La observaba detenidamente, intentando ocultar sus emociones, y era obvio que estaba ansioso. Eso no podia ocultarlo.
?Acaso creia que iba a volver a rechazarlo? Quiza debiera hacerlo. Pero…
Pero habia sido capaz de poner todo un ejercito en marcha para regalarle un perro.
Y mucho mas que eso. Habia dicho que su pais iria a la ruina si se negaba a casarse con el, que el futuro de su pueblo dependia de ese matrimonio.
Quiza fuera una locura, pero lo creia.
Y si creia en el, ?tenia alguna opcion? ?Que era ella sino una granjera fracasada, una profesora facil de sustituir? No era nada en comparacion con el destino de todo un pais.
?Tan duro seria casarse con el si despues podia volver a casa?
?Podria hacerlo?
Claro que podria, penso de inmediato. La Casa Real de Karedes tenia una enorme fortuna; lo que Andreas le ofrecia era solo una minucia para ellos. Y se lo estaba ofreciendo en serio. No era una promesa clandestina, lo habia hecho delante de Sophia y Nikos. Era una oferta de negocios, ni mas, ni menos.
Entonces…
Lo unico que tenia que hacer era olvidarse de la vergonzosa manera en la que la habian llevado hasta alli y empezar de cero.
Tenia que olvidarse de lo que sentia solo con mirar a Andreas… como si fuera posible que entre ellos hubiera algo mas que una fria proposicion de negocios, como si hubiera el amor que se habian declarado diez anos atras y que no habia muerto.
Debia olvidarse de todo eso. Andreas era principe y ella lo sabia, siempre lo habia sabido. Seguiria buscando el placer alla donde se le antojase. Acababa de salir de un matrimonio tempestuoso, segun le habia contado Sophia, y tenia un armario lleno de ropa femenina en su exotica isla, donde probablemente recibiria a una mujer tras otra.
Era evidente que deseaba volver a casarse tanto como que lo atropellara un camion.
Pero era una proposicion de negocios. Tenia que verlo como tal, solo negocios.
Y en sus brazos… su voto matrimonial.
Un voto muy divertido, penso Holly acariciando al cachorro. Mucho mejor que cualquier diamante.
Deefer hacia que fuera algo personal. Hacia que fuera… casi bonito. Casi como si hubiera deseo.
– Estas diciendo… estas dando a entender que podriamos divorciarnos mas adelante -dijo, tratando de pensar con claridad-. Pero tu divorcio de Christina…
– Eso fue diferente. Christina aprovecho para hablar pestes de mi en un momento en el que sabia que eramos vulnerables. Fue muy inoportuno… un escandalo tras otro, debilitando la imagen de la Casa Real. Las mentiras que dijo sobre mi son uno de los motivos principales de que ahora deba hacer ver que hago lo correcto. Si estas de acuerdo, me gustaria que nuestro matrimonio durara hasta que Sebastian suba al trono. Despues de eso, ya no importa lo que la gente piense de mi. Pero, Holly, necesito que te cases conmigo. Mi pais lo necesita. Tienes que creerme.
– Pero si te creo… no tengo alternativa -consiguio decir, y no sin esfuerzo-. Tendria que casarme contigo.
– ?Hay otra persona? -pregunto el de pronto-. Di por hecho que…
– ?Es que tus investigadores no lo averiguaron?
– Me dijeron que creian que no. ?Es asi?
– Si, claro que es asi -se detuvo antes de decir algo que no debia.
Andreas sonrio.
– Es una bendicion del cielo.
– ?Para quien?quiso saber Holly
– Para mi -respondio el, y tuvo la osadia de sonreir.
– ?Entonces eres libre para casarte con el? -Sophia habia guardado silencio hasta entonces, pero era obvio que estaba impaciente. Cuando se volvieron a mirarla, sonrio, avergonzada-. Es que… Alteza, tengo los sufles en el horno.
– Entonces, por los sufles, Holly… -dijo Andreas y sonrio aun mas.
Y de pronto ella sonrio tambien, tan fascinada como hacia diez anos.
Pero… no podia dejarse llevar por la fantasia. Era un asunto de negocios.
– Entonces sera un matrimonio temporal.
– -Si.
– ?Puedo irme a casa cuando quiera?
– En cuanto pase la tormenta mediatica, si.
– Pagaras todas las deudas de mi padre. ?Y me proporcionaras capital suficiente para poner la granja en marcha?
– Si -dijo Andreas-. ?Algo mas?
– ?Puedo quedarme con el perro? -pregunto, intentando no dejarse distraer.
– Es tuyo. Tendra que estar en cuarentena cuando vuelva a Australia, pero yo correre con los gastos, los incluire en el contrato matrimonial.
– Entonces habra un contrato de verdad.
– Si asi lo quieres, si.
Holly lo miro fijamente. Sophia miro con desesperacion hacia la cocina, parecia tan desesperada que distrajo a Holly.Resultaba muy dificil concentrarse en lo que estaba ocurriendo.
Sufles. Quiza fueran una razon tan buena como cualquier otra para aceptar un matrimonio que le parecia una completa locura.
?Estaba loca? Seguramente, penso. Se sentia como cuando, siendo nina, su padre la habia llevado a una piscina enorme de Perth. Cuando el no miraba, se habia subido al trampolin y se habia quedado mirando desde el borde mientras otros banistas hacian cola.
– ?Vas a tirarte o no? -le habia preguntado un muchacho. Ella habia mirado el agua con horror y se habia lanzado al vacio.
Y eso fue lo que hizo en ese momento tambien. Quiza estuviera loca, pero lo cierto era que creia lo que Andreas le decia y, si lo creia, no le quedaba mas opcion.
– Por los sufles entonces -dijo, haciendo un esfuerzo para parecer tranquila, algo que no estaba en absoluto-. Por ninguna otra razon en el mundo, solo por un cachorro y un sufle. Si, Alteza, me casare contigo.
?Que hizo despues de acceder a casarse con un principe? Comer sufle, por supuesto, una fragil creacion de queso que se derritio en su boca, tan etereo como la noche.
Todo era etereo. Se sentia como si flotara en una extrana burbuja que estallaria en cualquier momento y la catapultaria de nuevo a su solitaria vida, a la realidad de tener que hacer frente ella sola a Munwannay.
Acabaria por suceder, pero entonces tendria el dinero suficiente para hacer funcionar la granja.
Intentaba mantenerse a distancia del hombre que tenia enfrente. Habia aceptado casarse con el, pero no era mas que un trato de negocios; el medio por el que ambos conseguirian algo que deseaban.
Tendria que comprar ganado, penso Holly. Un buen ganado, el que siempre habia sonado tener en la granja. Podria arreglar el jardin y los suelos de la casa. Quiza pudiera incluso poner en marcha el plan que siempre habia querido para la granja:dar alojamiento a huespedes que quisieran experimentar lo que era vivir en una explotacion ganadera del desertico interior australiano.
Asi, ademas, no estaria tan sola.
Aun no habia soltado a Deefer, que parecia encantado en su regazo despues de un largo dia. Mientras, ella degustaba la maravillosa cena que le habia preparado Sophia.
Cada poco rato, Andreas la miraba con aquellos ojos oscuros e insondables.
– ?Es esto lo que quieres? -pregunto el por fin despues de que Sophia los dejara solos, ya con el cafe servido.
– ?Tengo eleccion? -respondio Holly, sorprendida.
– No puedo coaccionarte, ya lo sabes. Pero creo que es un acuerdo justo.
– Lo es -y por supuesto que lo queria. Adam descansaba en Munwannay y ahora ella podria volver alli para siempre…