de humo en un vendaval.

La amaba.

Maldicion.

Dando muestras de una calma que no sentia, volvio a la cama con la toalla humedecida. Apoyo una cadera en el colchon y limpio suavemente la prueba de la agotada pasion que ambos habian compartido. Se obligo a concentrarse en la labor, evitando en todo momento mirar a Victoria por miedo a que ella leyera en sus ojos sus sentimientos, a que descubriera lo que su corazon anhelaba proclamar pero no podia: «Te amo».

Una griega de enfado consigo mismo se abrio en el. Demonios, durante los anos que habia prestado sus servicios a la Corona, se habia convertido en un experto en el arte de la mentira. Habia aprendido a ocultar sus emociones tras una mascara inexcrutable. No seria dificil volver a hacer uso de esas habilidades. «Ya no eres ese hombre», susurro su voz interior. No, no lo era. Y tampoco deseaba serlo. Sin embargo, durante el tiempo que se prolongara su estancia en Cornwall, tendria que fingir serlo.

Dejando a un lado la toalla usada, tapo a Victoria con la sabana. Solo cuando la palida y desnuda belleza de ella quedo por fin cubierta se atrevio a mirarla. Y sintio paralizarse su interior.

Victoria tenia los ojos muy abiertos de puro desconsuelo y colmados de lagrimas no vertidas. Le temblaba el labio inferior; una vision que golpeo a Nathan en pleno corazon.

– Te he disgustado -susurro.

Nathan entrelazo suavemente los dedos, impidiendoles moverse con gesto nervioso sobre el edredon y se maldijo por haber causado en Victoria una impresion equivocada.

– No, Dios. No.

Victoria levanto la cabeza de aquel modo que a el le resultaba tan atrayente. No obstante, ni siquiera esa muestra de valor pudo ocultar el dolor y la confusion que asomaron a su mirada.

– No estoy ciega, Nathan. Si he hecho algo que te haya decepcionado, quiero que me lo digas.

– Nada -dijo el, llevandose sus manos a los labios y posando en el dorso de sus dedos un ferviente beso-. Lo juro. Si algo has hecho ha sido complacerme demasiado. -Se obligo a esbozar una sonrisa torcida-. Me has descolocado por completo, querida, cosa que, me temo, me ha sorprendido.

Parte de la preocupacion se desvanecio de los ojos de Victoria con un atisbo de comprension.

– Y no te gustan las sorpresas.

– Confieso que me resultan… inquietantes. Aunque, en este caso en particular, la he encontrado encantadora.

El alivio que embargo a Victoria no dejo lugar a dudas.

– Podria decir lo mismo.

– ?Podrias… o lo dices? -bromeo.

Ella rio y sintio como si el sol asomara tras las nubes.

– ?No te parece una vergonzante oferta por un cumplido?

Nathan solto un suspiro exageradamente victimista.

– Estoy dispuesto a escuchar cualquier elogio con el que desees regalarme el oido.

– Muy bien. Creo que por fin se que es lo que haces mejor.

– ?Ah, si?

– Si. Y me encantaria que volvieras a mostrarmelo.

Nathan hizo girar la mano de Victoria y le beso la palma.

– ?Y si te dijera que todavia no te mostrado lo que mejor hago?

Una oleada de calor le recorrio al ver que los ojos de Victoria se oscurecian, dilatandose. Ella se sento en la cama y la sabana que la cubria se deslizo sobre el lecho, revelando sus pechos.

– En ese caso, estoy mas que ansiosa por descubrir que es lo que mejor haces.

Nathan alargo la mano y froto con los dedos los rosados pezones de Victoria, viendo como se endurecian al tiempo que su cuerpo experimentaba el mismo arrebato de deseo.

– Se con certeza lo que tu mejor haces, Victoria.

Victoria arqueo la espalda bajo el poder de su mano y suspiro.

– ?Y que es?

– Cautivas simplemente entrando en una habitacion. Fascinas… con tus inesperadas facetas. Hechizas… con una simple sonrisa. Seduces… con poco mas que una mirada.

– Eso son cuatro cosas -dijo ella con un jadeante suspiro.

– Y sobresales en todas ellas.

Victoria le paso los dedos por el cabello y tiro de su cabeza hacia ella.

– Besame -dijo con cierto deje de impaciencia en la voz.

Conteniendo una sonrisa, Nathan le permitio que tirara de el hacia ella. Froto sus labios contra los de Victoria y trazo la carnosidad de su labio inferior con la lengua.

– Eres muy exigente, ?sabes?

– He decidido que resulta mucho mas efectivo que ser recatada.

Al instante Nathan recordo el primer beso que habian compartido y las impacientes palabras que Victoria le habia devuelto como respuesta: «Otra vez».

– Pero ?alguna vez fuiste recatada?

Victoria se inclino hacia atras y una expresion confusa asomo a sus rasgos.

– No lo se. Lo que se es que eso es lo que se espera de mi. Aunque reconozco que me gusta… mostrarme exigente cuando la situacion lo requiere. Antes de que empezara a hacerlo, lo unico que conseguia eran unas palmaditas en la cabeza y verme relegada al rincon como un objeto de adorno. -Su mirada quedo prendida en la boca de Nathan y se inclino entonces hacia delante-. Otra vez.

– Sera un placer. -Pero incluso cuando sus labios se fundian con los de Victoria y la empujaba de nuevo contra el colchon y cubria su cuerpo con el suyo, Nathan supo que el placer que compartirian en los dias venideros le dejaria con el dolor de un corazon roto.

Capitulo 19

La mujer moderna actual que se encuentre en una situacion en la que deba elegir entre dos o mas caballeros probablemente se debatira entre la naturaleza practica de su mente y la naturaleza emocional de su corazon. En tales casos, deberia preguntarse si es mejor elegir en funcion a las consideraciones sociales y economicas o seguir los dictados de su corazon.

Guia femenina para la consecucion

de la felicidad personal y la satisfaccion intima.

Charles Brightmore.

Victoria corrio por el pasillo hacia su habitacion, colmada de una vertiginosa y excitante sensacion de anticipacion. Siguiendo un acuerdo previo, Nathan se habia retirado poco despues de cenar mientras ella se quedaba un cuarto de hora mas en el salon con tia Delia y con el padre de Nathan, tras lo cual tambien ella se retiro a su habitacion. Sin embargo, el sueno no tenia cabida en sus planes.

Nathan… ?De verdad habia transcurrido una semana entera desde la primera noche en que el habia acudido a su habitacion? Parecia que el tiempo hubiera volado… un tiempo que, a pesar de no haber sido testimonio del hallazgo de las joyas, habia resultado pleno en el resto de los sentidos como Victoria jamas se habria atrevido a sonar.

Haciendo uso del mapa cuadriculado que Nathan habia dibujado, pasaban los dias inspeccionando sistematicamente cada area, explorando docenas de afloramientos de rocas, registrando grietas y pequenas cuevas, buscando una forma que se asemejara a la imagen que Victoria habia perfilado. A medida que cada uno de los cuadrados del mapa quedaba eliminado, las esperanzas de Victoria de lograr dar con la valija oculta se desvanecian poco a poco. Para dificultar aun mas sus intentos, no habian recibido todavia ninguna respuesta p parte de su padre a la carta de Nathan, aunque teniendo e cuenta la distancia que separa Cornwall de Londres, no

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