embargo, varios dias antes de llegar a puerto, mientras estaba estudiando la piedra, oi un ruido extrano. Preocupado, sali corriendo de mi camarote. -Se coloco las manos bajo la cara-. Crei que habia escondido la piedra, pero parece ser que en mi precipitacion no la guarde demasiado bien. Cuando regrese a mi camarote encontre en el a uno de mis colegas, Edward Binsmore. Habia ido hasta alli para preguntarme por el ruido y habia visto la piedra sobre mi escritorio. Como es una persona tan interesada como yo en las lenguas antiguas, pudo traducir. Al momento nos dimos cuenta de las consecuencias que podia acarrear lo que acababa de hacer, pues Edward tenia una esposa que le esperaba en Inglaterra.

Philip miro a su audiencia y se esforzo por mantener un tono de voz tranquilo:

– Estuvimos rezando durante el resto del viaje, y en el momento en que llegamos al muelle de Londres, Edward se fue directo a su casa, a las afueras de la ciudad. Varias horas despues me llego una carta suya. - Sintiendo un nudo en la garganta, extrajo la nota de Edward del bolsillo de su chaqueta y se la paso al duque-. Mary habia muerto. Habia fallecido de manera inesperada. La fecha de su muerte era exactamente dos dias despues de que Edward hubiera traducido la «Piedra de lagrimas».

Mientras el duque echaba un vistazo a la misiva, Philip continuo:

– Como puede ver por la nota, Edward dice que durante los dos dias anteriores a su muerte, Mary habia sufrido una caida en el jardin, seguida por la aparicion de un fuerte dolor de cabeza. La carta me convencio a mi, y a el tambien, de que el maleficio aun no se habia roto. -Introdujo sus dedos entre el cabello-. Entiendo que sea bastante dificil creer en este tipo de cosas. Cosas que no pueden verse o tocarse, cosas que hacen saltar los limites de la credulidad y que son dificiles de aceptar. O bien se las trata como coincidencias. Por supuesto, basandome en mis anos de estudio e investigacion, yo ya no creo en las coincidencias. Y mi creencia en la vigencia de este maleficio esta apoyada (de la manera mas tragica) por Edward, a quien se considera un experto en estas materias. Y lo mismo podria decir un colega norteamericano, Andrew Stanton, que esta sentado entre los invitados a la boda.

– Yo no creo en esa sarta de tonterias -dijo el duque con el rostro enrojecido.

– Bueno, es su eleccion, pero eso no hace que la maldicion sea menos real. La esposa de mi amigo Edward Binsmore murio a causa de este maleficio.

El duque movio la mano en un gesto despectivo, pero un destello de incertidumbre centelleo en sus ojos.

– Sarah me hablo de su caida en la sastreria. Seguramente la muchacha debio de golpearse la cabeza en el incidente por haber hecho caso de este cuento chino. No puedo creer que usted se haya tragado esta historia sin pies ni cabeza.

Philip miro fijamente a lord Hedington, intentando que pudiera ver el fondo de su sinceridad.

– No puedo hacerme responsable de la muerte de su hija. Y estoy convencido de que si nos hubieramos casado ella iba a morir. Usted puede no creer en el maleficio -dijo tranquilo-, pero teniendo en cuenta los datos que le he presentado, ?puede decirme sinceramente que esta dispuesto a poner en peligro la vida de su hija ante la posibilidad de que yo este equivocado?

Lord Hedington apreto los labios mientras lo pensaba, y al final nego con la cabeza.

– Dadas las circunstancias -continuo Philip-, le dije a lady Sarah que la comprenderia perfectamente si decidia echarse atras. De hecho, la anime a que asi lo hiciera.

– ?Y si ella no se hubiera echado atras? -El rostro de lord Hedington palidecio levemente.

– No me habria casado con ella -contesto Philip sin inmutarse-. No hoy. No habria considerado esa posibilidad hasta que hubiera descubierto la manera de romper el maleficio.

– Entonces, ?para que demonios hemos venido hoy aqui? -pregunto el duque.

– No tenia noticias de la decision de lady Sarah. Intente verla ayer, pero seguia estando indispuesta. Si hubiera elegido venir hoy a la iglesia, habria intentado hablar con ella, explicarle de nuevo por que no podemos casarnos, al menos no en este momento. Y la habria animado para que se decidiera a posponer la boda. No podia abandonar sin mas a mi novia en el altar.

– Como hiciste hace tres anos -dijo el padre de Philip con una voz fria.

Philip se giro hacia su padre y sus miradas se cruzaron. El y su padre ya habian discutido ese tema el dia en que Philip llego a Londres, pero la expresion fria en los ojos del conde indicaba claramente que tenia ganas de volver a discutirlo, a pesar de que tuvieran publico.

