– ?Quieres que la quite?

– Yo no he dicho eso.

– Entonces, volvamos a las casas. Es que se me ha ocurrido que la solucion perfecta seria construir una nueva. Tu podrias disenarla, y los dos podriamos mojarnos las manos en la construccion. Eso si yo me ocuparia del tejado, porque si vuelvo a verte en un tejado me da un infarto. Me imagino montanas, arboles, intimidad. Puede que incluso un granero. Habitaciones de mas, por si acaso. Y montones de armarios, porque tu eres un desastre.

Ahora si que habia conseguido distraerla, y en mas de un sentido.

– ?Crees que discutiriamos porque yo soy desordenada y tu no?

– No lo creo, pero supongo que discutiriamos por el dinero, porque les pasa a todas las parejas. Pero ya pasamos por una prueba cuando compraste el coche, y tambien por la de la pasta de dientes. En mi opinion, ya hemos pasado algunas de las peores.

Habia dejado de bromear. Tenia la mejilla apoyada sobre la almohada, lo suficientemente cerca para que pudiera ver la honestidad de sus ojos y la sinceridad de su expresion.

– Vivimos en una ciudad pequena, Andy, y no creo que fuera bueno para un hombre de la ley vivir sin mas con una mujer.

– Precisamente porque se trata de una ciudad pequena, la gente acepta con mas facilidad las cosas, y no es que haya malgastado una sola noche en preocuparme por lo que los demas puedan pensar. Pero solo para tu informacion, yo tenia pensado algo mas vinculante que solo vivir juntos. Pero no hoy.

– ?No?

– No -su voz volvio a ser perezosa y baja-. Imposible. No puedo hablar de cosas tan honorables sin que me hayas dado mi dosis de corrupcion. ?Tienes mucho que hacer el martes por la manana? Es que hay un pedazo de tierra en Wolf Creek. No es que haya hablado nada, pero hay algunos lugares preciosos y la tierra no es cara. No tendre libre mas que un par de horas, pero…

Ella seguia aun mareada por su mencion de algo mas serio, y tardo un instante en caer en la cuenta de la invitacion.

– Ay, Andy, no voy a poder.

– No pasa nada.

Vio que por sus ojos pasaba una leve sombra y se apresuro a acariciarle la mejilla.

– Normalmente, mi horario de trabajo es tan flexible que puedo tomarme sin dificultad un par de horas libres, pero es que tengo que ir a Boulder el lunes por la tarde y no volvere hasta el martes por la noche. Y no puedo cambiar la cita porque solo voy a Mytron una vez cada dos o tres semanas, y hay otras personas que organizan su tiempo contando con que voy a ir. De otro modo, no lo dudaria, Andy. Si pudieras tener ese par de horas cualquier otro dia de la semana, seria perfecto.

– ?Estas segura?

– Completamente.

– No estaras asustandote, ?verdad? ?Voy demasiado deprisa?

– Vas demasiado deprisa desde el dia mismo que nos conocimos, Gautier. Pero que a veces seas tan testarudo no me ha impedido enamorarme de ti.

– ?No?

– No.

La sonrisa que le dedico podria haber derretido un iceberg. Estaba pensando pedirle que le hiciera un cafe, pero aquella condenada sonrisa la obligo a besarlo, Y aquel beso los condujo a otro, y a otro.

Andy se mostraba vulnerable solo en contadas ocasiones, y cuando ella le habia dicho que no a ir juntos a ver esos terrenos, se lo habia tomado como un rechazo, y su deseo de tranquilizarlo se habia disparado como una flecha, y a traves de las caricias y de la pasion, intento demostrarle lo que habia llegado a significar para ella.

A veces un hombre, por grande, duro y fuerte que fuese, necesitaba que alguien lo rescatase, y a veces una mujer tambien. Andy la habia rescatado de la pesadilla emocional de la noche anterior, y ahora le tocaba el turno a ella. Y en el fondo de su corazon penso que, si seguian construyendo el pilar de su confianza de aquel modo, podrian superar cualquier problema que les surgiera en el camino.

