la busqueda de su querida Infanta secuestrada.

Indigo habia intentado hacerles comprender, pero sus suplicas y protestas habian sido inutiles. Para aquellos que habian sido testigos de la carniceria cometida en la camara nupcial no existia mas que una posibilidad: un asesino desconocido, humano o no, habia asesinado al Takhan mientras este estaba con su nueva esposa, y la novia misma —de la que no habia, desde luego, el menor rastro— habia sido secuestrada por el asesino de su esposo. Habia que encontrar al asesino, y, si aun no habia corrido el mismo destino que su esposo senor, habia que salvar a Jessamin. Obstaculizada por la sollozante Phereniq, sus propios gritos y argumentos ahogados en el alboroto, Indigo se habia dado finalmente por vencida e, incapaz de conseguir que nadie escuchara la verdad, se habia llevado a Phereniq a un lugar donde pudiera descansar.

Ahora, a solas con la astrologa que seguia llorando e incapaz de ayudarla de otra forma que no fuera tratar de consolar sus desesperadas efusiones de dolor, Indigo sentia su propia desdicha como un peso muerto en su interior mientras, una y otra vez, se maldecia por su ceguera, por su incapacidad de descubrir la autentica identidad del demonio. En su interior una vocecita le decia que no debia culparse; solo habia sabido que el demonio estaba en Simhara, y sin otras pistas para guiarla la hipotesis de que Augon Hunnamek era el origen del mal habia resultado demasiado atractiva. Pero eso no era ningun consuelo ahora, ni para ella ni para Phereniq. Habia habido pistas: si tan solo hubiera tenido la inteligencia de verlas... Pero habia estado tan segura del camino a seguir que habia ignorado la evidencia que tenia ante los ojos, y ahora era ya demasiado tarde para corregir el terrible error cometido. Leando estaba muerto, al igual que lo estaban Karim, Mylo, Elsender, la tripulacion de Macee y, por una terrible ironia, el hombre que ella habia pasado diez anos planeando matar y que sin embargo habria sido, si ella lo hubiera sabido, su aliado mas poderoso y valioso. Ella no habia amado a Augon Hunnamek como lo habia hecho Phereniq, muy al contrario; pero ahora que el velo habia caido de sus ojos podia verlo como en realidad habia sido: terriblemente humano, imperfecto, pero no peor que la mayoria de los hombres.

La sombra acusadora de Macee se alzo ante ella por centesima vez. Echarte a llorar sobre tu vaso de vino y elevar oraciones por los desaparecidos. Pero ni siquiera podia hacer eso; no podia expresar sus sobrecargadas emociones en ninguna forma que tuviera sentido.

Se sentia vacia, seca; un fracaso total.

El llanto de Phereniq empezaba por fin a apaciguarse, primero en sollozos hipados y luego en un vacio silencia Por fin, llena de dignidad, se irguio en su asiento, se separo de los brazos de Indigo, y se volvio hacia una mesita auxiliar donde habia una jarra con agua y otra con vino. Su mano toco la del vino, vacilo, luego siguio adelante y se sirvio temblorosa un vaso de agua, Indigo habia preparado un suave calmante; se lo ofrecio sin decir palabra, y con una debil sonrisa agradecida Phereniq vertio un poco en su vaso.

—Perdoname —dijo en voz baja y calmada—. Hubiera... hubiera debido controlarme mejor. Debiera de haber aprendido al menos eso durante todos estos anos... —las palabras se le atragantaron y cerro los ojos al sentirse invadida por una nueva oleada de dolor.

Indigo le apreto con suavidad el brazo, consciente de que la mujer habia sufrido un tremendo shock y ansiosa por no provocar una nueva crisis.

—No, Phereniq. No temas afligirte.

Phereniq sacudio la cabeza.

—No es eso. Es solo que me siento... tan desconsolada. —Tomo un sorbo de agua en un intento por calmarse—. El lo era... todo para mi. Pero tu ya lo sabes, ?no es asi? He intentado ocultarlo, pero tu has descubierto la verdad. —Hizo una larga pausa—. No habia tantos anos de diferencia entre nosotros, ?te habias dado cuenta? Entre Augon y yo. No tantos. Menos de los que dirias al contemplar mis cabellos grises y mi cuerpo pintarrajeado. Pero nuestros caminos eran diferentes: tan diferentes...

—Phereniq...

—No... no, por favor; dejame decirlo. Ayuda un poco —aspiro con fuerza—. Yo lo amaba. Incluso desde el primer dia que lo vi, y de eso hace mas anos de lo que a ninguno de nosotros le hubiera gustado recordar. Pero el... Bueno, era diferente, ?sabes?. En aquellos tiempos era un guerrero; era todo lo que sabia. Y tal y como sucede con los guerreros, se hizo mas fuerte con la edad; casi mas joven incluso. Pero yo... —Un estremecimiento le recorrio la espalda, entonces se volvio para mirar a Indigo a la cara; sus ojos eran suplicantes—. Fui muy hermosa en una ocasion. ?Puedes creerlo?

