Cuando acabo el trabajo, las piezas en las que habia convertido la mesa se extendian por el patio trasero junto a la silla de cocina. Habia dado buena cuenta de un pack de seis cervezas y habia empezado con el Johnny Walker. Jack nunca habia sido lo que se dice un gran bebedor. Jamas habia creido que beber solucionase nada. Pero esa noche simplemente queria ahogar su dolor.

Con el vaso en la mano, salio del comedor y paso junto a la puerta abierta de su dormitorio. Les echo un vistazo a las sabanas revueltas de la cama y penso que muy probablemente todavia olerian a Daisy. Llego al salon y lleno de nuevo su vaso. Ni siquiera se molesto en encender la luz. Se sento en el sofa de cuero negro. A oscuras. Solo.

La luz de la cocina iluminaba el pasillo y casi alcanzaba la punta de sus botas. Estaba cansado y dolorido debido al partido y a Daisy, pero sabia que no podria dormir. Le habia dicho que la amaba y ella le habia contestado que eso no era suficiente. Queria mas.

Cerro los ojos y todo empezo a darle vueltas. Sintio que su estomago empezaba a manifestarse. Estaba jodido. La habia dejado entrar en su vida. Tendria que haberlo sabido. Tendria que haber supuesto que ella volveria a acabar con el, como si tuviese una gran X marcada en el pecho. Habia abierto los brazos de par en par y ella habia disparado.

«Tienes todo el derecho a estar enfadado. Tienes todo el derecho a estarlo durante el resto de tu vida. -Eso era lo que ella le habia dicho-. Pero creo que todo iria mucho mejor si, de algun modo, fueses capaz de librarte de ello.»

Jack era un hombre acostumbrado a arreglar cosas. A trabajar en algo hasta que alcanzaba un cierto grado de perfeccion. Pero conocia sus limitaciones. Reconocia los imposibles en cuanto los veia.

Y lo que Daisy le habia pedido era imposible para el.

Jack no fue consciente de que se habia dormido hasta que le desperto la voz de Billy.

– ?Que demonios…?

Jack abrio los ojos y la luz le deslumbro. Billy estaba frente a el con el mono de trabajo puesto.

– ?Que…? -empezo a preguntar Jack. Sentia la boca pastosa y le costo tragar saliva-. ?Que estas haciendo aqui?

– Son casi las diez. El taller esta abierto desde hace una hora -le dijo Billy.

Jack estaba tumbado con los pies sobre la mesita del cafe, y habia dormido con las botas puestas. Levanto la cabeza del respaldo del sofa y sintio como si alguien se la hubiera golpeado con un ladrillo.

– Dios.

– ?Estuviste bebiendo?

– Si.

– ?Solo?

Jack se puso en pie y el estomago se le revolvio.

– En su momento me parecio buena idea. -Fue hasta la cocina y saco la botella de zumo de naranja de la nevera. Se la llevo a la boca y bebio sin parar hasta que consiguio aliviar la sequedad de su garganta.

– ?Por que solo hay cinco sillas donde estaba la mesa del comedor? -pregunto Billy.

– Estoy redecorando la casa.

Billy miro a su hermano, y despues volvio a observar las sillas.

– ?Y donde esta la mesa?

– En el patio trasero, junto a la silla que falta.

– ?Por que?

– Me gusta mas asi.

Billy camino hasta la puerta trasera y miro hacia fuera. Lanzo un bufido y dijo:

– ?Problemas con alguna mujer?

Jack rebusco en uno de los armarios y saco un bote de aspirinas. Problemas con alguna mujer sonaba a algo manejable. Como si se tratase de una pequena discusion o algun tipo de desavenencia.

– ?Con Daisy Lee?

– Si. Ha vuelto a mi vida. Lo ha jodido todo bien jodido y ahora se las pira.

– ?Estas seguro de que esta jodido? -le pregunto Billy a su hermano.

– Si. Seguro. -Jack se tomo cuatro aspirinas y le pregunto a Billy-: ?Ha llegado Nathan?

– Si. A su hora.

– Dame unos minutos. Deja que me duche, me afeite y ordene un poco las cosas y ahora mismo voy.

