– … le pedi que me enviara otro dibujo. Desgraciadamente, y dadas las distancias implicitas, cuando la nota llegue a Londres y recibamos una respuesta, habran pasado por lo menos dos semanas. Esperaba poder tener solucionado este asunto para entonces.
– ?Y asi poder volver a tu casa en… como se llamaba? ?Little Longstone?
– Si. -Nathan termino su cafe-. Estoy seguro de que tambien tu tienes ganas de que este asunto se resuelva y poder regresar a Londres. A tus fiestas, a tus compras y a tus pretendientes. De modo que puedas elegir marido y planear una extravagante boda.
– Si, eso es exactamente lo que deseo -dijo Victoria. Un ceno se dibujo entre sus cejas al percibir la sensacion de vacio que de pronto le atenazo el estomago. Alzo ligeramente el menton-. Oyendote, cualquiera diria que hay algo de malo en eso.
– En absoluto. Si es eso lo que quieres… -alego, encogiendose de hombros.
Una oleada de calor trepo por las mejillas de Victoria.
?Como se las habia ingeniado Nathan para hacer que se sintiera tan… hueca? ?Tan superficial? Todas las jovencitas sonaban con fiestas elegantes, con salir de compras, con pretendientes y con su propia boda… ?o no era asi? Desde luego, era el caso de todas las muchachas de su entorno.
Sin embargo, antes de poder informar de ello a Nathan, el pregunto:
– Dime, ?te interrogaron anoche mi hermano o Gordon sobre tu replica de la nota?
– Si. De hecho, ambos lo hicieron. Despues de que te marcharas.
– ?Estabais los tres juntos?
– No. Lord Alwyck me lo pregunto cuando nos quedamos un momento a solas.
Los ojos de Nathan se entrecerraron.
– ?Y como llegasteis a quedaros unos instantes a solas?
Sintiendose totalmente en control de la conversacion Victoria tomo otro bocado de huevos antes de responder.
– Me llevo a visitar la sala de musica.
– ?Donde estaban los demas durante esa visita?
– Mi tia y tu padre estaban jugando una partida de Backgammon. Tu hermano habia salido a la terraza.
– ?Que fue lo que Gordon te pregunto?
– Hasta que punto habia sido capaz de recordar el contenido de la nota y hasta donde habias sido tu capaz de descifrarla.
– ?Y tu respuesta?
– Como te prometi, no revele nada. Adopte el papel de la mujer olvidadiza, boba y dada a la risa facil.
– ?Te creyo?
– Sin duda. A buen seguro esta acostumbrado a esa clase de mujeres.
– ?Y mi hermano? ?Debo asumir que tambien te viste a solas con el?
– Brevemente. Cuando regresamos aqui, al venir hacia la casa. Utilice el mismo ardid con el.
– ?Su reaccion?
Victoria lo penso durante varios segundos y luego dijo:
– No me cabe duda de que tambien el me creyo. Aunque debo decir que a la vez me parecio bastante… aliviado. No hara falta que te diga que ahora ambos caballeros me tienen por una cabeza de chorlito.
– Al contrario. Estoy seguro de que te tienen por una mujer femeninamente encantadora.
– Y por una cabeza de chorlito -mascullo-. ?Te interrogaron tambien a ti?
– Si. Les dije que, como eres una olvidadiza, boba y risuena cabeza de chorlito, cualquier investigacion quedaba pospuesta hasta que reciba noticias de tu padre.
Despues de decidir que nada de lo que pudiera decir resultaria agradable, Victoria dedico toda su atencion al desayuno. Tras untar generosamente su galleta con mermelada arandanos, le dio un mordisco, mastico y cerro los ojos, extasiada.
– Es la mermelada mas deliciosa que he probado en mi vida -proclamo-, y es todo un cumplido, pues me considero una gran experta en el tema.
Siguio comiendo en silencio durante un instante. Entonces
– Veo que no solo eres golosa, sino que ademas tienes buen apetito.
El calor le arrebolo las mejillas al percatarse de que se habia dejado llevar por un impulso. Normalmente desayunaba sola, pues su padre solia dormir hasta tarde, de ahi que estuviera habituada a copiosas comidas… algo que una dama no debia hacer delante de un caballero.
