– ?Estas segura? Pareces… acalorada.

El hecho de que su perturbacion interior se percibiera, de una forma tan clara y dolorosa, en el exterior solo sirvio para sonrojarla mas.

– Es solo que aqui hace calor. ?Que me estabas diciendo?

– Varias cosas. La primera es que el asesinato de lady Crawford esta en boca de todo el mundo. Se dice que algunos hombres no permiten que sus esposas vayan a ningun lado sin compania. Cuando llegamos, Julianne me conto que su padre la habia amenazado con no dejarla salir de casa. Matthew me ha hecho prometerle media docena de veces que no me arriesgare a ir a ningun lado sola.

– Me alegro de que lo haya hecho -declaro Carolyn-. Todas las personas con las que he hablado estan preocupadas. -Se inclino hacia su hermana y anadio en voz baja-: Veo que el senor Rayburn y el senor Mayne estan aqui. Esto la hace sentirse a una mas segura.

– Si -corroboro Sarah-, aunque supongo que estan aqui mas como investigadores que como protectores.

Un escalofrio recorrio la espalda de Carolyn.

– Seguro que el autor de la muerte de lady Crawford fue un ladron y no un invitado a la fiesta.

– Eso espero.

– ?Que mas habias dicho? -pregunto Carolyn.

– Que todavia no me ha enviado la nota.

– ?Quien? ?Que nota?

Sarah se subio las gafas por el puente de la nariz y, por primera vez, Carolyn se dio cuenta de que su normalmente imperturbable hermana parecia muy… perturbada. Realmente parecia estar muy inquieta.

Sarah se acerco a su hermana y declaro en voz baja pero agitada:

– Matthew. Y me refiero al tipo de nota que se comenta en las Memorias. No entiendo por que no me la ha enviado. ?Cielos, a Matthew no le cuesta nada cubrirme de diamantes, pero le pido que me envie una nota de una sola linea, y no hay manera de que lo haga!

La diversion que experimento Carolyn se vio limitada por el evidente nerviosismo de Sarah.

– ?Asi que te regala diamantes en lugar de enviarte una nota! ?Menudo monstruo! Se merece una buena paliza.

Sarah parpadeo varias veces y, al final, una expresion de verguenza cubrio su cara.

– ?Tocada! Es solo que, bueno, estoy ansiosa porque lo haga para poder experimentar la excitacion que la Dama Anonima describe en su libro.

El nudo del estomago de Carolyn se apreto todavia mas. La maldita excitacion que la Dama Anonima describia en su obra era el catalizador que habia hecho que perdiera el control sobre todas sus acciones y pensamientos.

– Seguramente solo intenta encontrar el momento y el lugar perfectos, carino. No seas tan impaciente.

– Supongo que tienes razon, pero me resulta dificil cuando se que me espera algo tan agradable.

Carolyn enseguida penso en lord Surbrooke: desnudo, excitado, entrando en su banera. Y la imagen era tan vivida que se le corto la respiracion. Cerro los parpados unos instantes para borrar aquella imagen de su mente.

– Estoy convencida de que Matthew te enviara una nota pronto. -Y, decidida a cambiar de tema, pregunto-: ?Has visto a Emily y a Julianne?

Carolyn estiro el cuello para buscar a sus amigas. Y, desde luego, esperando no verlo a el. Vio que la senora Amunsbury, lady Balsam y lady Walsh estaban, muy juntitas, cerca de la chimenea. Las tres la estaban mirando y Carolyn se pregunto si estarian hablando de ella. Inclino la cabeza y las tres mujeres le devolvieron el saludo. Carolyn siguio buscando a sus amigas.

– Hay tanta gente que resulta impos…

Sus palabras se interrumpieron cuando su mirada percibio a lord Surbrooke, quien estaba en el otro extremo de la amplia y atiborrada sala, de cara a ella, inclinado para oir las palabras de una mujer rubia y menuda que estaba de espaldas a Carolyn. Mientras ella los observaba, lord Surbrooke se rio por algo que la mujer le habia dicho. Entonces, como si notara el peso de la mirada de Carolyn, levanto la vista y sus ojos se encontraron.

