Como habia hecho muchas veces desde que se habia sentado -y con el animo cada vez mas contrariado-, la mirada de Matthew se desvio hacia el extremo opuesto de la mesa. ?Que demonios pasaba entre la senorita Moorehouse y Logan Jennsen? Ese maldito sinverguenza la miraba como si fuera un pastelito y el se muriera por el azucar. Cada vez que Matthew los miraba, o se reian, o sonreian o tenian las cabezas juntas.
– Si no dejas de fruncirle el ceno a Jennsen, vendra hasta aqui hecho una furia y te plantara cara -susurro Daniel, que estaba sentado a su izquierda-. Ya sabes lo groseros que son esos americanos.
– No estoy frunciendo el ceno -dijo Matthew. Maldicion, ?por que demonios estaban brindando Jennsen y la senorita Moorehouse?
– Por supuesto que no lo haces. Siempre tienes esa profunda arruga entre las cejas como si estuvieras royendo una piedra. Lo que me gustaria saber es a quien no frunces el ceno… ?Es Jennsen o la senorita Moorehouse quien te tiene tan malhumorado?
– No estoy malhumorado. Estoy… preocupado. Jennsen esta acaparando a la senorita Moorehouse. Esa pobre mujer debe de aburrirse como una ostra.
Daniel miro al otro extremo de la mesa y de nuevo a su amigo.
– No parece aburrida. De hecho, parece estar pasando un buen rato.
Matthew siguio la direccion de su mirada. Si, ella parecia estar pasando un buen rato.
– Tambien Jennsen parece pasarlo bien.
Si, maldita sea, eso parecia. Por razones que no podia explicar, Matthew tenso la mandibula.
– Parece que no te cae demasiado bien -dijo Daniel, acercandose mas hacia el para que nadie pudiera oirlos-. ?Por que lo has invitado?
En realidad, Jennsen no le habia caido mal hasta hacia unos quince minutos.
– Por lo mismo que invite a todos los demas. Porque es rico.
– No entiendo como podria serte de utilidad a no ser que pretendas robarle.
– Ni en broma.
– Hummm. Y supongo que eres consciente de que aunque sea rico, la heredera con la que tienes que casarte debe ser una mujer.
– Ya me he dado cuenta, gracias. Lo invite porque posee una brillante mentalidad financiera. Planeo ganarme su amistad y luego solicitar su consejo sobre las mejores oportunidades de inversion.
Si, ese habia sido el plan. En ese momento, sin embargo, sentia enormes deseos de mandar a Jennsen de vuelta a Londres. De inmediato. Antes de que ese bastardo pudiera comerse con los ojos a la senorita Moorehouse otra vez. Demasiado tarde. El bastardo acababa de comersela con la mirada de nuevo. Matthew sintio que le palpitaba un musculo de la mandibula.
– Dios mio, hombre, tu cara parece que anuncia tormenta. Si no lo creyera imposible, diria que te sientes celoso de que Jennsen preste atencion a la anodina senorita Moorehouse…
La voz de Daniel se desvanecio y Matthew se giro hacia el. Su amigo lo miraba con la mandibula desencajada.
– Puede que mi cara parezca que anuncie tormenta -dijo Matthew con ligereza-, una descripcion con la que no estoy de acuerdo, pero al menos no parezco una carpa con la boca abierta.
Daniel cerro la boca de golpe. Luego susurro:
– ?Estas loco? Ella es… es…
– ?Es que? -pregunto Matthew incapaz de ocultar la frialdad de su voz.
– Bueno… No es una heredera.
– Me doy cuenta de ello. Ya te he dicho que no tengo ningun interes romantico en ella. -Una vocecita interior emitio una tosecilla y mascullo algo que sono muy parecido a «mentiroso».
Maldita vocecilla estupida.
– Dios mio, hombre, no puedo explicarmelo. En especial con una belleza como lady Julianne por aqui. Quien, como recordaras, es la heredera que tanto necesitas. Y, desde luego, no parece ni de lejos una… solterona. - Entrecerro los ojos y lo miro de manera especulativa-. Pero hay algo en la senorita Moorehouse que ha captado tu interes…, algo que no tiene nada que ver con sus secretos. Si eso fuese todo, tus ojos no le lanzarian punales a Jennsen. Ni la mirarias a ella como si fuera un trocito de fruta jugosa que quisieras comerte.
