quede Indigo, o de la cosa en que se habia convertido Indigo. Tenia que retenerlos, mantener el control sobre ellos, porque, si era debil, o si mostraba un solo instante de duda o indecision, estaria perdida.

«Y tu, Uluye, ?de que tienes miedo...?» El corazon le dio un vuelco tan violento de repente que a punto estuvo de cortarsele la respiracion cuando, sin quererlo, su mente rememoro la imagen de su hija al ser sacada de la ciudadela y pasar ante la roca donde su madre, su juez y verdugo, permanecia inmovil observandola. «Mi unica hija... ni siquiera levanto los ojos al pasar; no me miro ni una sola vez...»

Una oleada de violenta furia estallo en su cerebro y aplasto la momentanea emocion, exterminandola. No se dejaria persuadir; ?no dudaria! La Dama Ancestral se habia cobrado su justa venganza sobre Shalune e Inuss por sus crimenes, y ahora Yima y su amante pagarian el mismo precio. Cualquier otra cosa era impensable. «Yo soy la Suma Sacerdotisa —penso Uluye con ferocidad—. ?Yo no puedo equivocarme..., no puedo!»

Su voz resono entonces por encima de las cabezas de los reunidos:

—?Escuchadme! Yo, Uluye, sierva escogida de la Dama Ancestral, os hablo en su sagrado nombre y denuncio a este falso oraculo que se encuentra ante mi. ?La voluntad de nuestra senora esta muy clara, y su voluntad esta por encima de todo! ?Escuchadme ahora, y os advierto que lanzare la colera de la Dama Ancestral sobre cualquiera que se atreva a desafiarla!

Se agacho y arrebato una lanza de la mano de una de las acolitas situadas a sus pies, y luego volvio a incorporarse bruscamente. La luz del agonizante sol hizo centellear la punta de la lanza cuando Uluye la alzo por encima de su cabeza.

—?Yo soy la escogida de nuestra senora! —grito, y la multitud la aclamo en respuesta, aunque sus gritos eran nerviosos y titubeantes—. ?Yo soy la Suma Sacerdotisa, y la hija espiritual de la Senora de los Muertos! Y maldigo a este demonio que merodea entre nosotros como los hushu merodean en la noche. Lo que ella busca es que abandoneis el servicio de la Dama Ancestral, y un corazon infiel es todo lo que ansia; ?tan solo un corazon en el que sembrar su emponzonada semilla! —Alzo la voz hasta convertirla en un alarido lleno de veneno—. ?Existe un corazon asi entre vosotros?

—?No! —gritaron los espectadores—. ?No, Uluye, no!

—?Aseguraos de ello! —los exhorto Uluye con un siseo amenazador y letal—. Aseguraos de ello, ?porque si hay uno solo entre vosotros, hombre, mujer o nino, que no le sea fiel, lo maldecire, y devorare el alma de esa persona, y la declarare hushu tal y como declaro a este repugnante demonio! ?Me escuchais?

—?Te escuchamos, Uluye! ?Te escuchamos!

Enardecidas por la salvaje diatriba de su jefa, tres de las sacerdotisas mas proximas a Uluye agarraron tambor y sistros, y empezaron a hacer sonar una melodia discordante y entrecortada. Sus agudas voces se elevaron en un cantico al que otras se unieron rapidamente, y formaron una fila a cada lado de la roca en que se encontraba Uluye, balanceando los cuerpos y golpeando el suelo con los pies. Estremecida ante la comprobacion de su ascendiente, Uluye se dio la vuelta. Sin soltar la lanza, salto de la roca e, indicando a dos de sus mujeres que los siguieran, avanzo despacio y amenazadora en direccion a Indigo, que permanecia en la arena sola y desafiante.

—Ahora —dijo, con ferocidad pero en un tono tan bajo que solo su presa y sus dos ayudantes pudieron oirla —, ?te mostrare el significado del miedo, oraculo! —Chasqueo los dedos en direccion a las mujeres—. ?Cogedla!

Mientras las dos mujeres se adelantaban, Indigo leyo en sus ojos que le tenian miedo; pero su terror de Uluye era aun mayor, y no se atrevian a desobedecer la orden. No se resistio cuando la sujetaron por los brazos — algo que tambien las desconcerto— pero, mientras la inmovilizaban en el suelo, una voz sono en su cerebro:

«?Indigo!» Era Grimya. En cuanto la muchacha dio a conocer su presencia a los alli reunidos, la loba abandono el templo y descendio a toda prisa del zigurat para aguardar y observar al pie de la escalera. «?Indigo, ten cuidado! Es peligrosa...»