—Si —le respondio Indigo con dulzura.

La mujer sonrio, fue una mueca sin alegria.

—Muchos hombres, de entre mi gente, me encontraban hermosa. Pero el me queria de otra forma: queria mi talento, mis poderes. Los necesitaba para que lo ayudaran en su ambicion, y yo se los di de buena gana. Y el... —Hubo otra vacilacion, mas larga esta vez— El me estaba agradecido. Sabia lo que habia hecho por el, y siempre me lo agradecio. Pero yo no queria su gratitud. Yo queria... — Sacudio la cabeza en muda afirmacion de la inutilidad de sus palabras—. ?Que importa ahora? ?Que importa nada? Esta muerto. No hago mas que decirme que no es cierto, pero lo es. Esta... muerto.

Indigo se puso en pie y se dirigio despacio a la puerta abierta que daba al patio. Grimya estaba sentada en la entrada, la cola se agitaba inquieta mientras observaba la oscuridad; cuando Indigo se acerco levanto la cabeza, pero su mente no envio ningun mensaje. Al igual que Indigo, no sabia que decir o hacer; la pena de Phereniq solo servia para incrementar su sensacion de impotencia.

Y sin embargo, penso Indigo, debia de haber algo que pudieran hacer. Macee otra vez: la amarga burla de la menuda davakotiana sobre ofrecer una reparacion se habia clavado profundamente. Debia de haber algo.

Empezo a volverse de nuevo hacia Phereniq, que habia caido en un tenso y desdichado silencio, pero antes de que pudiera hablar, la puerta interior se abrio, Indigo levanto los ojos y vio a Luk en el umbral.

El rostro del muchacho tenia una palidez mortal, y era evidente que habia llorado. Entro, cerrando la puerta tras si, y vacilo al ver a Phereniq, que estaba acurrucada en el divan y no habia reaccionado ante su llegada, Indigo le hizo una rapida senal, indicando que Phereniq no queria que se la molestara, y Luk atraveso la habitacion con rapidez hacia la muchacha. Su voz era un susurro tenso.

—Indigo... ?has oido algo? ?Hay alguna noticia? ?He estado ayudando en la busqueda en los jardines del sur, y nadie ha querido decirme nada!

El, al igual que los otros, no sabia nada de lo que en realidad habia sucedido, recordo Indigo con una sensacion de frio temor. Ni siquiera sabia lo que le habia sucedido a su padre, y ella no sabia como contarle la verdad.

—Luk. —Lo aparto del divan y de Phereniq—. Luk, tengo algo que decirte, y debes ser valiente...

La expresion del muchacho se helo.

—?Jessamin? La han...

—No es eso, Luk. No la han encontrado. Y... no creo que lo hagan porque... —Hizo una pausa para aspirar con tuerza—. Hay algo sobre el pasado de Jessamin que tu no sabes. Ella... ella no es la persona que nosotros siempre hemos creido que era.

—No comprendo. ?De que hablas? —La voz de Luk aparecia bruscamente tenida de un tono agresivo.

No podia expresarlo con suavidad: no habia mas remedio que ser cruelmente honesta.

—Por favor, Luk —dijo—, escuchame. Han asesinado al Takhan. Todo el mundo cree...

«?Indigo!»

El aviso de Grimya estallo en su mente antes de que pudiera decir nada mas, y con el vino una violenta sacudida de temor, Indigo se volvio en redondo y... se quedo helada.

Bajo el dintel de la puerta del jardin, encuadrada entre las cortinas que se movian suavemente, estaba Jessamin.

Llevaba un camison color azul cielo que dejaba al descubierto la suave piel de sus brazos. La prenda estaba empapada por completo, el agua chorreaba hasta el suelo y formaba charcos bajo el dobladillo, y en la falda se veian restos de algas marinas. Por una obscena ironia la reluciente Red, el Regalo de Khimiz, adornaba todavia sus cabellos, que se enroscaban debajo en suaves mechones alrededor de su rostro. Sus ojos, grandes y oscuros, eran pozos de completa inocencia. Y dulcemente, con cierta timidez, les sonreia.

—?Jessamin! ?Oh, Jessamin!

El rostro de Luk se ilumino lleno de amor y alivio. Hizo intencion de ir hacia el ventanal y extendio los brazos hacia la Infanta, pero entonces se detuvo en mitad del paso al tiempo que la expresion de alivio se trocaba por una de desilusion y luego, de pronto, de horror.

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