Carolyn sintio el impacto de su mirada hasta los dedos de los pies, que enseguida se curvaron en el interior de sus zapatos de saten. Durante varios y exasperantes segundos, le parecio que la mirada de lord Surbrooke la atravesaba. El la saludo con una breve inclinacion de la cabeza y volvio a centrar su atencion en la mujer rubia.

Un ardor intenso invadio el cuerpo de Carolyn, quien tuvo que esforzarse para no arrancarle el abanico a su hermana y agitarlo con furia frente a su acalorada cara. Una miriada de emociones la asaltaron. Decepcion, confusion y verguenza entrechocaron en su interior. El la habia saludado, pero de una forma totalmente impersonal, como saludaria a una desconocida. Desde luego no como si la hubiera besado apasionadamente. Dos veces. Y no como si estuviera contento de verla. No, se lo veia muy feliz hablando con aquella rubia de quien no se perdia ni una palabra.

Una oleada de algo que se parecia mucho a los celos casi la ahogo, aunque seguro que solo se trataba de enojo. ?Aquel hombre era increible! Primero la besaba como si no pudiera vivir sin ella ni un solo segundo y, despues, apenas le concedia una mirada superficial. Estaba claro que a lord Surbrooke le gustaba la rubia.

Carolyn levanto la barbilla y volvio su atencion a Sarah. Y descubrio que su hermana la observaba con una expresion de intriga en el rostro.

– ?Estas segura de que te encuentras bien, Carolyn? No pareces tu misma. ?Quieres que nos vayamos? Matthew y yo podemos acompanarte a casa.

Carolyn nego con la cabeza y mantuvo la atencion fija en su hermana.

– Estoy bien. De verdad. Solo un poco cansada.

Si, cansada de pensar en cosas que seria mejor olvidar. Cansada de buscar por la habitacion a un hombre al que ni siquiera queria ver, a no ser para decirle que no queria verlo nunca mas.

– Veo que ya has encontrado a Julianne. ?A que esta preciosa?

– ?A Julianne? No, no la he visto. ?Donde esta?

Sarah le lanzo una mirada extranada.

– La estabas mirando directamente a ella. Esta hablando con lord Surbrooke.

Carolyn parpadeo varias veces y, despues, su mirada volvio a cruzar la habitacion. Entonces se dio cuenta de que la rubia menuda que hablaba con lord Surbrooke era Julianne. Y lord Surbrooke seguia pendiente de todas y cada una de sus palabras.

– Lord Surbrooke parece estar pendiente de todas sus palabras -comento Sarah en voz baja expresando, de una forma extrana, los pensamientos de Carolyn-. Hacen muy buena pareja, ?no crees?

Carolyn sintio como si una prensa le estuviera presionando el pecho y apenas consiguio declarar:

– ?Ya lo creo!

Y era cierto. ?Como podia ser de otro modo? El aspecto moreno, masculino y atractivo de el se complementaba perfectamente con la belleza dorada y delicada de Julianne.

– Lady Gatesbourne los esta observando desde el rincon donde esta el palmito -susurro Sarah con la boca de medio lado mientras senalaba la planta con un ligero gesto de la cabeza-. Esta examinando a lord Surbrooke con el mismo interes que debe de utilizar el empleado de una funeraria cuando calcula el tamano del feretro para alguien.

Carolyn solto una risa crispada.

– Si lady Gatesbourne espera atrapar a lord Surbrooke, sufrira una decepcion, pues el no tiene la menor intencion de casarse a corto plazo.

– Eso mismo me ha contado Matthew. -Carolyn sintio el peso de la mirada de Sarah-. Pero no recuerdo habertelo mencionado.

Carolyn aparto la vista de la atractiva pareja.

– Me lo conto el mismo lord Surbrooke.

– ?Ah, si? ?Cuando?

Carolyn se encogio de hombros esperando que su gesto no se viera tan forzado como ella lo sintio.

– Durante una de nuestras conversaciones -respondio vagamente.

Su conciencia la reprendio por su poco comunicativa respuesta, pero ella sabia que, si mencionaba que lord Surbrooke habia ido a verla a su casa, su curiosa hermana le formularia interminables preguntas. Preguntas que

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