– Pero mi madre no pilla el asunto.

Jack agarro la caja de metal y le paso el brazo por encima de los hombros a Nathan. Salieron juntos de la oficina.

– Y no lo pillara nunca -le dijo al muchacho.

– Claro, porque es una chica.

– No, hijo. Porque no es una Parrish -aclaro Jack. Al menos, no todavia.

– ?Mama! ?Sabes una cosa? -dijo Nathan en cuanto cruzo la puerta de casa-. ?Jack me ha dejado conducir el Shelby! ?Ha sido genial!

Daisy estaba enfrascada en la preparacion del glaseado para un pastel. Iban a celebrar una fiesta para Pippen, que hacia tres dias que no llevaba panales.

– ?Que? ?Quieres matarte? -dijo su madre.

– Ha sido muy prudente -la tranquilizo Jack desde la puerta-. Incluso me recordo que me abrochase el cinturon de seguridad.

Al verle alli con un par de pantalones color caqui y una camisa blanca con las mangas arremangadas, el corazon le dio un vuelco.

Sus miradas se cruzaron y algo calido y vital destello en los ojos de Jack. Al hablar, su voz sono grave y sensual.

– Buenas tardes, Daisy Lee -dijo Jack, y su voz recorrio la distancia que les separaba y le acaricio todo el cuerpo como si se tratase de terciopelo.

Sin duda habia algo diferente en el esa tarde, pero antes de poder responder, Lily aparecio en la cocina con sus muletas.

– Hola, Jack. ?Como va todo? -pregunto Lily.

Se volvio hacia ella y toda la magia que habia habido entre Daisy y Jack en esos pocos segundos se evaporo como lo haria un espejismo.

– Hola, Lily. Que calor, ?verdad? -dijo Jack.

– Y que lo digas. Hace mas calor que en un hotel para recien casados. -Lily se acerco a la encimera y le echo un vistazo al cuenco donde su hermana estaba mezclando los ingredientes-. ?Es para la fiesta de Pippen? -Lily metio el dedo en el cuenco y despues se lo chupo.

– Si, Jackson, tienes que quedarte -insistio Louella, que venia de su dormitorio-. Hemos comprado sombreritos para todo el mundo…

Nathan hizo una mueca para dar a entender sus temores y Jack le miro con total complicidad. Pero dijo:

– Acepto encantado, senora Brooks. Se lo agradezco. -Se acerco a Daisy y le rozo el brazo con la manga de la camisa cuando fue a probar el glaseado del pastel. Despues la miro a los ojos-. Mmm. Esta muy rico, florecita. - Se inclino un poco y le susurro al oido-: No me importaria embadurnarte los muslos con esto.

– ?Jack! -exclamo ella.

El se carcajeo y agarro a Daisy por la mano.

– Si nos perdonais un minuto, necesito hablar con Daisy.

Salio con ella de la mano por la puerta trasera. En cuanto la puerta se cerro a sus espaldas, la atrajo hacia si y la beso. Fue un beso dulce y suave, pero tambien intenso, asi que tuvo que apartarlo.

– Te he echado de menos, Daisy.

– No, Jack. Esto esta siendo muy dificil para mi.

Jack le coloco un dedo sobre los labios.

– Dejame acabar. -Coloco suavemente las manos en el cuello de Daisy y la miro fijamente a los ojos-. Estoy enamorado de ti. Siento que lo he estado toda mi vida. Eres mia, Daisy. Siempre lo has sido. -Le paso el pulgar por el menton-. Durante anos me he aferrado a la amargura y la rabia. Os culpe a Steven y a ti de todo, cuando lo cierto es que yo tambien tuve mi parte de culpa en lo que nos paso. Sigue sin gustarme un pelo no haber estado presente durante la infancia de Nathan, pero no tengo mas remedio que aceptar que las cosas sucedieron asi por algun motivo. No puedo seguir aferrandome a luchar contra eso. Tengo que dejarlo atras. Tal como dijiste.

