– Me temo que no he tenido tiempo para emplear todavia a un ayuda de camara. He estado demasiado preocupado tratando de encontrar el pedazo de piedra desaparecido, pero estoy decidido a hacerlo.

– Si, realmente deberia hacerlo. Tenemos que fijar una nueva fecha para la boda lo antes posible. Digame, ?que opina de lady Sarah?

– Es aceptable -dijo el encogiendose de hombros.

– ?Aceptable? -A duras penas pudo evitar que se le escapara la palabra. Por Dios, por encima de todo lo demas, este hombre era tonto-. Es un diamante puro. Sera una perfecta vizcondesa y anfitriona. Y no solo eso, en terminos economicos, y en cuanto a sus propiedades, la boda es altamente ventajosa.

– Lo dice como si me importasen algo ese tipo de cosas, miss Chilton-Grizedale.

– ?Y no le importan? -pregunto ella mirandole a los ojos.

El la observo como si estuviera pensando que contestar, y al cabo de un momento dijo:

– En realidad, no. No me importan. Los asuntos de la alta sociedad y todos sus adornos no tienen ningun sentido para mi. Nunca les he dado ninguna importancia. Mis propiedades ya son bastante sustanciosas. No necesito tener mas tierras.

Meredith pudo esconder a duras penas un suspiro de incredulidad. ?Un hombre que no esta interesado en aumentar sus posesiones? ?Que no se siente atraido por los adornos de la alta sociedad? O bien pensaba que ella era una persona credula o los anos que habia pasado rebuscando objetos bajo el sol de las arenas del desierto habian afectado gravemente su agudeza mental.

El se ajusto las gafas y Meredith se fijo en sus manos. Grandes, bien formadas, con dedos largos bronceados por el sol. Unas manos que habian acariciado las suyas hacia solo un momento. Parecian unas manos fuertes y capaces, y de tal modo varoniles que la conmovian de una forma extranamente desconocida.

– El honor me obliga a casarme, y debo hacerlo porque mi padre esta muy enfermo -dijo el, con un tono de voz que hacia que ella no pudiera dejar de mirarlo fijamente-. Asi que ya lo ve, por lo que a mi respecta, elija a quien elija, diamante o no, no me importara demasiado. No me siento especialmente preocupado respecto a la novia, siempre y cuando no sea excesivamente desagradable; por lo que en este caso lady Sarah es aceptable.

Meredith no podia hallar falto de logica ese planteamiento, ya que ella misma era una persona eminentemente practica. Aun asi, le molestaba que el pareciera tan poco impresionado por el golpe de suerte que suponia poder casarse con la muy solicitada lady Sarah.

– ?Y que sucedera si no es usted capaz de acabar con ese maleficio, lord Greybourne?

– El fracaso no es una posibilidad que pueda permitirme, miss Chilton-Grizedale.

Ya que preferia no pensar en las desastrosas consecuencias de su posible fracaso, ella dijo:

– ?Cuanto tiempo calcula que necesitara para buscar entre sus cajas?

– Con ayuda, puede que cuatro noches -contesto el despues de pensar un momento.

– Eso nos daria el tiempo necesario para llevar a cabo una planificacion de emergencia -dijo ella mientras los engranajes de su cerebro empezaban a rechinar.

– ?Y que tipo de plan aconsejaria usted, miss Chilton-Grizedale? Creame, estoy abierto a cualquier tipo de sugerencia. Pero no puedo ver ninguna otra salida, ya que los hechos son bastante irrefutables: si no puedo romper el maleficio, no puedo casarme. Y debo casarme. Sin embargo, con este maleficio pendiendo sobre mi cabeza, arriesgaria la vida de cualquier mujer con la que me casara; y eso es algo que no estoy dispuesto a hacer. Y no puedo imaginar que ninguna mujer estuviera dispuesta a hacerlo.

Desgraciadamente, a Meredith le fue dificil imaginarse a alguna mujer que estuviera dispuesta a casarse con el heredero de un condado, pero a riesgo de morir dos dias despues.

– Pero seguramente…

– Digame, miss Chilton-Grizedale, ?estaria usted dispuesta a correr ese riesgo? -Se detuvo junto a ella, y de repente parecio que la habitacion se hubiera encogido considerablemente-. ?Se arriesgaria a perder la vida por convertirse en mi esposa?