El lunes a las doce, Maggie se habia vestido con un traje de chaqueta y zapatos de tacon, tenia el maletin en la mano y se estaba colgando del hombro la bolsa de viaje cuando sono el telefono. Era Joanna, y parecia frenetica. Los chicos estaban en el colegio, pero se habia quedado sin electricidad en una parte de la casa.

Maggie iba ya tarde, pero evidentemente su hermana era mas importante que cualquier trabajo, y seguro que el problema no era mas que un fusible fundido. Aparte de llenarse la ropa de polvo en el sotano de Joanna, cambiar el fusible fue pan comido. Calmar a su hermana le costo algo mas.

Llego tarde a Boulder, y su primera reunion en Mytron duro hasta mas de las nueve de aquel mismo dia, asi que cuando llego al hotel, se metio en la cama y se quedo dormida al instante. Al dia siguiente, tendria que levantarse a las cinco, y el ritmo de trabajo iba a ser igualmente frenetico. La ultima reunion termino a las doce, y normalmente habria vuelto directamente a casa, pero aquel dia fue a ver al doctor Llewellyn, que tenia la consulta en el centro de Boulder. Todo estaba abarrotado de gente haciendo las compras de Navidad, asi que el sitio libre que encontro para aparcar quedaba a tres manzanas de la consulta. Tenia cita a las dos, y casi llego tarde, asi que para cuando estuvo ya vestida con una de aquellas mortificantes batas de papel esperando en la sala de reconocimientos, tuvo la sensacion de que eran los dos primeros segundos que tenia libres desde que habia dejado a Andy.

Pero Andy no habia abandonado su pensamiento, y el era la unica razon de que hubiese concertado aquella cita con el medico. Tenia tantas ganas de que le hicieran un reconocimiento como de que Hacienda auditase sus cuentas, pero habia intentado por todos los medios deshacerse de esos ataques de ansiedad y no lo habia conseguido. Incluso habia estado a punto de echar a perder su relacion con Andy porque uno de esos estupidos ataques la habia dominado, y ya estaba bien.

El doctor Llewellyn entro. Era un hombre de cabello blanco y mirada severa, afortunadamente, la clase de medico que a ella le gustaba. No queria que la mimasen y la calmasen, sino que fueran directamente al grano, y aunque odiaba los reconocimientos, no pudo quejarse de que el medico dejase una sola una por reconocer.

El doctor se sento en un taburete gris cuando hubo concluido.

– Estas como un reloj. Yo no me preocuparia por posibles efectos secundarios de esa conmocion. Estas bien.

– Eso ya lo se -dijo con algo de impaciencia-. Lo que me preocupa es que tengo la sensacion de que me estoy volviendo loca.

El medico arqueo las cejas.

– Solo he pasado una hora contigo, asi que no puedo darte una garantia por escrito, pero yo diria que pareces bastante cuerda, Maggie.

– Ya le he contado que tuve un accidente la noche de Accion de Gracias -le explico-. Cuando me desperte en el hospital, no era capaz de recordar lo ocurrido en las veinticuatro horas anteriores, pero el medico de urgencias me dijo que una pequena perdida de memoria o sensacion de desorientacion era normal.

– Cierto.

– Afortunadamente yo no habia sido responsable del accidente. El conductor del otro coche habia bebido, y hay testigos. De eso no cabe duda.

– Bien.

– Pero… -alzo las manos en gesto de impotencia-, es que desde entonces tengo pesadillas y ataques de ansiedad, como si hubiera hecho algo por lo que debiera sentirme culpable. Pero es que no hay nada que yo recuerde, y ese periodo de veinticuatro horas es el unico de mi vida en el que no puedo estar segura de que he hecho.

El doctor Llewellyn estudio su rostro.

– ?Has pensado que puede ser precisamente el estar intentando recordar con tanta insistencia lo que te este causando la ansiedad?

– Si, pero es que, vera… yo soy una persona que tiene mas en comun con la espina que con la rosa, digamos. No recuerdo una sola ocasion en la que haya huido frente a un problema. Quizas otro tipo de persona necesitase bloquear un recuerdo traumatico, pero yo soy…

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