– ?Crees que podras hacerlo?

– Estoy cansado de sentir rabia hacia ti -dijo Jack con obvia sinceridad-. Estoy cansado de sentir rabia hacia Steven. Cuando eramos ninos adoraba a Steven. Eramos hermanos de sangre. En la carta que me escribio me preguntaba si alguna vez le habia echado de menos. -Respiro hondo, se aclaro la garganta y anadio-: He echado de menos a aquel Steven, el que crecio conmigo, todos los dias. Ahora ya no esta, y no puedo odiar a un hombre que ha muerto. -La miro a los ojos-. ?Recuerdas la noche que viniste a mi casa y te dije que ibas a hacer que lo pasases mal?

Daisy sonrio. Le habia roto el corazon y ahora intentaba repararlo.

– Si.

– Quiero que olvides para siempre lo que dije, porque quiero pasar el resto de mi vida intentando hacerte feliz. -Jack se metio la mano en el bolsillo y saco un anillo de baratija. El dorado se habia saltado y el «diamante» habia perdido el brillo. Jack alargo el brazo y dejo el anillo en la palma de la mano de Daisy-. Te regale este anillo cuando estabamos en sexto. Si me aceptas, Daisy, te comprare uno de verdad.

Daisy abrio la boca de par en par.

– Este es el anillo que meti en la caja…

– Si, la desenterre el otro dia. Tambien tengo tu diario. -Jack le acaricio la garganta con las puntas de los dedos-. Casate conmigo, Daisy Lee.

Ella asintio y dijo:

– Te quiero con todo mi corazon, Jack Parrish. Siempre te he querido, y creo que mi destino es quererte para siempre.

Jack dejo escapar un suspiro, como si hubiese tenido sus dudas. La abrazo con tanta fuerza que la levanto del suelo.

– Gracias -dijo el sonriendo con los labios pegados a los suyos.

La puerta trasera se abrio de golpe y aparecio Nathan.

– Mama, tienes que entrar. La abuela… -Se detuvo al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.

Jack dejo a Daisy en el suelo y ella se volvio hacia su hijo. Jack le paso el brazo por la cintura y la atrajo hacia si. Nathan miro a uno y a otro hasta detenerse en Daisy.

– La abuela, ?que? -pregunto Daisy.

– No deja de parlotear sobre gente que no conozco de nada y que no me importa en absoluto -respondio, distraido por la excitacion que percibio en los rostros de los dos. Miro a Jack-. ?Que esta pasando aqui?

– Le he pedido a tu madre que se case conmigo.

Nathan permanecio inmovil, intentando asimilar lo que acababa de oir.

– Estoy enamorado de tu madre desde segundo curso, cuando la vi en el patio con aquel ridiculo lazo rojo. - Jack le acaricio el vientre a Daisy mientras hablaba-. Deje que se me escapase una vez. No voy a cometer el mismo error dos veces. -La abrazo con mas fuerza-. Quiero que los dos os instaleis aqui, conmigo.

– ?En Lovett? -pregunto Nathan.

– Si. ?Que opinas? -dijo Jack.

Daisy no recordaba que Jack le hubiese preguntado su opinion.

Nathan los observo a los dos mientras calibraba sus opciones.

– ?Podre conducir el Shelby?

Durante unos segundos, Daisy temio que Jack aceptase.

– No -respondio el-, pero podrias conducir la furgoneta de tu madre.

– Eso no mola nada.

– Tal vez podamos arreglarlo de algun modo -lo tranquilizo Jack.

Nathan sonrio y asintio antes de entrar de nuevo en la casa.

– Genial -dijo.

Jack se inclino y le susurro a Daisy al oido:

– ?Podemos librarnos de la fiesta de Pippen?

– No. -Daisy se volvio y tamben le abrazo. Percibio el aroma de su cuerpo y de su camisa-. Pero no tenemos por que quedarnos mucho rato.

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