Meredith lucho contra el impulso de echarse hacia atras para encontrar algo de alivio al progresivo calor que ascendia por su cuello. Sin embargo, levanto la barbilla y se enfrento directamente a el.

– Por supuesto que no me gustaria morir dos dias despues de mi boda, si es que tengo que creer en ese tipo de maleficios. Algo que, a pesar de sus contundentes argumentos, todavia estoy dispuesta a ver como una serie de desafortunadas coincidencias. Sin embargo, el asunto no merece discusion en este caso, senor, porque no tengo ningun deseo de casarme jamas.

– Eso la coloca en una categoria de mujeres que creo que deben hacerlo todo solas -dijo el denotando la sorpresa a traves de sus gafas.

– Nunca he tenido problemas con la soledad. -Ella ladeo la cabeza y lo observo estudiandolo durante unos segundos, luego pregunte:

– ?Normalmente suele usted colocar a las personas en «categorias»?

– Me temo que si. Lo hago casi sin pensar. Personas, objetos, casi todo. Siempre lo he hecho. Es un rasgo bastante comun entre los cientificos.

– La verdad es que yo suelo hacer lo mismo, aunque no soy cientifico.

– Que interesante. Digame, miss Chilton-Grizedale, ?en que categoria me ha colocado a mi?

– La categoria de «no es como esperaba» -solto de buenas a primeras sin siquiera pensarlo.

En el momento en que aquellas palabras salian de su boca, se sintio inundada de verguenza. Cielos, esperaba que no se le ocurriera preguntar que queria decir con eso, porque no sabria como decirle que habia esperado encontrarse con una version envejecida del mofletudo empollon del retrato, pero que ahora le parecia demasiado… diferente.

Philip la miro con una intensidad que hizo que ella sintiera la necesidad de moverse.

– Esto es muy interesante, miss Chilton-Grizedale, porque esa es precisamente la categoria en la que yo la he colocado a usted.

Unos sentimientos desconocidos para ella la desconcertaron, pero Meredith los echo a un lado y adopto su tono de voz mas arisco.

– Ahora que los dos estamos colocados en categorias, volvamos a nuestro problema presente. -Su cerebro trabajaba deprisa, intentando plantear la situacion de la mejor manera posible-. Hoy es primero de mes, creo que el mejor plan es que aplacemos la boda hasta, digamos, el dia 22. Eso le dara tiempo mas que suficiente para buscar en sus cajas. -«Y me dara a mi el tiempo necesario para pulirlo y convertirlo en un material algo mas casable, para que nadie pueda poner en duda que he negociado una boda brillante», penso-. Esta vez sera una boda privada y con pocos invitados, quiza en el salon de la casa de su padre. -En su mente imagino la colocacion de las flores, y los elogios efusivamente publicados en el Times el dia despues, restableciendo su reputacion-. Solo nos falta convencer a lady Sarah de que esta es la mejor solucion. ?Cree que para entonces habra logrado deshacer ese maleficio usted solo?

– Tengo toda la intencion de hacerlo.

Un ligero destello de esperanza hizo nido en el pecho de Meredith. Si, acaso era posible que se salvara la situacion. Aunque, sin duda, la situacion no era de lo mas halaguena, todavia no se habia convertido en un completo y total desastre. Se agarro a esa idea como a una balsa salvavidas, para no dejarse llevar por la corriente de la desesperacion. Maldita sea, ?todo aquello era tan injusto! ?Habia trabajado tan duro! ?Habia sacrificado tantas cosas para obtener el respeto que tan desesperadamente deseaba conseguir! No podia perderlo ahora… no otra vez. No podria soportar la idea de volver a pasar de nuevo por todo aquello… las mentiras, los enganos, los robos. Cerro por un momento los ojos. No. No podia volver a suceder. El se salvaria del maleficio y todo acabaria bien. Tenia que ser asi.

Alguien llamo a la puerta y lord Greybourne contesto:

– Pase.

Lord Hedington entro en la habitacion con un aspecto que parecia el de un volcan a punto de hacer erupcion.

– ?Ha hablado con los invitados? -pregunto lord Greybourne.

– Si. Les he dicho que lady Sarah estaba enferma, pero los comentarios sobre que usted se ha echado para atras corren ya de boca en boca. No hay duda de que esta detestable historia sera portada del Times.

– Lord Greybourne y yo hemos estado hablando de la mejor manera de salvar esta situacion, su Excelencia -

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