– Tal vez deberias tomarte el dia libre -le sugirio Billy.

– No puedo. Nathan se ira dentro de un par de semanas y quiero pasar todo el tiempo que pueda con el.

Jack necesito tres cuartos de hora para estar lo bastante presentable para aparecer por el taller. Le dolia todo el cuerpo y la cabeza le estallaba.

Nathan le miro y, frunciendo levemente el ceno, le pregunto:

– ?Te encuentras bien?

– Si. -Jack asintio moviendo la cabeza con mucho cuidado y se sento a su escritorio.

– ?Te golpearon muy fuerte ayer en el partido?

– Un poco. -El peor golpe se lo habia llevado despues del partido-. ?Que vas a hacer esta noche?

– Voy a ir a jugar a los bolos con Brandy Jo. -Nathan apoyo todo el peso de su cuerpo en una sola pierna y se coloco el anillo que le adornaba en el interior de la boca-. Tenia pensado besarla. Creo que le gusto, pero no quiero fastidiarlo todo. -Clavo los ojos en los de Jack y le pregunto-: ?Como se sabe cuando hay que besar a una chica?

Jack sonrio y su dolor de cabeza se apaciguo un poco.

– Con mucha practica -le dijo-. Y no te preocupes por hacer exactamente lo correcto. Si a Brandy Jo le gustas de verdad, querra practicar contigo.

Nathan asintio con la cabeza; al parecer lo encontraba de lo mas razonable.

– ?Tu practicaste con mi madre?

Quiso darle una respuesta ingeniosa, pero lo cierto era que tenia el recuerdo del primer beso con Daisy en el porche de su casa grabado en su mente, y le corroia el cerebro como si de acido se tratase.

– No, yo ya era todo un profesional cuando empece a salir con tu madre -dijo Jack.

Nathan se sento y charlaron sobre chicas y sobre lo que a las chicas les gustaba hacer, ademas de maquillarse e ir de tiendas. Le gusto saber que Nathan pensaba en otras cosas mas alla de montarselo con Brandy Jo. Queria comprarle algo bonito y hacer lo necesario para que se encontrara a gusto con el.

Hablaron sobre coches y Jack se sorprendio al comprobar que Nathan ya no estaba obsesionado con el Dodge Daytona. Ahora queria comprarse un Mustang, como el Shelby de Jack. Nathan obtendria el carne de conducir la proxima semana. Jack no tardo ni un segundo en darse cuenta de por donde iban los tiros. Permitiria que Nathan condujese su Shelby. No habia problema…, siempre que el le acompanase en el coche.

Jack se paso el resto del dia sentado en su escritorio, intentando no escuchar el irritante ruido de las maquinas y las herramientas del taller. A eso de las dos el dolor de cabeza se habia desvanecido, pero el que sentia en el interior del pecho seguia ahi, recordandole en todo momento lo que habia estado apunto de conseguir, lo que habia perdido.

Cuando Nathan fue a trabajar el jueves, todo fue a peor. Le dijo que Daisy se iba a Seattle el lunes siguiente. Habian vendido su casa.

Esa noche, despues de conseguir poner orden en el desastre que habia montado en el patio trasero de su casa, Jack no pudo evitar ponerse a pensar en Daisy y en como iba ella a enfocar su vida a partir de ese momento. Ella siempre iba hacia delante, y el, en cambio, seguia anclado en el pasado.

Metio todas las piezas de la mesa de su madre en el cobertizo que habia junto a la casa y tambien dejo alli la silla. Tal vez el tambien tendria que mudarse. Lo habia pensado un par de veces. Habia pensado transformar la casa en una ampliacion de las oficinas del taller. Lo cual dejaria mas espacio en el propio taller.

Jack se sento en el porche trasero y observo el jardin. No podia imaginarse lejos de alli. La casa guardaba demasiados recuerdos para el y para Billy. Alli era precisamente donde Steven y el habian desenterrado aquella caja y tambien donde habian leido el diario de Daisy. Justo en la esquina, bajo el arce. Y alli fue donde volvieron a enterrarla.

Se puso en pie, y sin darse tiempo a pensar en lo que iba a hacer, se dirigio al cobertizo y agarro una pala. La

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