suenos. Tambien en estos suenos, revivio a menudo el momento de la partida de la Dama Ancestral, con la brillante figura impulsando el bote con la espadilla, de regreso al centro del lago, mientras las sacerdotisas entonaban un ultimo extasis de alabanza.

Siguiendo las ordenes de su diosa, habian apagado las antorchas y retirado los amuletos del espacio reservado a los hushu, y habian levantado solemnemente los cuerpos de Shalune e Inuss para transportarlos hasta el bote que se balanceaba en la orilla. Cantaron entonces una nueva cancion que era a la vez un canto funebre por las difuntas y un himno de agradecimiento porque se les habian perdonado los pecados a Shalune e Inuss —pecados que en realidad no habian existido— y estas ya no se verian condenadas a vagar por los bosques como hambrientos hushu, sino que servirian a la Dama Ancestral en su reino.

Se habian acabado los castigos; se habian acabado los hushu, los zombis y espiritus siniestros enviados a atormentar a los vivos. La embarcacion de la Dama Ancestral se hundio en el interior del lago, en el interior del mundo situado bajo el lago, y desaparecio de la vista de sus adoradoras; pero su promesa permanecio. El demonio del miedo estaba vencido, y los terrores vengativos de la noche habian dejado de existir.

E Indigo deseo intensamente con todo su corazon que la promesa se hubiera mantenido.

Cambio de posicion, apartando a un lado algunas de las ofrendas amontonadas en el interior de la cueva y que la convertian en una especie de cueva del tesoro. Comida, ropas, adornos, fetiches, tallas, utensilios; regalos de sacerdotisas agradecidas y de aldeanos sorprendidos y pasmados; regalos que la mitad de sus donantes no podian permitirse pero que debian, debian hacer a la extranjera de piel clara que se habia convertido en su oraculo y que poseia el poder de sacar a la Dama Ancestral de su oscuro reino para bendecir a su gente. Regalos para alguien que, a sus ojos, era poco menos que una diosa tambien, regalos para alguien a quien veneraban. Y ya en estos momentos la frontera entre la veneracion y el temor empezaba a difuminarse.

No habian tardado mucho en aparecer las primeras senales. La transportaron de regreso a la cueva, y alli durmio durante tres dias seguidos, mente, cuerpo y espiritu extenuados por los acontecimientos de la trascendental noche. Cuando por fin desperto se encontro convertida en una heroina, y aun mas, mucho mas que eso. Aunque se mostraron obedientemente de acuerdo con ella cuando les dijo que no era un oraculo, y tampoco el avatar escogido por la Dama Ancestral, comprendio que su aquiescencia no iba mas alla de las palabras y gestos dirigidos solo a contentarla. En sus corazones no era asi, jamas podria ser asi, y, para Indigo, esta habia sido la primera senal de que, aunque habian aprendido a quererla, tambien la temian.

Luego estaba Uluye. Uluye no podia cambiar. Oh, ella y Yima se habian reconciliado, y Uluye habia dado su bendicion a Yima y a Tiam, la bendicion sancionada y santificada por la Dama Ancestral, pero ya buscaba a una nueva candidata a la que traspasar el manto en anos venideros, otra muchacha a la que seleccionar, criar y educar a imagen suya; y gobernaria la vida de su nueva protegida tal y como habia gobernado la vida de su hija. Y el ritual nocturno a la orilla del lago..., eso, tambien, habia sido a peticion de Uluye. En un principio su decision fue continuar las patrullas nocturnas del lago con sus antorchas y canticos y el repiqueteo de los sistros, simplemente como senal de reverencia hacia su senora, una expresion de la gratitud del culto. Asi que habian cantado, y bailado, y realizado ofrendas.

Pero la naturaleza de las ofrendas empezaba a tomar un tinte siniestro. Se empezaban a arrojar al lago amuletos contra esto o aquello mezclados con regalos mas sencillos de comida; y, en dos ocasiones en los ultimos siete dias, habian aparecido humildes delegaciones de poblados vecinos y habia habido consultas en voz baja, y, en las noches siguientes a estas visitas, se incluyeron nuevos amuletos contra el mal de ojo entre las ofrendas hechas a la Dama Ancestral. Lentamente, insidiosamente, las viejas costumbres volvian a reafirmarse.

Indigo intento advertirles, pero sabia de antemano que sus esfuerzos estaban condenados al fracaso. La escuchaban, claro que la escuchaban; pero no la oian en realidad, pues, para ellas, la muchacha no era del todo mortal, no era del todo humana y, por lo tanto, no del todo real.