– Me has decepcionado profundamente, Philip -le dijo su padre en voz baja-. Esta claro que cometi un grave error, cuando estuve de acuerdo en financiar tus estudios sobre antiguedades y tus expediciones al extranjero, al no haber estipulado una fecha de regreso para que te casaras, pero de ninguna de las maneras se me paso por la cabeza que podrias estar aun dando vueltas por el mundo en visperas de tu treinta aniversario. Yo he cumplido mi parte del trato. Para tu deshonor veo que tu te niegas a hacer lo mismo.

– Salvar la vida de una mujer no es un deshonor, padre.

– Tus razones se basan en la supersticion, en coincidencias, en sinsentidos, y la verdad es que todo esto francamente me suena mas bien a excusas irrisorias para no cumplir con tus obligaciones -dijo el conde con un gesto de desaprobacion-. Lamentablemente, no puedo decir que me haya sorprendido este giro en los acontecimientos. Hiciste caer el escandalo sobre tu familia cuando no volviste para la boda que habia preparado para ti hace tres anos.

– Un arreglo que hiciste sin mi previo conocimiento o consentimiento. -Philip tiro del maldito panuelo que le estaba estrangulando como si fuera una soga-. La razon por la que he vuelto ahora a Inglaterra es cumplir mi parte del trato y casarme.

– Porque me estoy muriendo.

– Porque siempre tuve la intencion de hacerlo. Algun dia. Tu salud me hizo comprender que algun dia era ahora.

– Pero lo primero que me dijiste era que no podias cumplir tu parte del trato a causa de no se que piedra estupida.

Philip dejo caer los brazos defraudado. Con el rabillo del ojo observo a lord Hedington y a miss Chilton- Grizedale, que escuchaban su conversacion con mucha atencion y con los ojos como platos. Bueno, al infierno con ellos. No iban a ser precisamente las primeras personas que desaprobaran su conducta.

– Mi honor y mi integridad lo son todo para mi. Si no fuera una persona de honor, me habria quedado callado. Me habria casado con lady Sarah, y tras su prematuro fallecimiento al cabo de dos dias, no habria tenido ningun problema para marcharme de aqui y llevar la vida que me hubiera apetecido, volviendo a Egipto o a Roma o a Grecia, y habiendo cumplido con mi trato de casarme.

Sus palabras se quedaron colgadas en el aire en medio de los presentes, con solo el sonido del reloj de pared rompiendo el prolongado silencio. Al final, miss Chilton-Grizedale carraspeo y dijo:

– Ha mencionado usted la intencion de averiguar si hay una manera de romper el maleficio, senor. ?Cree que es posible conseguirlo?

El se volvio hacia ella. El matiz verdoso habia abandonado su rostro. Ella se quedo observandolo con sus serios ojos de color azul marino, y el aprobo mentalmente esa manera tranquila de manejar la situacion. Por mucho que estuviera apremiada, se veia claramente que no era del tipo de mujeres que se anda por las ramas a la menor provocacion, y su manera de pensar era clara y concisa. Se dio cuenta de la razon por la que su padre la consideraba una buena estratega.

– No se si existe alguna manera de romper el maleficio -admitio Philip-. Aunque a menudo suele ser asi. Pero, por desgracia, la «Piedra de lagrimas» esta rota, asi que si en ella se hablaba del remedio al maleficio, este se ha perdido. Sin embargo, tengo la esperanza de que el otro pedazo de piedra este entre los restos que viajaban conmigo en el barco, o entre las cosas que iban en un segundo barco que partio varios dias despues del mio. Me han informado de que ese barco, el Sea Raven, no ha llegado todavia a puerto (seguramente a causa del mal tiempo o por problemas de mantenimiento), pero espero que llegue un dia de estos. Y aun antes de que llegue, me quedan montones de cajas que desembalar y examinar.

– ?Recuerda usted haber encontrado ese trozo de piedra?

– No recuerdo haber visto un trozo de piedra de ese tipo -contesto Philip meneando la cabeza con decepcion-. Sin embargo, eso no significa que no pueda estar entre los demas hallazgos. No he visto todas las cosas que se embalaron. Es muy posible que lo enviara a Inglaterra en alguno de los barcos anteriores y que me este esperando en el Museo Britanico. Pero este segura de que pondre todo mi empeno en encontrarla. Aunque, entre tanto, debemos enfrentarnos a la situacion que tenemos entre manos.

– O sea, a la ausencia de la novia el dia de su boda -murmuro miss Chilton-Grizedale.

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