Simon carraspeo.

– Si, es cierto. Pero te equivocas si crees que te seduje para conseguir la carta. Eso no ha tenido nada que ver. De hecho, hace tiempo que solo me importas tu.

– ?Que solo te importo yo? -dijo con amargura-. Si, por supuesto. Como es posible que no me haya dado cuenta.

– Genevieve, intentaba atrapar a un asesino, a un hombre que no solo era una amenaza par ti y para mi, sino para Inglaterra. Pensaba decirtelo en cuanto me fuera posible. No pretendia hacerte dano.

Genevieve sabia que no la habia herido a proposito, pero eso no cambiaba las cosas.

Se levanto, dio la espalda a Simon y camino hacia la escalera.

– ?Adonde vas?

– A buscar la carta. Al fin y al cabo, es lo que querias.

Cuando ya se habia marchado, Simon vio la hoja que le habia dado a Waverly, la que le habia salvado la vida. Se levanto con cuidado, se apoyo en la pared y se la guardo. Ella volvio poco despues.

– Richard me envio una nota ademas de la caja; una nota que destrui a peticion suya y que decia que pasaria a recogerla. Estaba muy enfadada con el. Me habia abandonado sin decirmelo a la cara, se habia marchado con una mujer mas joven y meses despues me envia una nota para que le guarde un objeto.

Genevieve se detuvo y apreto los labios antes de continuar.

– Sabia que la caja era importante para el y decidi que si queria recogerla, tendria que venir en persona. Tarde varias horas en descubrir como se abria, pero pense que Richard romperia su palabra y que no vendria personalmente a recogerla, asi que saque la carta y la escondi en la parte de atras de un retrato viejo que esta mi dormitorio. Aqui la tienes.

– Fuiste muy inteligente. No se me ocurrio mirar alli…

Simon leyo la carta y anadio:

– Esta cifrada, como suponia; pero segun las ultimas palabras de Ridgemoor, esta carta demostrara la culpabilidad de Waverly y mi inocencia. Gracias, Genevieve. Por esto y por haberme cuidado al verme herido.

– De nada. Me disgusta terriblemente que me hayas mentido, pero quien soy yo para criticarte por ello. He mentido tanto que no estoy en posicion de juzgar a nadie. Comprendo que actuaste de ese modo porque te parecio lo mejor.

Simon la miro.

– ?Lo dices de verdad? Me gustaria que siguieramos juntos. Te doy mi palabra de que no estaba abusando de tu confianza. Me acerque a ti para conseguir la carta, pero luego… las cosas cambiaron y se convirtieron en otra cosa.

– Bueno, ya tienes lo que quieres.

– Sin embargo, hay algo que todavia no sabes. Algo sin importancia.

– ?Que es?

– No me apellido Cooper, sino Cooperstone.

– En tus circunstancias, es logico que te cambiaras el apellido. Cualquiera habria reconocido el de tu familia.

– En efecto. Soy Simon Cooperstone, vizconde de Kilburn. A tu servicio.

– Eres vizconde…

Genevieve lo dijo como si el titulo nobiliario le pareciera una enfermedad infecciosa.

– Si, lo soy. Pero a la mayoria de la gente le pareceria una buena noticia…

– Yo no soy como la mayoria de la gente.

Antes de que Simon pudiera hablar, la puerta se abrio y Baxter aparecio en compania de un caballero alto con aspecto de funcionario del Estado y un hombre de pelo gris que llevaba un maletin negro.

– ?Vizconde? -pregunto el mayordomo-. ?Es vizconde?

– Me temo que si.

Baxter lo miro como si deseara arrancarle las tripas alli mismo, pero se contuvo.

Simon le conto al juez lo sucedido y el medico certifico la muerte de Waverly. Despues, retiraron el cadaver y se dirigieron a la sala de estar, donde el doctor le examino las heridas y lo interrogo para saber si tenia nauseas o se sentia mareado.

– ?Cuando podre viajar, doctor?

– La herida es leve y no ha perdido demasiada sangre, milord. En mi opinion, podria marcharse de Little Longstone hoy mismo, en cuanto lo estime oportuno. Pero recomiendo que viaje en coche y no a caballo.

– ?Hay algun lugar donde pueda conseguir un carruaje?

– Si, cerca de mi casa. ?Quiere que le envie uno?

– Se lo agradeceria. Tengo que volver a Londres en cuanto pueda.

Durante su conversacion, Genevieve se habia mantenido junto a la ventana. Simon la miro mientras el medico le cambiaba las vendas y la encontro tan solitaria que deseo abrazarla; pero supuso que se resistiria.

Tenia que marcharse, no habia otra solucion. Y ella se quedaria alli.

Sin embargo, sabia que no podria olvidarla.

Genevieve miro por la ventana de la sala de estar mientras Simon le decia al doctor Bailey que debia volver a Londres enseguida. Y hasta lo encontro ironico, porque el hombre que habia hablado ya no era Simon Cooper, sino Simon Cooperstone, vizconde de Kilburn.

Cerro los ojos con fuerza. Un vizconde. El destino se estaba burlando de ella. Primero, por hacerle creer que estaba a punto de morir; despues, por demostrarle que se habia enamorado de el; y finalmente, por robarle toda esperanza de permanecer a su lado. Todos sus suenos se habian evaporado de repente. Sabia que intentaba atrapar a un asesino y que tenia buenos motivos para comportarse de ese modo, pero eso carecia de importancia en ese momento.

Lo importante, lo verdaderamente importante, era que el era un aristocrata y ella una escritora que escribia con seudonimo. Pertenecian a mundos tan distintos que su relacion resultaba imposible.

Unos segundos despues, oyo su voz.

– El medico ha dicho que puedo viajar. Me marchare a Londres en cuanto arregle el asunto de mi transporte.

– Lo comprendo.

– Tengo que irme, Genevieve. Es mi deber. Debo informar a las autoridades, entregar la carta a nuestros servicios de codificacion y…

– No necesita explicarse, milord. Lo entiendo perfectamente.

Simon fruncio el ceno y se acerco. Ella tuvo que hacer un esfuerzo para no retroceder. Deseaba que aquel dia no hubiera llegado nunca, que el siguiera siendo un simple administrador y ella una mujer enamorada.

– Soy Simon, el mismo de siempre. No me llames milord. Quiero que sepas que nunca podre olvidar el tiempo que ha pasado contigo.

Genevieve sonrio con debilidad.

– Yo tampoco lo olvidare… Simon.

– Genevieve, quiero volver a verte. No quiero que esto sea una despedida.

Ella sintio un pinchazo en el estomago.

– Me temo que lo es. Ya he sido amante de un noble y no voy a repetir la experiencia.

– Pero…

– Seguir con nuestra relacion no serviria de nada. No duraria mucho. Yo vivo en Little Longstone y tu tienes tu vida y tu trabajo en Londres. Al final, tendras que casarte con una mujer de tu clase para que te de un heredero; y no estoy dispuesta a ser tu amante entre bastidores. Tenemos que despedirnos, Simon.

– Genevieve…

– Siempre te recordare con carino, y espero que tu me recuerdes del mismo modo. Solo deseo que tengas una vida larga y feliz.

Durante unos segundos, Simon se limito a mirarla sin decir nada.

– Si, siempre te recordare con carino -dijo al fin-, y espero que tengas una vida magica. Mi querida Genevieve… hazme un favor: no vuelvas a pensar nunca, bajo ningun concepto, que eres menos que perfecta.

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