en plena marcha.
Oh, que gracioso. Que gran sentido del humor. Y que irritante que necesitara como poco una semana para dar con una replica afilada con la que contrarrestar el comentario. Y mas irritante aun era ser consciente de que Nathan estaba sencillamente divino. Con una camisa blanca inmaculada que adornaba un panuelo anudado con evidente precipitacion chaleco de color crema y una chaqueta marron de Devonshire que no ocultaba algunas arrugas; no deberia haber estado tan… perfecto. Sobre todo porque se habria dicho que se habia peinado limitandose a pasarse sus impacientes dedos por el pelo. Hum… ?de que color eran los pantalones? Victoria se sorprendio poniendose de puntillas en un esfuerzo por dar respuesta a esa pregunta, pero la mesa de caoba le impidio la vista. Probablemente beige, decidio, imaginando las musculosas piernas de Nathan embutidas en la tela color crema. Apartando la imagen de su mente
– Al parecer somos los unicos madrugadores -dijo Nathan. Senalo con el menton al aparador cubierto de escalfadores de plata-. Por favor, sirvete. ?Prefieres cafe o te?
– Cafe, gracias. -En cuanto pronuncio las palabras, un joven lacayo se adelanto para servirle la bebida. Despues de llenarse el plato con huevos, jamon en finas lonchas y una esponjosa magdalena ante la que se le hizo la boca agua, se sento delante de Nathan.
– ?Has dormido bien? -pregunto el, llevandose la taza de porcelana a los labios.
– Muy bien -mintio Victoria. Habia pasado una noche espantosa, preocupada, dando vueltas en la cama y preguntandose unas veces si Nathan estaria buscando las joyas sin ella y otras recordando el sabor de su beso, el contacto de su fuerte cuerpo contra ella, envolviendola. En un momento de desesperacion habia echado mano de la
– ?Y tu? ?Has dormido bien?
– No.
– ?Ah, no? ?Por que razon? -dijo, aunque en realidad penso: Estarias por ahi escondido en los bosques buscando las joyas, ?no es asi, Senor de los Espias?
– ?De verdad quieres saberlo, Victoria?
Algo en esa pregunta sedosamente formulada y en la firme mirada con la que Nathan la habia desarmado sacudio con la reverberacion de una advertencia las terminaciones nerviosas de Victoria. Arranco un pequeno trozo de galleta y levanto cabeza.
– Si.
Nathan dedico una leve inclinacion al lacayo, ordenandole que los dejara a solas. Cuando la puerta se cerro tras el joven, el medico se inclino hacia delante, apoyandose sobre los antebrazos y acunando la delicada taza de porcelana entre sus grandes manos.
– No he dormido bien esta noche porque tenia la cabeza demasiado ocupada.
– Entonces ?estabas aqui? ?En la casa?
– Naturalmente. Donde si no iba a… -Se interrumpio bruscamente y recosto la espalda contra el respaldo de la silla-. Ya entiendo. Creias que habia salido y andaba por ahi registrando los bosques, a la busqueda de las joyas sin ti.
Las palabras de Nathan reflejaron con tanta exactitud los pensamientos de Victoria que un rubor culpable asomo a mi rostro.
– ?Acaso no es ocultarse en los bosques lo que mejor hacen los espias?
– Aunque no te negare que es algo que se me da bien, no es lo que hago mejor.
– ?Y que es lo que haces mejor?
Nathan bajo la mirada hasta la boca de ella y esbozo una sonrisa maliciosa.
– Ah, interesante pregunta donde las haya. ?Estas segura de que quieres conocer la respuesta, Victoria?
Una rafaga de calor la invadio por completo y los dedos de los pies se le encogieron en los zapatos. Que Dios la asistiera. Si, queria conocerla. Desesperadamente. Sobre todo al ver que el brillo que asomaba a los ojos de Nathan augurandole que su respuesta la dejaria a buen seguro sin aliento. Aunque no serviria de nada hacerselo saber. Sin duda, la mejor forma de lidiar con el era seguirle el juego. Le miro directamente a los ojos y pregunto con extrema suavidad:
– ?Te estas ofreciendo a decirmelo, Nathan?
– ?Siempre respondes a una pregunta con otra pregunta?
– ?Y tu?
Nathan rio.
– A veces. Normalmente cuando intento ganar tiempo. ?Es eso lo que estas haciendo?
– Desde luego que no -respondio ella con una mueca desdenosa.
– En cuanto a lo que hago mejor, me encantaria decirtelo. Y aun mas me encantaria ofrecerte una demostracion.
Cielos… Otra oleada de calor la envolvio. Victoria intento recurrir a su expresion mas remilgada, aunque no supo con certeza si habia salido airosa del intento pues era dificil parecer remilgada mientras un cumulo de imagenes sexuales le bailaban en la cabeza.
– ?Aqui? ?En el comedor?
– No es, desde luego, el lugar mas tradicional, pero si es ese tu deseo, estoy dispuesto a saltarme cualquier convencionalismo.
Un bufido muy poco propio de una dama escapo de entre sus labios.
– ?Tu? ?Dispuesto a saltarte los convencionalismos? Gracias a Dios que no suelo sufrir vahidos a menudo, de lo contrario una afirmacion semejante me habria afectado sobremanera.
Nathan agito la mano en un gesto magnanimo.
– No te preocupes si sucumbes a la emocion. Recuerda que siendo medico, podria hacer que recobrases el conocimiento de inmediato.
– ?De inmediato? Entonces es la practica de la medicina lo que mejor se te da.
Una sonrisa que solo podia ser descrita como picara asomo a los labios de Nathan.
– No. La practica de la medicina es lo que hago cuando no estoy haciendo lo que mejor se me da.
«Ay, Dios.» No podia ser que se refiera a… Pero, oh, si, a juzgar por esa sonrisa traviesa, estaba claro que asi era. A pesar de los conocimientos que habia adquirido leyendo la
– ?Que encantador de tu parte! Y ahora dime, ?cual es el plan para hoy?
– ?El plan?
– Para localizar las joyas.
– No tengo la menor idea.
Victoria dejo el tenedor en el plato.
– ?Que no tienes la menor idea, dices? ?Despues de haber estado toda la noche dandole vueltas?
– ?Que te hace pensar que cavilar sobre la ubicacion de las joyas es lo que ha llenado mis pensamientos durante la noche?
– Porque asi deberia haber sido. Si yo hubiera estado toda la noche despierta sin duda habria sido eso lo que habria ocupado mis pensamientos. -Su conciencia dio un respingo y solto un chillido de indignacion. ?Mentirosa! ?Has estado del todo despierta y tanto los mapas como las joyas han sido lo ultimo que se te ha pasado por la cabeza!, se dijo. De pronto se quedo inmovil. ?Acaso era posible que Nathan hubiera sido victima de las mismas cavilaciones sensuales que le habian robado el sueno a ella? De ser asi…
Ufff… Que calor hacia en el comedor. Casi no pudo evitar abanicarse con la servilleta de algodon.
– En ese caso, es del todo desafortunado para nuestros planes de busqueda que hayas dormido tan bien -dijo Nathan con voz seca-. A pesar de que he estudiado al detalle el dibujo y la carta, no he podido descubrir nada mas. Tambien he dibujado el mapa cuadriculado de la propiedad. Sugiero que empecemos por el rincon situado mas al noreste y que actuemos desde alli. En la carta cifrada que ayer le envie a tu padre en la que le explicaba que habias perdido la nota…
– Querras decir que tu cabra se comio la nota.
