indebidamente a su padre, quien en raras ocasiones le pedia algo. Y tampoco estaba dispuesta a dejar escapar la ocasion de poner en su sitio el pasado, puesto que esa seria sin duda la ultima oportunidad. Si todo salia segun el plan de vida que con tanto esmero habia disenado, al ano siguiente por esas fechas seria una mujer casada y con un futuro asegurado. Quiza incluso se convertiria en madre.

– Cuando pienso en todas las veladas que me estoy perdiendo… no alcanzo a entender en que estaria pensando papa.

Tia Delia arqueo las cejas.

– ?Ah, no? Me sorprende oir hablar asi a alguien con una mente tan brillante. No hay duda de que tu padre desea verte casada.

Victoria parpadeo.

– Sin duda. Y esa es tambien mi intencion. Pero ese no puede ser el motivo de que me mande a Cornwall. Sobre todo ahora. Solo en el ultimo mes, tanto el baron de Branripple como el baron de Dravensby han iniciado con papa conversaciones en relacion al matrimonio. Con la temporada a punto de dar comienzo en Londres, y con las numerosas oportunidades de afianzar mi relacion con uno de los barones que eso supone, o incluso de conocer a mas caballeros casaderos, papa se habria beneficiado mucho mas de la situacion si yo me hubiera quedado en la ciudad.

– No si el caballero al que desea que conozcas esta en Cornwall, querida mia. -Tia Delia fruncio los labios-. Me gustaria saber por cual de los Oliver se decanta tu padre… si por el baron viudo o por Colin, su heredero, el vizconde de Sutton. ?O quiza sea por el hijo menor, el doctor Nathan Oliver?

Victoria logro mantenerse impasible ante la mencion de aquel nombre.

– Seguro que no se trata de ninguno de ellos. A lord Sut ton le conoci brevemente… en una ocasion, hace ya tres anos… Y en cuanto al baron, no creo que papa me anime a casarme con un hombre tan viejo como lord Rutledge.

– Segun creo, el viejo lord Rutledge es un ano menor que yo -dijo tia Delia en un tono seco como el polvo. Antes de que Victoria pudiera disculparse por su desacierto, su tia prosiguio-: Pero te olvidas del doctor Oliver.

Ojala lo hubiera hecho ya… ojala hubiera podido… pero lo hare. Despues de esta visita, lograre exorcizarle de mi mente, penso.

– No, no me olvido de el. Es solo que no me parece necesario sacar a colacion su nombre, puesto que ni papa ni yo considerariamos jamas las posibilidades de un candidato tan humilde, sobre todo cuando dos barones han manifestado ya su interes.

– No recuerdo haberte oido mencionar ni un solo tendre por Branripple ni por Dravensby, querida.

Victoria se encogio de hombros.

– Ambos son caballeros distinguidos y muy codiciados, procedentes de familias muy respetadas. Cualquiera de ellos seria un excelente partido.

– Es bien sabido que ambos pretenden desposar a una heredera.

– Como es el caso de muchos otros con nobles titulos y bolsillos vacios. Siempre he sabido que se me querria por mi fortuna. Del mismo modo que siempre he sabido que tendria que hacer un buen matrimonio para asegurar mi fortuna. Ni que decir tiene que no puedo contar con que Edward sera generoso una vez papa ya no este entre nosotros.

Victoria reprimio un suspiro ante la mencion de su hermano mayor. Por mucho que le doliera, era innegable que Edward, que en ese momento se encontraba en el continente haciendo solo Dios sabia que, era un mujeriego irresponsable, jugador, pendenciero y borracho que a buen seguro se desharia de ella en cuanto su padre falleciera. Naturalmente, lord Wexhall la dejaria economicamente acomodada, pero Victoria deseaba formar una familia. Hijos. Y una firme situacion en la sociedad.

– ?No tienes la menor preferencia entre Branripple y Dravensby?

– En realidad no. Son de edad y temperamento similares. Habia planeado pasar mas tiempo en su compania durante la temporada para asi poder decidirme por uno de los dos.

– Entonces ?estas segura de que te casaras con uno de ellos?

