aguas, con la cabeza martilleandole y miles de luces centelleando ante sus ojos, supo que solo podria resistir unos pocos segundos mas antes de verse obligada a abrir la boca e intentar respirar. Entonces, justo antes de que la presion resultase demasiado fuerte para resistirla, su cabeza habia surgido de entre la arremolinada oscuridad al caos de la tormenta; trago aire con una poderosa y jadeante aspiracion y sintio como la lluvia le golpeaba el rostro, y, en tanto las palpitaciones y las lucecitas empezaban a desvanecerse, encontro sin saber muy bien como la serenidad necesaria para flotar hasta la orilla y arrastrarse fuera del lago, para tumbarse en la arena tosiendo y boqueando con los relampagos centelleando a su alrededor y el trueno rugiendo en sus oidos.
Todavia estaba mareada, y sentia la garganta como si estuviera en carne viva; pero la implacable realidad fisica de la tormenta iba eliminando su desorientacion, cosa que le agradecia. Inmortal o no, preferia no hacer conjeturas sobre lo que podria haberle sucedido de no haber alcanzado la superficie cuando lo hizo. Pero ahora estaba de regreso. Estaba a salvo. Y habia tanto que contar...
—Espera un poco, carino; deja que respire.
Un nuevo retumbo eclipso las palabras de la joven, que aprovecho para acariciar el pelaje de la loba. Durante otro minuto o mas, permanecieron abrazadas bajo el aguacero. Los relampagos eran menos frecuentes ahora, aunque la lluvia seguia cayendo con la misma fuerza, y, mientras sus vacilantes sentidos empezaban a regresar a un orden mas racional, Indigo penso: «Oh, Diosa, ?por donde empezar?». Habia tanto que contar, tantos hilos sueltos que desenredar... Pero entonces recordo la primera cosa, la mas terrible de todas, y cerro los dedos con fuerza alrededor del pelaje de la loba.
—
El trueno volvio a sonar, y los ojos del animal se ensombrecieron.
—?Lo sabes? —Indigo la miro con sorpresa.
—Se lo de Yima; se lo que intentaba hacer. Shalune me conto toda la historia.
—?Culpa tuya? —
Indigo miro rapidamente en direccion al otro extremo del lago, pero el zigurat situado en la otra orilla resultaba invisible bajo la cortina de agua y oscuridad. Durante una breve tregua en la tormenta, el sonido de los cantos de las mujeres floto debilmente sobre las aguas por encima del siseo de la lluvia, y fue entonces cuando su mente se dio cuenta de lo que significaban.
—?Cuanto falta para el crepusculo? —inquirio con voz tensa.
«No
—No —volvio a interrumpirla Indigo—.
Se pusieron en pie y corrieron a trompicones bajo el diluvio en direccion a los arboles. Una vez alli, refugiadas bajo la amplia copa de un gigante de hojas enormes, procedieron a relatar lo sucedido a cada una, y toda la fea historia salio a la luz.
—?Ah, pero yo si! —repuso la joven, sombria—. Y eso forma parte de mi historia. Veras, he descubierto cual es la naturaleza del demonio que buscamos, y no se trata de la criatura que se llama a si misma Dama Ancestral.
«?No
—No. En realidad, la Dama Ancestral es esclava de este demonio,
Y conto a la loba lo acaecido en el reino de la Dama Ancestral.
—?El de... monio es el
—Lo se. Pero creo que se lo puede vencer,
—Indigo clavo la mirada en los preocupados ojos de la loba—. ?Recuerdas lo que me dijiste no hace mucho, sobre los aspectos en que yo habia cambiado desde que empezamos a viajar juntas?
—Eso crrr... eo.
—Ese dia me preguntaste si creia seguir poseyendo el poder de cambiar de aspecto. Bien, ahora conozco la respuesta. La descubri por casualidad cuando la Dama Ancestral intento utilizar esas tres imagenes contra mi: Nemesis, el Emisario y mi propia personalidad de lobo. Cuando hice desaparecer la imagen del lobo, cuando se la arrebate a ella, supe que, aunque formaba parte de mi y siempre lo haria, ya no podia utilizarla. —Sonrio entristecida—. Es como tu dijiste: el cachorro deja atras sus juegos cuando ya no le sirven para aprender. No necesito transformarme en lobo para derrotar a este demonio. Creo que ahora he aprendido como invocar otros poderes.
—?Otros poooderes? —inquirio
—No estoy muy segura de poder explicartelo; ni siquiera estoy segura de poder explicarmelo a mi misma. Simplemente... lo
—No comprrren... do —dijo
—No.
Indigo comprendio lo inutil de intentar expresar lo que sentia en palabras que tuvieran sentido. Las palabras no podian transmitirlo; la sensacion —la conviccion— era demasiado informe. No obstante,