tengo poder, y es mayor que el tuyo, ?porque el demonio llamado miedo ya no tiene ninguna potestad sobre mi!»

Echo a correr al frente, llego hasta el cuadrado y solto la antorcha mas cercana de su soporte. Los primeros hushu no se encontraban ni a cinco pasos de ella en estos momentos, tan cerca que podia distinguir todos los detalles de aquellos rostros destrozados y cuerpos podridos. Vacilaron al verla antorcha en mano, pero luego siguieron avanzando.

Los ojos de Indigo se volvieron negros, y a su alrededor broto una aureola plateada. «Plata por Nemesis..., mi siniestra gemela, pero ahora ya no soy su esclava. ?No te temo ni a ti ni a tus legiones, Senora de los Muertos!»

El poder se animo en su interior, y la antorcha que sostenia estallo en una violenta columna de fuego plateado. De las gargantas de los hushu brotaron

debiles sonidos sibilantes de alarma o rabia, e Indigo giro en redondo.

Uluye se erguia solitaria frente a la llorosa y orante masa de sus mujeres, con su figura recortada por la luz de la tea sostenida por la muchacha.

—?Uluye! —La voz de Indigo se abrio paso por entre los murmullos— ?Ayudame! ?Ayudame a matar a los hushu!

La sacerdotisa no conseguia apartar la mirada de las llameantes estrellas en que se habian convertido los ojos de Indigo.

—?No puedo! —grito con voz ronca—. ?No se los puede matar, es imposible!

—?Pueden morir! —replico Indigo, sacudiendo la cabeza—. ?Solo crees que es imposible, porque siempre has tenido demasiado miedo para intentarlo!

Grimya regreso corriendo junto a ella, arrastrando la lanza; con un rapido movimiento, Indigo se inclino para recoger el arma.

—?Ayudame, Uluye! —insistio—. ?Utiliza la energia y el poder que tu diosa te dio, y acaba con la esclavitud de tu gente y con la miserable existencia de los hushu!.

Volvio a girar, alzando la antorcha en una mano y la lanza en otra. A dos pasos de distancia, unos ojos muertos la contemplaron con un resplandor hueco cuando la plateada luz cayo sobre el cuerpo del zombi que se acercaba. Los hushu alzaron los brazos temblorosamente como si quisieran abrazarla, y sus mandibulas medio podridas se entreabrieron en una espantosa parodia de una sonrisa de bienvenida, Indigo apunto y arrojo la lanza directamente a la deforme cabeza, y el arma se hundio en el quebradizo craneo y lo atraveso de parte a parte.

El hushu aullo. Fue un sonido horripilante, pero a la vez patetico, como el chillido de un animalillo. Por un instante parecio como si un destello de inteligencia humana regresara a los blanquecinos ojos del hushu en el momento en que el deformado cerebro se partia dentro del craneo, la sede y origen de su vida en la muerte, y en aquella mirada habia comprension, gratitud y alegria. Luego, muy despacio, casi con suavidad, el cuerpo del zombi se doblo sobre si mismo y se desplomo al suelo, donde quedo totalmente inmovil.

Indigo libero la lanza con un fuerte tiron y se volvio otra vez en direccion a Uluye y sus mujeres.

—?Lo veis ahora? —les grito—. ?Pueden morir! Ayudame, Uluye. Reune a tus mujeres, coged vuestras lanzas y machetes y liberaos del miedo a los hushu. En nombre de vuestra propia diosa, ?dadles la paz!

Uluye se quedo mirandola, paralizada. Los rezos y suplicas de las sacerdotisas se habian transformado en anonadado silencio, pero, mientras Indigo y su lider seguian contemplandose fijamente, unos murmullos, unos susurros ahogados, empezaron a surgir poco a poco de sus apinadas filas.

—Ella lo mato..., mato al hushu. Poder..., poder..., un avatar, un autentico avatar. Puede matarlos...

Indigo era perfectamente consciente de que, a su espalda, los hushu se habian detenido. La Dama Ancestral aguardaba; aguardaba para ver que harian sus servidoras, como reaccionarian; si encontrarian en su interior el valor necesario para hacer lo que Indigo las instaba a hacer, Indigo seguia sosteniendo la mirada de Uluye, sin atreverse ahora a hacer nada; era la Suma Sacerdotisa quien debia efectuar el primer movimiento.