– Si. -?Por que no echaba a volar su corazon ante semejante perspectiva? El matrimonio con cualquiera de esos dos hombres se traduciria para ella en una vida de lujos en la cuspide de la sociedad. Sin duda su mente estaba preocupada por la tarea que se habia propuesto llevar a cabo en Cornwall. A buen seguro, el entusiasmo que debia sentir por sus pretendientes se haria manifiesto en cuanto completara su objetivo.

Tia Delia suspiro.

– Lo lamento mucho, querida.

– ?Que lo lamentas? ?Que es lo que lamentas?

– Que no te hayas enamorado.

– ?Enamorada?

Victoria rompio a reir. Sin embargo, incluso entonces, una punzada interna la sacudio. A menudo albergaba esa clase de estupidas fantasias, como era propio de la mayoria de esas muchachas. No obstante, habia madurado y, en un alarde de buen tino, habia dejado a un lado tamana estupidez.

– Sabes tan bien como yo que el amor es una pobre base para el matrimonio -dijo-. Sobre todo cuando hay implicitos apellidos, titulos, fortunas y propiedades familiares. El matrimonio de papa y mama no estuvo basado en el amor. -La imagen del rostro de su madre se dibujo en su mente: era la imagen que Victoria llevaba en el corazon, en la que aparecia su madre sonriente y hermosa, antes de que la enfermedad le robara la vitalidad primero y luego la vida.

– Quiza no, pero llego el dia en que el afecto que sentian el uno por el otro florecio hasta convertirse en amor -dijo tia Delia-. No todas las parejas son tan afortunadas. Yo no lo fui.

Victoria dio un suave apreton a la mano de su tia en una muestra de compasion. La decada que habia durado el matrimonio de su tia viuda no habia sido una epoca feliz en la vida de la senora.

– Tal como yo lo veo -prosiguio tia Delia-, la razon de que tu padre insistiera en que vinieras a Cornwall era ampliar tus horizontes. Que vieras otras partes del pais, ademas de tus lugares predilectos de Londres, Kent y Bath. Que abrieras la mente, y el corazon, a nuevas experiencias y a otras gentes.

– Supongo que tienes razon. Aunque no creo que papa espere encontrarme un pretendiente en Cornwall. Sin duda me lo habria dicho.

– ?Tu crees? No comparto tu opinion, querida. Como no tardaras en saber, los hombres son a menudo criaturas irritantemente reservadas.

Victoria no pudo discutirlo, sobre todo en lo que a su padre se referia.

– ?Y por que no iba a decirmelo? -Aun asi, en cuanto la pregunta escapo de entre sus labios, supo la respuesta-. No me lo diria porque sabe que yo jamas aceptaria vivir tan lejos de la ciudad. Tan lejos de… -Agito la mano para abarcar con ella toda la nada verde que tenia ante sus ojos-. Lejos de la civilizacion. ?Como iba yo a no vivir en la ciudad durante la temporada? Y durante el verano, sin duda a no mas de unas pocas horas de Londres, lo suficientemente lejos para disfrutar de una conveniente tranquilidad rural, y lo bastante cerca para gozar del torbellino social de la ciudad, las tiendas, y mantenerme al dia de las ultimas modas y de los ultimos chismes.

Irguio la espalda contra el respaldo del asiento. ?Podia tia Delia estar en lo cierto? De ser asi, su padre estaba condenado a ser victima de una dolorosa decepcion, pues por muy encantadores que fueran el baron y el vizconde, Victoria nunca aceptaria un matrimonio que la atara, por ley, a un hombre que pudiera relegarla -y que sin duda la relegaria- a los desolados y remotos parajes de Cornwall. Un escalofrio la recorrio en cuanto lo penso.

– Recuerdo que conocimos al vizconde Sutton en Londres hace unos anos -dijo tia Delia-. Un joven apuesto.

– Si. -Excepcionalmente apuesto, penso Victoria. Aunque era el hermano menor de lord Sutton quien tanto la habia turbado-. Pero, en lo que a mi respecta, daria igual que se tratara del hombre mas bello del planeta. No estoy interesada en el.

– En esa ocasion tambien conocimos a su hermano menor -dijo tia Delia, arrugando la frente-. El doctor Oliver. A primera vista no costaba adivinar que brillaba en el la chispa del mismisimo demonio.

La imagen que Victoria tantos esfuerzos habia hecho por intentar apartar de su memoria se materializo al

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