Podria haber cambiado las cosas. Todo lo que necesitaba hacer era ponerse el manto de plumas del oraculo y ocupar su lugar en el sillon en el templo de la cima del zigurat. La habrian escuchado, y habrian obedecido cada una de sus palabras. Podria haber usurpado el poder de Uluye, haberse colocado por encima de la Suma Sacerdotisa, gobernado. Y esa, Indigo lo sabia muy bien, habria sido la peor eleccion.

La cortina que cubria la entrada a la cueva se agito de repente, y Grimya penetro en el interior. No habia mas que una pequena lampara encendida en una de las hornacinas de la pared, y, bajo la tenue luz, los ojos de la loba brillaban como ascuas.

—Crrreo que estan todas dor... midas ahora —dijo en voz baja—. El ritual noc... turno ha terminado, y hace rrrato que no se ve ningun movimiento abajo. —Hizo una pausa— ?Essstas lisssta?

—Si.

Indigo se puso en pie y recogio las bolsas amontonadas cerca de ella. Se sentia extrana al volver a llevar sus viejas ropas en lugar de las tunicas a las que se habia acostumbrado durante su estancia aqui; le resultaban raras y ajenas a ella. Paseo la mirada por la cueva, contemplo el monton de regalos, y sintio crecer en su interior una dolorosa mezcla de tristeza y amargura.

«De todos modos —penso—, existe mucho temor. El demonio puede haber muerto en mi interior, pero, para ellas, sigue vivo. Creo que siempre sera asi... y lamento tanto que no haya mas que yo pueda hacer...»

No pensaba llevarse ninguna de aquellas ofrendas; ni siquiera un pequeno recuerdo. De hecho, tenia algo que dejar, un regalo para la Dama Ancestral. Que pensaria de el la siniestra diosa, no lo sabia, pero a lo mejor podia servirle, ahora que ya no tenia utilidad para Indigo. Habia desempenado su papel en su vida, pero su momento habia pasado.

Se pregunto que pensarian las mujeres cuando descubrieran que se habia ido. ?Adivinarian la verdad, o creerian que el oraculo y su companera se habian desvanecido, llamados quizas a un mayor servicio de la Dama Ancestral? En cierta forma, era lo que esperaba, pues esto podria asegurar que la olvidaran mas pronto.

Apago la lampara de un soplo. La cueva se sumio en la oscuridad, e Indigo y Grimya salieron a la repisa. La noche era clara y hermosa; las estrellas brillaban en un cielo de terciopelo, y la media luna empezaba a alzarse por encima de las negras siluetas de los arboles. Abajo el lago estaba tranquilo, como un gran escudo de estano caido y abandonado en el bosque por algun guerrero descuidado. La ciudadela y la plazoleta estaban en silencio. En algun lugar un pajaro chirrio con un sonido similar al de una enloquecida risa humana.

Indigo se llevo la mano al cuello y tiro de la cinta de cuero que sujetaba la bolsa de la piedra-iman. El tiempo habia vuelto quebradiza la vieja correa de cuero, que se rompio con facilidad, y la muchacha se quedo con la bolsa en la mano. No queria mirar la piedra, ni tan siquiera por ultima vez; estaba decidida, y nada la disuadiria ahora.

Arrojo piedra, bolsa y correa, todo junto, bien lejos en direccion al lago. Descendieron girando como una peonza, apenas visibles a la luz de la luna y las estrellas..., y a poco un leve centelleo rompio la uniformidad del lago porcunos instantes cuando chocaron contra las aguas.

«Esta es la pequena ofrenda que te hago, senora —penso—. Aceptala como muestra de mi gratitud, ya que me mostraste que aquello a lo que temia por encima de todo no tenia fundamento. Fenran esta vivo, y creo que puedo encontrarlo. Ninguna otra cosa me importa ahora, y te doy las gracias por ponerme en este sendero.»

Ninguna respuesta se agito en su cerebro, como ya habia supuesto que no sucederia. El vinculo estaba roto. Sin embargo, penso Indigo, algo de la Dama Ancestral viviria siempre en su interior a partir de ahora; un legado del avatar que llevaba dentro de su propio ser, el avatar que habia despertado aqui y que habia sabido, fugazmente, lo que era ser una diosa.

Bajo los ojos hacia Grimya y sintio el calido y carinoso contacto de la mente de la loba cuando esta le devolvio la mirada. Grimya comprendia lo que se ocultaba tras este ultimo ?esto y, a dondequiera que Indigo fuera, ella la seguiria, Indigo no encontro las palabras, ni siquiera los pensamientos apropiados para expresar lo que sentia, pero se inclino brevemente para acariciar la coronilla de la loba.

Luego se echo las bolsas al hombro, y, tan silenciosas como las sombras de dos nubes cruzando sobre el rostro de la luna, descendieron juntas la escalera y se marcharon en direccion al bosque que las esperaba mas alla de la dormida ciudadela.

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