– Eso me temo. Y ese no es precisamente el tipo de conjetura contra la que un hombre pueda defenderse por si mismo. -Echo un poco de azucar en el cafe-. ?Tienes noticias de lady Sarah?

– Aun no. Pero le he enviado una nota diciendole que tengo intenciones de llamarla hoy por la tarde. -Se seco los labios con la servilleta y luego deposito la blanca tela de lino sobre la pulida mesa de cerezo, al lado de su plato-. Y ahora tengo que irme al almacen para seguir desempacando las cajas. -Philip se levanto y se dirigio hacia la puerta.

– ?Como se te ocurre vestirte de ese modo? -le llego la airada voz de su padre.

Philip se detuvo y miro su camisa abierta y sus pantalones anudados con cordones.

– Ropa comoda. Voy a trabajar en el almacen, padre, no voy a un baile.

Dicho esto, salio del comedor con rapidez. Cuando estaba llegando al vestibulo, sono el timbre de la puerta y Bakari fue a abrir. Philip oyo el sonido de una ronca voz femenina que le era familiar. Su voz. La casamentera inquisitorial. Se dio cuenta con cierta irritacion de que sus pasos se hacian mas lentos.

– Voy a ver si lord Greybourne esta disponible-dijo Bakari, sosteniendo una tarjeta de presentacion entre las manos.

– Estoy disponible, Bakari.

Philip rodeo al mayordomo y se topo con la mirada provocativa de miss Chilton-Grizedale. Sus ojos se posaron en ella, y cada uno de los detalles del conjunto centelleaban en su mente. Un largo vestido de muselina de color azul pavo real con chaqueta a juego. Un gorro que enmarcaba su graciosa cara de una forma que hacia pensar en un estambre rodeado de suaves petalos. Las cejas arqueadas y el ceno fruncido. No, eso no sonaba nada bien. Pero, por todos los demonios, aquella muchacha le hacia pensar en flores. ?Acaso seria su perfume? Inhalo y al momento descarto esa idea. No, no olia a flores. Olia como… -se acerco un poco mas a ella e inhalo de nuevo-… como un pastel recien sacado del horno.

No, de pronto se dio cuenta, era su color lo que le recordada las flores. Su cutis era como una suave rosa, sus mejillas estaban coloreadas de melocoton y sus labios tenian un delicado tono rojizo. Eran todos los colores que le recordaban los matices exactos de los jardines que cuidaba su madre en la finca de Ravensly.

– Puede que quiera hacer pasar a la dama, en lugar de quedarse boquiabierto ante ella en la puerta -dijo la seca voz de Bakari en un murmullo detras de el.

Molesto consigo mismo, Philip dio inmediatamente un paso atras. Maldita sea. Intentando aparentar buenos modales consiguio decirle:

– Por favor, miss Chilton-Grizedale, pase.

Ella inclino la cabeza en una reverencia formal y entro en el vestibulo.

– Gracias, lord Greybourne. Disculpeme por presentarme tan pronto, pero creo que es imprescindible que empecemos lo antes posible. Estoy dispuesta para salir en cuanto este listo. -Su mirada se paseo por el atuendo de el con los ojos abiertos como platos.

– ?Salir?, pero si acaba usted de llegar. -Con un aspecto limpio y coqueto y oliendo tan bien que daban ganas de darle un mordisquito.

Maldita sea, ?como se le habia ocurrido esa idea? Seguramente le habia pasado por la cabeza porque sentia debilidad por los pasteles recien hechos. Si, era eso.

– He venido para acompanarle. Para ayudarle a buscar entre las cajas de antiguedades hasta encontrar la otra mitad de la piedra. -Su clara y limpia mirada se dirigia a el interrogativamente-. ?Donde tenemos que ir exactamente?

– Las cajas estan almacenadas en un deposito cerca de los muelles. No puedo pedirle que me acompane a una zona como esa, o que me ayude en ese tipo de tarea, miss Chilton-Grizedale. Se trata de un trabajo tedioso, sucio y cansado.

Ella alzo la barbilla, y de alguna manera parecio que le estaba mirando desde arriba, por encima de su nariz respingona, lo cual era curioso, teniendo en cuenta que el era al menos veinte centimetros mas alto que ella.

– En primer lugar, no hace falta que me lo pida, senor, ya que yo misma le he ofrecido mi ayuda. En segundo lugar, estoy bastante acostumbrada a trabajar y no me canso facilmente. Y en cuanto a los muelles, no hace falta que se preocupe por mi proteccion ya que voy armada. En tercer…

– ?Armada?

