fuerza, se volvio hacia Uluye y sus mujeres.
La Suma Sacerdotisa lloraba. No acababa de comprenderlo; Indigo se dio cuenta de ello nada mas empezar a dirigirse hacia la sollozante figura de Uluye. Lo que la mujer veia ante ella era aquello que habia deseado, que habia ansiado ver: el eje de toda su vida, la piedra de toque de su existencia, Indigo se acerco mas, y Uluye, tal y como habian hecho sus mujeres antes, cayo de rodillas en la
arena.
—Dulce senora... —la voz se le quebro por la emocion—, habeis mostrado compasion con los condenados. ?No os mostrareis misericordiosa con nosotras, que os amamos mas que a la vida? Os pertenecemos, senora, y no queremos otra cosa mas que serviros.
En la mente de Indigo resono un grito angustioso:
El lago empezo a relucir; Indigo sintio como un tremendo escalofrio la recorria de la cabeza a los pies, y una voz lastimera resono en su cabeza:
Una brisa helada recorrio el lago provocando diminutas olas en su superficie.
El ser que era Indigo, humano, animal y diosa, sonrio con inefable tristeza.
Entonces lo sintio, sintio el poder, el amor, la camaraderia, la
—?EN NOMBRE DE LA MADRE TIERRA, TE RUEGO, DAMA ANCESTRAL, QUE TE MUESTRES A TUS CRIATURAS!
La columna de oscuridad, el tornado en el centro del lago, oscilo... y se desvanecio. Por un instante el espejo plateado de la superficie permanecio totalmente inmovil; luego un lento desfile de olas empezo a fluir hacia la orilla desde el centro, chapoteando en la orilla del lago con un suave sonido apenas audible, una tras otra. Y, en su punto de origen, algo se alzo de debajo de las aguas.
El negro bote se acerco despacio a la orilla, empujado por el remo que empunaba la figura situada en la popa, embozada en neblina y oscuridad. Uluye, arrodillada en la orilla, contemplo en jadeante silencio como se acercaba. Las lagrimas le humedecian todavia las mejillas, pero sus ojos eran como los ojos de una criatura, asombrados y extasiados, y sus manos se cerraban y abrian espasmodicamente, como si ansiase extender las manos hacia la vision que se aproximaba, pero no se atreviese.
La embarcacion llego a tierra, y la Dama Ancestral desarmo el remo, pero no se movio...
—SENORA... —la voz que en una ocasion habia sido la de Indigo le hablo con dulzura—, ?NO QUIERES REUNIRTE CON NOSOTRAS?
La Dama Ancestral mantenia la cabeza inclinada sobre el pecho, y su respuesta llego a la mente de Indigo triste y debil por debajo de la mortaja de negros cabellos.
Indigo no respondio enseguida, pero su resplandeciente figura avanzo hasta la orilla del lago y se detuvo frente a la proa del bote. La oscura figura siguio sin moverse, y por fin, en silencio, Indigo volvio a hablar.
La Dama Ancestral alzo la cabeza despacio. Por entre la cascada de negros cabellos, el rostro de una anciana menuda de ojos nublados contemplo a Indigo con expresion de intensa tristeza. La hundida boca temblo, y la mujer dijo:
Indigo sintio una calida oleada de simpatia, y con ella una repentina y profunda sensacion de camaraderia. En el centro de la gran mente con la que la suya se habia fusionado, el poder se movio como una potente marea, y extendio una mano reluciente.
La Dama Ancestral dio un paso hacia ella y, vacilante, extendio la mano. En el instante previo al encuentro de sus dedos, la figura vio otro rostro reflejado en el rostro de Indigo, otros ojos que eran negros y plateados y dorados y marrones y azules y verdes, cambiando y cambiando, pero siempre llenos de luz. Entonces se establecio el contacto....
Indigo sintio la sacudida, fuego y hielo juntos, un escalofrio parecido a un terremoto que se inicio en las profundidades de su ser y fluyo a traves de ella y fuera de ella a la oscura figura del bote. Por un demoledor instante, ambas se convirtieron en una sola entidad, y de repente Indigo supo lo que significaba ser la senora del mundo subterraneo, la Senora de los Muertos, guardiana de almas; y mil millares de voces resonaron en su cabeza:
Entrego parte de si misma, parte del poder que anidaba en su interior, y la luz broto de la figura de la Dama Ancestral: una brillante aureola plateada que ilumino la plaza, ilumino la noche, con el resplandor de una luna llena alzandose en el firmamento. La Senora de los Muertos levanto la cabeza, y los negros labios rieron jubilosos, y el blanco y hermoso rostro era el rostro eterno de una diosa; y los ojos, como estrellas negras, pero llenos de vida, volvieron la mirada hacia sus adoradoras, y exclamo, abriendo los brazos de par en par como para abrazarlas a todas:
—?MIS HIJAS!
Indigo vio como Uluye y sus mujeres se incorporaban, pero, en el mismo instante en que estas se ponian en pie, en el mismo instante en que corrian hacia su senora, una gigantesca oscuridad parecio caer sobre ella. El mundo giro convertido en un torbellino; vision y sonido se desvanecieron, crecieron, volvieron a desvanecerse, mientras los sentidos de la muchacha se tambaleaban.
Y el poder empezo a abandonarla, manando de ella, retirandose.
,Oyo la voz mental de
Y, justo antes de caer sin sentido en el suelo, escucho la voz temblorosa de Yima, como el grito de un ave en la oscuridad que estallaba sobre ella:
—?Madre? ?Oh, madre!
CAPITULO 23
Habia estado consciente durante la ultima hora pasada sobre la arena, pero de una forma remota y distante, como si contemplara los acontecimientos desde una gran distancia en el tiempo y tambien en el espacio. Todavia recordaba a las mujeres cantando; lo escucho en sus suenos, un hilo plateado recorriendo las neblinas de sus