Por fin, temblando, Uluye se movio. Alargo una mano a su espalda y extendio los dedos en una senal a sus seguidoras. Una de las mujeres se adelanto corriendo, con una lanza. Uluye la tomo y, sin apartar la mirada de Indigo, como si estuviera hipnotizada, empezo a andar hacia el frente. La muchacha se hizo a un lado cuando se acerco, y Uluye se detuvo ante otro de los ahora inmoviles hushu. Cerro la boca con fuerza y lanzo el arma... y de nuevo se produjo el sibilante grito y el momento de liberacion, antes de que el zombi se derrumbara como un pelele sobre el suelo.

Temblando, Uluye se volvio hacia Indigo. Su rostro mostraba una expresion de asombro, y sus ojos brillaban con la luz de la revelacion.

—Te has encarnado entre nosotras... —musito; luego, antes de que la muchacha pudiera reaccionar, se volvio a las sacerdotisas alli reunidas y levanto la ensangrentada lanza por encima de su cabeza.

»?La Dama Ancestral esta con nosotras! —aullo—. ?Nos ha mostrado la verdad y el camino; nos bendice a todas! ?Senora..., oh, senora, vos sois nuestra adorada diosa! —Y doblando una rodilla en tierra, extendio los brazos y realizo el gesto ritual de mas profunda veneracion del culto: el homenaje de una sacerdotisa a su diosa.

Indigo se sintio estupefacta. Y, en el mismo instante en que las palmas de la Suma Sacerdotisa tocaban el suelo, una voz titanica resono ensordecedora por toda la plaza.

—?NO! ?YO SOY VUESTRA DIOSA! ?TRAIDORAS Y BLASFEMAS, YO SOY VUESTRA DIOSA!

La superficie del lago se habia vuelto de color plata, y, alzandose de ella como humo de un fuego forestal, una neblina negra hervia y borboteaba. Unas formas se retorcian en su interior, innominables, espantosas, y en su corazon, por encima del centro del lago, se agitaba una gigantesca columna negra como la letal cabeza de un tornado.

Las sacerdotisas empezaron a chillar acurrucandose sobre el suelo, y Uluye miro a Indigo confundida y aterrada. La transformacion y el despliegue de poder la habia convencido de que Indigo era, la Dama Ancestral, o, al menos, su avatar, y que la diosa habia estado hablando y actuando a traves de ella. Ahora, no obstante, comprendio su error y, temblando, se aparto de la muchacha; mientras lo hacia la titanica voz volvio a hablar, sacudiendo el aire.

—?ES ESTA LA FORMA EN QUE DEMOSTRAIS VUESTRO AMOR POR

MI? ?OSAIS DARME LA ESPALDA Y DAR VUESTRA LEALTAD A OTRA? ?AH, MI VENGANZA SOBRE VOSOTRAS SERA TERRIBLE..., TERRIBLE Y ETERNA!

Uluye se cubrio el rostro con los brazos como para rechazar una lluvia de golpes y empezo a chillar. Mientras se derrumbaba sobre el suelo y sus mujeres caian de rodillas, gimoteando, Indigo se dio la vuelta y corrio a la orilla del lago. Su voz resultaba insignificante despues de la abrumadora ira de la Dama Ancestral pero aullo con todas sus fuerzas, gesticulando con violencia en direccion a la oscilante columna.

—?No! ?Estupida, ciega y atemorizada estupida! ?Ellas no me adoran a mi; te adoran a ti! ?No te han dado la espalda...! ?Creian que yo era tu!

—?MIENTES, ORACULO! —La respuesta la ensordecio—. ?BUSCABAS OCUPAR MI LUGAR Y ARREBATARMELAS!

—?No he hecho tal cosa!

Indigo dirigio una rapida mirada por encima del hombro y vio que Uluye se ponia en pie. La Suma Sacerdotisa empezo a avanzar a trompicones hacia las otras mujeres, e Indigo comprendio lo que pensaba hacer. Era una locura, una insensatez... y era una prueba devastadora de que Uluye realmente amaba a su diosa y seguiria amandola, sin importar que horrores la Dama Ancestral pudiera infligirles a todas ellas.

Indigo se volvio de nuevo hacia el lago, y grito:

—?No las ves? ?No ves lo que hace tu Suma Sacerdotisa, no lo comprendes ?No quieren darte la espalda! ?Escuchalas!

Temblorosa, luchando por encontrar un tono apropiado, Uluye habia empezado a cantar. Se trataba de una cancion que Indigo habia llegado a conocer bien durante su estancia en la ciudadela: un himno de alabanza a su senora, una promesa de obediencia y una declaracion de amor. Una a una, las mujeres se le fueron uniendo a medida que su ejemplo les daba confianza —o a medida que la desesperacion las arrastraba—, y el himno se elevo

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