– Me temo que si.
– No tienes de que avergonzarte. No era una critica. Lo cierto es que observarte comer me resulta muy… estimulante. Me ha inspirado una idea.
El tenedor cargado de jamon se detuvo a medio camino cutre el plato y los labios de Victoria, quien miro a Nathan desde su extremo de la mesa. El la observaba con una mirada especulativa en los ojos mientras se golpeaba despacio los labios con la yema del indice. A pesar de que Victoria no sabia con certeza cual era la idea que habia inspirado en el, el aspecto de los labios de Nathan, tan suaves y firmes bajo su dedo, sin duda inspiraban en ella una idea. De hecho, varias.
– ?Que clase de idea? -pregunto, maldiciendose por dentro al oirse tan falta de aliento.
– Un picnic. Le dire a la cocinera que nos prepare una comida que podamos llevarnos con nosotros para que asi no nos veamos obligados a interrumpir nuestra busqueda volviendo a comer a casa. ?Que te parece?
?Pasar una manana y una tarde explorando el campo en busca de una valija de joyas robadas con un hombre ante el que todo su ser se estremecia y temblaba al unisono? ?Con un hombre que la excitaba, la frustraba y la desafiaba como ningun hombre lo habia hecho jamas? Se le antojo estimulante Excitante. Y, oh, definitivamente tentador. Su mente no tardo en enviarle un condenatorio mensaje de cautela ante la posibilidad de volver a estar a solas con el, pero su corazon silencio al instante cualquier objecion. Victoria deseaba una oportunidad para volver a besarle… bajo sus condiciones… y el acababa de ofrecersela.
Y, a juzgar por la breve conversacion que habia tenido con tia Delia la noche anterior antes de retirarse a sus aposentos, sin duda no tenia que preocuparse de que la senora pusiera la menor objecion a que saliera a pasear a caballo a solas con Nathan. Lo cierto es que su tia la habia apremiado, diciendo «Cielos, querida, disfruta de este tiempo delicioso mientras puedas. Que a mi no me guste montar a caballo no significa que tu debas prescindir de ello. Aqui las cosas son mucho menos formales que en Londres. Los paseos a caballo por el campo a plena luz del dia son perfectamente respetables».
– Me parece perfecta… mente aceptable.
– Excelente. Lo dispondre todo con la cocinera mientras subes a ponerte el traje de montar. Nos encontraremos en… ?te parece dentro de media hora en las cuadras?
– Perfecto.
Nathan se llevo la servilleta a la boca y se levanto. Tras una ligera reverencia, salio de la habitacion y Victoria dejo escapar un largo y femenino suspiro.
Los pantalones de Nathan eran ciertamente de color crema. Y… le quedaban maravillosamente.
Nathan estaba sentado en un taburete de madera en la enorme cocina, masticando una galleta todavia caliente y viendo como la cocinera iba metiendo las cosas en la gastada alforja de cuero marron que el habia bajado de su habitacion. De pronto le embargaron recuerdos de otras ocasiones en que habia estado sentado tambien en ese mismo lugar, disfrutar do de algun dulce recien horneado. Durante su infancia, la cocina habia sido uno de sus lugares favoritos a los que escapar, no solo debido a las deliciosas golosinas que alli conseguia, sino tambien a la excitacion de lo prohibido… pues ni el ni Colin tenian permitido visitar la cocina. Segun habia decretado su padre, esa clase de visitas eran de lo mas impropio. Sin embargo, como era precisamente en la cocina donde estaban todos los dulces, ni Colin ni el hacian el menor caso a ese dictado.
– Como en los viejos tiempos, ?eh, doctor Nathan? -dijo la cocinera con una sonrisa de oreja a oreja que dividia en dos sus jubilosos rasgos y las redondas mejillas tenidas de rosa por el calor de la cocina.
Nathan sonrio a su vez. La cocinera se llamaba Gertrude, aunque durante los veinticinco anos que llevaba al frente de la cocina de Creston Manor la habian bautizado con el simple apodo de la Cocinera.
– Eso mismo pensaba yo. -Nathan inspiro hondo-. Hum. Estoy convencido de que este es el lugar que mejor