«?No, Grimya, espera!» Indigo envio un rapido mensaje al percibir que la loba estaba a punto de venir corriendo en su ayuda. «?Quedate donde estas!» Era de vital importancia que Grimya no interviniese ahora. Debia enfrentarse a esto sola.

Uluye avanzaba con la lanza alzada para atravesar di rectamente el corazon de Indigo. Se encontraba solo a siete pasos; seis, cinco... Indigo noto como sus musculos se ponian en tension, pero se obligo a no mostrar ningun signo externo de nerviosismo, y mantuvo la mirada fija, in mutable, en el rostro de la sacerdotisa.

«Esto es lo que querias, ?verdad, senora?» El desprecio dio a sus silenciosos pensamientos un enfasis anadido al pensar en la Dama Ancestral escondida en su oscuro rei no. «Un enfrentamiento con tu Suma Sacerdotisa, una prueba para ver que voluntad es la mas poderosa. ?Hasta donde llegaras para poner a prueba la fe de Uluye y mi valentia? ?Hasta donde, antes de que yo te demuestre que puede vencerse el miedo de tus adoradores?» La Senora de los Muertos siguio sin dignarse contestar, pero a Indigo le parecio percibir una levisima agitacion en lo mas profundo de su mente, la sensacion de algo que escuchaba, que aguardaba...

Uluye dio otro paso al frente... y se detuvo. La lanza se encontraba ahora a centimetros del corazon de la joven, pero Indigo no le dedico ni una ojeada. Resultaba curioso: no sabia que sucederia si Uluye se la clavaba. No tenia la menor duda de que la lanza la atravesaria, pero ?que sucederia entonces? ?Que pasaria si el corazon se partia en dos, o si sangraba y no habia forma de detener la hemorragia? No podia contestar a estas preguntas; todo lo que sabia era que, le sucediera lo que le sucediera, no moriria. No estaba dispuesta a morir... y, ademas, estaba segura de que no se llegaria a eso.

Uluye la miraba a los ojos, los labios curvados en una fria sonrisa.

—?Tienes miedo ahora, oraculo; ahora que se acerca el momento en que tu alma va a ser enviada a su destruccion?

—No —respondio Indigo.

—En ese caso eres mas estupida de lo que creia. —Pero los ojos de Uluye contradijeron de repente la sonrisa; esta era la senal que habia estado esperando Indigo, el primer breve atisbo de una confianza que se tambaleaba—. ?Sabes que significa ser hushu? —continuo la mujer—. ?No puedes imaginarte acaso lo que sera para ti la vida en la muerte, cuando tengas que andar por el bosque cada noche, aullando a causa de un hambre y una sed que jamas pueden saciarse? ?Sabes lo que es perder el alma, sabiendo al mismo tiempo que jamas moriras

realmente?

La lanza que empunaba se estremecio de repente, por un instante; e Indigo comprendio que Uluye estaba desesperada.

—?Oh, si! —respondio con suavidad—. Puedo imaginarlo, ya que he visto cosas peores, y me he enfrentado a cosas tambien peores. Los hushu no me inspiran temor. No siento mas que compasion por ellos. ?No la sientes tu, Uluye? ?No sientes compasion por Shalune e Inuss? —Se interrumpio el tiempo suficiente para comprobar la repentina y atemorizada tension de los musculos del rostro de la Suma Sacerdotisa, y luego anadio con terrible dulzura—: ?No sientes compasion por Yima?

Por un momento penso que sucederia tal y como habia rezado para que sucediese, ya que los ojos de Uluye se abrieron de par en par sorprendidos cuando, puede que por primera vez, la autentica comprension de lo que habia hecho a su hija se abrio paso a traves de las barreras que habia erigido en su mente y la golpeo como un martillazo. Desesperado, el confundido cerebro de la Suma Sacerdotisa fue en busca de ayuda, de guia: «Mi senora, ?puede ser esto verdad? He estado equivocada?».

Y, en la mente de Indigo, una corona plateada centelleo alrededor de unos ojos negros como las profundidades del espacio, y resono la risa de la Dama Ancestral.

Uluye lanzo un tremendo alarido. Echando la cabeza atras con tanta violencia que el enorme tocado de plumas se le torcio, levanto la lanza en alto con ambas manos.

?Demonio! —Sus ojos estaban enloquecidos por el terror y el odio—. ?Demonio! ?Te envio con los hushu, te maldigo, te condeno a la eternidad!

La lanza se abatio sobre Indigo, directa a partirle el corazon..., y Grimya surgio como una bala de detras de la hilera de mujeres que cantaban: un rayo gris que recorrio la arena y se arrojo de un salto con un grunido furioso contra la garganta de Uluye. La lanza cayo de las manos de la Suma Sacerdotisa girando como una peonza mientras la mujer se desplomaba en el suelo bajo el ataque de la loba, y la rabia de

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