– Por supuesto -afirmo ella alzando el bolso-. Cargada de piedras. Una pedrada en la cabeza, puede detener a cualquier gamberro. Se trata de un instrumento muy practico que hace mucho tiempo aprendi a llevar siempre conmigo.

El se quedo mirando el aparentemente inocente bolso con encajes que colgaba del hombro de ella mediante una correa de terciopelo. ?Habria aprendido ese truco hacia mucho tiempo? ?Que tipo de educacion habria tenido la muy formal miss Chilton-Grizedale para haber aprendido a ir armada?

– ?Tiene usted el habito de, eh, lanzar piedras a la cabeza de la gente?

– Casi nunca lo hago -dijo ella alzando la vista y parpadeando con aire travieso-. A menos que, por supuesto, algun caballero cometa el error de intentar disuadirme de que haga algo que estoy decidida a hacer.

– Ya veo. Y en tal caso usted…

– Primero lanzo la piedra y despues pregunto, me temo. -Hizo girar su pequeno bolso en circulos y luego siguio hablando en un tono mas brusco-: Y tercero, el tiempo que pasemos juntos me puede proporcionar la oportunidad de ponerle al dia sobre los modales de la alta sociedad que esta claro que usted ha olvidado. Y al respecto de que esta expedicion pueda estropear mi ropa, no me importa que se ensucie porque, agarrese bien, puede lavarse. Y por ultimo, no me parecera tediosa ninguna tarea que pueda poner fin a este maleficio. ?Ha leido el Times?

– Por desgracia, si. Sin embargo no se me ocurre como han podido conseguir toda esa informacion.

– Ya sabe que son unos peleles. -Al ver su mirada de sorpresa, ella le aclaro-: Los informadores de los periodicos. Se ganan la vida cazando rumores, o mas a menudo informaciones que las personas envueltas preferirian que no llegaran a ser de conocimiento publico.

– ?Y como habran podido conseguir esta informacion?

– Roban o interceptan la correspondencia, escuchan a escondidas, sobornan a los sirvientes; hay muchas maneras enrevesadas de hacerlo. No hay duda de que uno de ellos nos oyo hablando ayer en St. Paul.

– Me parece increible -dijo Philip sacudiendo la cabeza-. Lo lejos que pueden llegar algunas personas… Sencillamente increible.

– No lo es en absoluto. Mas bien es algo muy comun. La verdad es que es bastante divertido que una practica de este tipo le parezca increible. Perdone mi franqueza, senor, pero creo que tiene usted una idea del mundo bastante ingenua, para ser alguien que ha viajado tanto.

– ?Ingenua? -dijo el dejando escapar una risa incredula-. No me hago ilusiones sobre las personas ni sobre sus motivaciones, miss Chilton-Grizedale, y no he tenido que abandonar Inglaterra para formarme esta opinion. Pero mis viajes al extranjero, si han servido de algo, han hecho que renovara mi fe en los amigos. Aunque, en cierto sentido, supongo que tiene usted razon; pero yo me definiria a mi mismo como «poco practico» en lugar de ingenuo. A pesar de haber estado expuesto a muchos tipos de falsedades, durante todos estos anos he dedicado mi tiempo y mi pensamiento a los objetos y las personas del pasado. Me temo que no soy en absoluto un experto en el area del comportamiento humano moderno. De hecho, cuanto mas conozco al respecto mas impresionado me quedo.

– Yo creo que el comportamiento humano es mas o menos el mismo hoy en dia que el de hace cientos o incluso miles de anos -comento ella mirandole con seriedad.

Esta afirmacion le sorprendio, y atrajo su interes y su curiosidad. Pero antes de que pudiera contestar, Bakari le interrumpio:

– ?La senorita se quedara a desayunar? ?O a tomar un te?

Otra ola de irritacion invadio a Philip. ?Que demonios le pasaba? Seguramente, durante el tiempo que habia estado apartado de la educada alta sociedad, habia desarrollado ciertas asperezas, pero por lo que se veia no habia conservado ni una pizca de elegancia social. Y por desgracia, habia algo en miss Chilton-Grizedale que claramente no se ajustaba bien con la vuelta de ninguno de sus buenos modales.

– Disculpeme -dijo-. ?Puedo ofrecerle algo de comer? ?O acaso un te?

– No, gracias -contesto ella echando una nueva ojeada a su atuendo-. ?Cuanto tiempo necesita para estar listo para que salgamos?

?Salir? Ah, si. Las cajas. La piedra. El maleficio. Su vida con lady Sarah.

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