muriera. Se suponia que era ella la que cuidaba de el, pero ahora parecia ser el quien cuidaba de ella, cargando con todos los problemas sobre sus propias espaldas.
Albert se levanto y avanzo por la alfombra hacia ella, y al instante ya le estaba rodeando los hombros con los brazos.
– Nos hemos enfrentado a cosas peores que esta, miss Merrie, y siempre ha salido todo bien. Mire, si hace falta, soy capaz de disfrazarme de novia y casarme yo con el tipo ese. -Le sacudio por los hombros y le guino un ojo, y como sabia que estaba tratando de animarla, Meredith se esforzo por reir.
Lanzando una mirada de reojo a Charlotte, Meredith pregunto:
– Estoy segura de que Albert seria una novia maravillosa, ?no te parece, Charlotte? -Alzo la mano y le pellizco las mejillas a Albert-. Despues de todo, es un chico muy atractivo.
Meredith se dio cuenta de que Albert se ponia tenso ante su comentario, y el rostro de Charlotte se sonrojo. Pero, al cabo de un momento, su querida amiga simplemente se encogio de hombros y dijo:
– Enamorado o no, me parece que en algun momento lord Greybourne se daria cuenta de que algo extrano le pasaba a su novia. ?Cuanto tiempo crees que podria pasarle desapercibido que la barba de su esposa empezara a crecer?
– Hum. Si, eso puede ser un problema -dijo Albert pasandose la mano por su mandibula recien afeitada. Puso cara seria y agarro las manos de Meredith-. No quiero que se preocupe por algo que no se puede cambiar, miss Merrie. Intentaremos encontrar la piedra, y si lo conseguimos, bueno, entonces el tipo ese y lady Sarah se tendran que casar y todo terminara bien. Y si no podemos encontrar la piedra…
– Estare arruinada.
– No. Nunca dejare que eso suceda -dijo Albert con una mirada que se habia vuelto desafiante.
– Ni yo tampoco -anadio Charlotte suavemente-. Ni Hope. -Se levanto y abrazo a Meredith-. Albert tiene razon. Todo va a salir bien. Y si no es asi, nos iremos de Londres. Iremos a alguna otra parte. Empezaremos de nuevo.
Meredith abrazo a sus amigos y les dirigio una forzada sonrisa, aunque ya casi no se sentia con fuerzas. Por el amor de Dios, ?cuantas veces mas podria ir a otro sitio para empezar de nuevo? Estaba tan cansada de ir de aqui para alla.
Por desgracia, sospechaba que eso seria lo que tendrian que hacer. Aunque tal vez, solo tal vez, todo acabaria saliendo bien.
A la manana siguiente, Meredith abrio el
Cualquier esperanza de que el anuncio de una nueva fecha para la boda el dia 22 hubiese acallado los cotilleos se desintegro. Se le cayo el alma a los pies, arrastrando en su caida a un estomago que se le quedo encogido durante el resto de la tumultuosa lectura, mientras ella ojeaba rapidamente el texto, con el temor aumentando a cada parrafo. Tres paginas enteras, sin mencionar toda la columna de la primera pagina, estaban dedicadas a esta historia.
Mientras sus ojos se movian por las palabras, cada una de ellas le parecia estar ardiendo y quemando con su fuego cada una de las estupidas esperanzas que habia estado abrigando de que su reputacion pudiera haber quedado, de alguna manera, intacta. Cada detalle, desde el maleficio hasta la discusion de lord Greybourne con su padre, pasando por la especulacion al respecto de la misteriosa «enfermedad» de lady Sarah, estaba alli, impreso para que todos lo leyeran.
Cielos, por la exactitud con que se narraba la historia, uno pensaria que el periodista habia estado escondido detras de las cortinas mientras lord Greybourne contaba la historia del maleficio. Se detallaba todo el incidente, desde el descubrimiento de la piedra hasta la muerte de la mujer de su amigo, pasando por su promesa de hallar alguna forma de acabar con aquel maleficio. Meredith leyo las lineas finales del articulo con verdadero pavor.
La mirada de Meredith se quedo clavada en la ultima linea, con cada una de aquellas palabras resonando en su cabeza como un toque de difuntos. Apreto los ojos y se rodeo el pecho con los brazos en un inutil esfuerzo por contener el dolor que crecia en ella. Maldita sea, no le podia estar pasando esto a ella.
Unas lagrimas calidas empezaron a correr por sus mejillas, y apreto los dientes para reprimir aquella humedad. Las lagrimas eran signos vanos de debilidad, pero ella no era debil. Ya no. La voz de su madre resono en su memoria: «Deja de correr, Meredith. No puedes escapar de tu pasado».
«Si puedo, mama. Escapare. No me dare por vencida como tu hiciste. He luchado muy duro para conseguir lo que tengo…»
Tenia. Lo que tenia. Porque ahora lo habia perdido todo.
Sintio que su estomago estaba tocando fondo, y se presiono las sienes con los dedos en un vano intento de calmar el ritmico martilleo que sentia en su cabeza. No. No todo se habia perdido. Todavia no. Y, por todos los demonios, no se iba a dar por vencida sin pelear.
– ?Esta usted bien, miss Merrie?
Al oir la voz profunda que le hablaba, los ojos de Meredith se abrieron de repente. Albert estaba de pie, en el umbral de la puerta, con una mirada de preocupacion arqueando sus negras cejas. Al momento se dio cuenta de que llevaba en la mano una bandeja con sobres de papel vitela.
– Estoy bien, Albert, solo un poco cansada -dijo ella forzando una sonrisa.
Albert no le devolvio la sonrisa. De hecho, sus negros ojos centellearon, luego apoyo la mano que tenia libre en la cadera y la miro a los ojos.
– Esa es una de las mentiras mas pobres que he oido nunca, y mire que he oido bastantes -le dijo con su caracteristica franqueza-. Parece palida y asustada como si hubiera visto un fantasma. -Su entrecejo se fruncio profundamente y agacho la cabeza hacia el periodico-. Lo he leido. Y ya me gustaria que me dejaran a solas durante cinco minutos con el tipo que ha escrito eso. Probablemente estuvo espiando.
– Puede ser, pero a estas alturas ya no tiene importancia saber como se entero de la historia del maleficio. - Su mirada se quedo fija en la bandeja-. Creo que los dos sabemos de que se trata. No vale la pena que hagamos ver que son invitaciones para tomar el te.
– Creo que esta usted en lo cierto. Pero no vamos a solucionar nada cerrandoles la puerta. -En ese momento sono el timbre.
– Dejamelas aqui -dijo Meredith.
Albert dejo la bandeja en la mesa y luego salio cojeando hacia el pasillo, con su bota izquierda arrastrandose sobre el suelo. El hecho de que su cojera fuera tan pronunciada aquella manana indicaba que no habia dormido bien la noche anterior o que iba a hacer mal tiempo. Quiza una combinacion de ambas cosas.
Al llegar al umbral de la puerta se dio la vuelta y miro a Meredith con expresion vehemente.
– No se preocupe por nada, miss Merrie. Albert no permitira que nadie le haga dano. -Albert abandono la habitacion y Meredith pudo escuchar como se iba perdiendo el sonido de su bota arrastrandose por el suelo a lo largo del pasillo.
Sus ojos se posaron en los sobres de papel vitela. Aunque no necesitaba leer las notas para saber que contenian, rompio uno a uno los sellos de lacre y leyo el contenido de las notas. Todas decian casi lo mismo. No eran mas que unas cuantas apresuradas lineas garabateadas, redactadas de tal manera que casi podia sentir el