– Te aseguro que nada hay mas lejos de la realidad -dijo Matthew con rigidez.
«Mentiroso», repitio con desprecio la estupida vocecilla.
– Si tu lo dices…
– Lo digo. Simplemente estoy… sorprendido del interes que la senorita Moorehouse muestra hacia Jennsen.
– ?Sorprendido? ?De que una solterona, especialmente una tan simple, centre su atencion en un hombre atractivo, soltero y escandalosamente rico?
– Aunque la senorita Moorehouse esta soltera, no esta… disponible. Siente afecto por un hombre llamado Franklin. -Apreto los dedos involuntariamente alrededor del tallo de la copa.
– ?Y como sabes eso? -pregunto Daniel.
– Vi un boceto que ella dibujo de el.
– ?Y sus sentimientos son correspondidos?
Una imagen del intimo boceto surgio en la mente de Matthew.
– Si, asi lo creo. -Fruncio el ceno-. Me pregunto que tipo de nombre es Franklin.
Daniel nego con la cabeza y se rio entre dientes.
– Por Dios, ahora si que lo he oido todo. Como te metes en estos lios es algo que no entiendo.
– Que mostraras un poco de comprension por mis aprietos financieros y maritales no estaria del todo mal, ?sabes?
– Oh, creeme, te comprendo. -Daniel levanto la copa y le hizo un brindis-. Te deseo la mejor suerte del mundo, amigo. No dudo que la vas a necesitar.
Sarah abrio silenciosamente la puerta de su recamara y se asomo con cautela. Despues de asegurarse de que el pasillo debilmente iluminado estaba vacio salio con rapidez de la habitacion. Con el corazon latiendo desbocado, se obligo a caminar despacio y a componer una expresion de absoluta inocencia. En caso de que tropezara con alguien la excusa que tenia preparada para explicar por que andaba por ahi a esas horas de la noche cuando deberia estar acostada era que le habia pedido prestado un panuelo a su hermana y se le habia olvidado devolverselo. Si el hipotetico transeunte sabia que el dormitorio de su hermana estaba en la direccion contraria, simplemente fingiria confusion, se disculparia, y se daria la vuelta.
Pero esperaba no toparse con nadie. Todos los caballeros estaban en la salita, bebiendo
Y tenia que conseguir una camisa antes de que llegaran.
Gracias a la conversacion que habia mantenido antes de la cena con la muy bien informada Mary, una de las criadas, Sarah sabia cual era la habitacion de lord Langston. Todo lo que tenia que hacer era colarse dentro, coger una camisa y volver a salir con sigilo. Si lord Langston estaba en la salita, y su ayuda de camara Dewhurst tomaba el acostumbrado te de las once -otra informacion cortesia de Mary-, ?que problemas podria encontrar?
Un momento despues, y sin que se encontrara a nadie en el pasillo, se detuvo ante la habitacion de lord Langston. Aspiro profundamente y luego llamo a la puerta, dispuesta a jurar y perjurar que creia que era la habitacion de su hermana si alguien contestaba a su llamada. Y si alguien lo hacia, rezo para que fuese el ayuda de camara y no lord Langston, pues parecia estar de mal humor durante la cena. Cada vez que habia mirado en su direccion -lo que para irritacion suya, ocurria con mas frecuencia de la que le gustaria reconocer- tenia el ceno fruncido. Al ver que nadie contestaba a su llamada, asio el pomo de la puerta y la abrio lentamente. Despues de otra rapida mirada al pasillo para asegurarse de que no estaba siendo observada, cruzo el umbral y cerro la puerta. Se recosto contra la hoja de roble, esperando unos segundos a que su corazon dejara de latir a un ritmo tan frenetico. Cuando inspiro profundamente, sus sentidos fueron invadidos al instante por el olor de el. El olor a