ojos levantados hacia la resplandeciente criatura que decia hablar en nombre de la Madre Tierra y se erguia ante ella para juzgarla. Cuando volvio a mirar en direccion al bote, solamente quedaba el lobo de ojos de color Indigo.
Entonces el lobo desaparecio tambien, y la Dama Ancestral quedo sola en la embarcacion.
—No tienen poder sobre mi —anuncio Indigo—. Mas bien, soy yo quien tiene poder sobre ellos. Y eso es lo que temes por encima de todo, ?no es asi? Un poder que quiza pueda resultar mayor que el tuyo. Es por eso que has sucumbido a ese mismo demonio que has procurado utilizar para tus propios fines. Lo has utilizado como arma, pero a la vez se ha alimentado de ti y se ha fortalecio gracias a tus propias debilidades.
Del bote surgio una aspera carcajada.
—?No sabes
—?Oh, pero si que se! —Una vez mas, Indigo habia percibido la duda que se ocultaba bajo la brusca respuesta de la Dama Ancestral, y le dedico una sonrisa nada agradable—. Se mas de ti de lo que puedas imaginar, senora. Se que has creado este mundo de los muertos a su alrededor como un escudo, como un caparazon en el que puedes ocultarte. Se que has forjado los horrores que aparecen en las pesadillas de tus adoradores, y que los envias a merodear por el mundo de los vivos para que los tuyos corran a aplacarte y hacerte ofrendas con la esperanza de esquivar tu colera. Tienes sus vidas en tus manos y, mediante los oraculos, haces que bailen, canten, lloren y se humillen... ?y haces que
Otra debil carcajada resono en el tunel, y fue contestada por renovados crujidos y aranazos procedentes de las paredes.
—Pero yo no quito la vida, Indigo. Eso es algo que ya sabes.
—No he afirmado que quites la vida —volvio a sonreir Indigo—. He dicho que
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La Dama Ancestral no respondio y, al cabo de unos segundos, Indigo volvio a hablar.
—?Te crearon ellos? ?Es esa la verdad? ?No eres mas que una invencion de tus adoradores humanos?
—
Si, se dijo Indigo; hasta ahi era cierto. Esta criatura era mucho mas que un ente sacado de la nada, mas que una cascara creada por el poder de la voluntad humana.
«Nosotros somos ella. Ella es nosotros.» Y sus sirvientes, estos sirvientes cuyos huesos formaban las paredes de sus dominios —estos y todos los innumerables otros cuyas almas se habian ido a reunir con ella durante los siglos, hasta que no hubo la menor diferencia entre ellos—, temian a la muerte mas que a nada. En apariencia parecia una paradoja estupida, pero la muerte podia adoptar muchas formas. Muerte del cuerpo, muerte de la mente o del corazon... o muerte de la vida misma. Y ahi estaba el quid de la cuestion.
—?Quieres que te diga el nombre del demonio, senora? —inquirio Indigo—. ?Quieres que te diga el nombre de la cosa que he venido a destruir, y que te tiene esclavizada?
La embarcacion se balanceo violentamente, y la voz de la Dama Ancestral le espeto:
—?Tu no sabes el nombre del demonio!
—Pero si que lo se. Su nombre es
—?No! —siseo la figura—. ?Mientes, oraculo! ?A que tengo yo que temer?
Indigo miro a derecha e izquierda. Los huesos permanecian quietos ahora, las diminutas voces en silencio. «Nosotros somos ella. Ella es nosotros.»
—Creo que tienes miedo a ese poder en cuyo nombre gobiernas —dijo con suavidad—. Temes a la muerte.
Se produjo un tenso silencio, seguido de una carcajada tan violenta y repentina que sono como el ladrido de un perro al resonar por el tunel.
—
Indigo sacudio la cabeza, para luego responder:
—Temes a la muerte, senora, porque la muerte, para ti, significaria perder el control sobre los que te adoran.
El bote se aproximo mas, y la muchacha retrocedio con rapidez cuando este choco contra la playa, haciendo crujir el suelo de guijarros bajo la quilla. La Dama Ancestral dio un paso al frente, pasando por encima del banco.
—?Jamas perdere mi control sobre ellos!
—Pero, y si sucediera, ?que ocurriria entonces? Si se alijaran de ti, si te dieran la espalda en favor de otra deidad, o de ninguna otra, ?en que te convertirias?
La negra figura saltaba ahora por encima de la proa, Indigo volvio a retroceder, aunque era consciente de quino podria retroceder mucho mas. Este era el momento mas peligroso. Si calculaba mal, si cometia un error, el incipiente plan que estaba tomando forma en su cerebro podria irse al traste.
—Los gobiernas mediante el temor, porque es el miedo el que te mueve. Miedo de que te abandonen a menos que esten demasiado asustados para hacerlo. Quieres su amor...
Indigo recordo la espantosa expresion de los ojos de Shalune momentos antes de morir.
—Quiza lo tienes —repuso con desden—, pero la cruel verdad y el terror que infliges para mantener a tus seguidores unidos a ti anula y pervierte ese amor. Shalune e Inuss murieron porque creyeron que era el justo castigo a lo que habian hecho. No era asi. ?Que crimen habian cometido, excepto desafiar la voluntad de esa demente que se llama a si misma tu Suma Sacerdotisa? ?No obstante dejaste que murieran, las
Miro rapidamente por encima del hombro. Se encontraba casi en el punto mas alto y central del islote ahora; detras de ella, la roca que se levantaba impedia el paso al brillante resplandor de la esfera de luz, y no podia ver mas que una intensa negrura. No se atrevia a retroceder mas.
Pero la Dama Ancestral no la seguia, sino que se habia detenido en la playa. Su rostro cadaverico resultaba espantoso alli donde lo alcanzaba el brillo de la luz; sus ojos eran negros como el carbon y, por el momento, la aureola plateada se habia amortiguado hasta transformarse en un tremulo resplandor inquietante.
—Sabes bien —siguio Indigo en voz baja pero furiosa— lo que Shalune intentaba hacer. Intentaba traerte una candidata digna de ser tu siguiente avatar en el mundo mortal. Intentaba reemplazar una sacerdotisa que no tendria la dedicacion necesaria para mantener tu culto y venerar tu nombre por otra que si lo haria.
—?Desobedecio mi voluntad! —siseo la Dama Ancestral como una gata enfurecida.
—Desobedecio la voluntad de
Lenta, muy lentamente, la Dama Ancestral levanto una mano, y la manga de la tunica resbalo hacia atras, descubriendo un brazo tan delgado y palido como el brazo De un cadaver al que no queda una gota de sangre. Los negros labios se entreabieron y volvio a sisear; no como un gato en esta ocasion sino como una serpiente, letal y despiadada. Dando un paso al frente, dio un pisoton a la esfera de luz que se hizo pedazos con una fina nota aguda,