarme?

Phereniq libero con un gesto brusco el brazo que Indigo habia sujetado en su agitacion.

—No es bastante con que hayas penetrado aqui cuando yo queria estar sola, que hayas... —Su voz se apago, y de repente lanzo un desdichado suspiro—. Maldita seas. ?Malditos seais todos! De acuerdo, de acuerdo: no tendre paz, ?no es asi?, hasta que te haya dado lo que quieres. —Se paso el dorso de una mano por la boca, luego anadio con furia—.

Pregunta.

Reprimiendo una nueva punzada de culpabilidad, Indigo rebusco en el pequeno bolso que colgaba de su cintura y saco un pedazo de pergamino. Lo desenrollo y se lo mostro a Phereniq.

—?Puedes decirme lo que significan estos simbolos?

Phereniq miro con atencion el pergamino. Aun tenia dificultades para ver con claridad, y se balanceo hacia adelante y hacia atras en un intento de ajustar su vision. Por fin levanto sus ojos medio nublados para mirar el

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