– No sabes lo que necesitas. Y tampoco yo lo se. Estamos haciendo todo lo que hay que hacer y yo estoy dando todas las garantias que se me ocurren -entonces habia hecho una breve pausa-. ?Que tal esta Deefer?

– Bi… bien, esta muy bien -el cachorro estaba resultando ser un gran apoyo. Si no lo hubiera tenido, se habria vuelto loca, alli sentada sin otra cosa que hacer que pensar en su inminente boda.

– No dejes que se te ponga la nariz mas roja, ?de acuerdo, preciosa? -le habia dicho a continuacion, en un tono mas distendido-. No quedaria bien con las rosas con las que mi madre quiere decorar la capilla.

Despues de eso habia colgado y ella solo habia podido esperar a que pasara el tiempo sin volverse loca.

Por fin habia llegado el dia de la boda. Sophia entro en su habitacion nada mas amanecer, abrio las cortinas y sonrio.

– La novia que tiene un dia de boda soleado es una novia feliz.

– Debeis de tener el pais lleno de novias felices -respondio Holly, que estaba nerviosa y algo grunona-. En este pais siempre hace sol.

– Entonces sonrie -dijo Sophia-. El dia de tu boda.

– No es una verdadera boda, ya lo sabes -respondio, malhumorada-. Solo soy su esposa cautiva.

– Pues con la que no era cautiva… -comenzo a decir el ama de llaves con voz discreta-. Christina…, eso si que fue un desastre. Quiza esta esposa cautiva es con la que deberia haberse casado desde el primero momento - dejo de sonreir y fue junto a la cama-. Creo que mi Andreas encontro a la mujer de su vida hace diez anos, solo que no se dio cuenta.

– Eso es absurdo -susurro Holly, que cada vez estaba mas aterrada-. Sabes que esto solo es un matrimonio de conveniencia y que Andreas no quiere casarse.

– Se que a Andreas lo educaron como se educa a un principe -dijo Sophia y le puso la mano en la mejilla a Holly, a modo de bendicion-. Sabe bien cuales son sus obligaciones. Pero tambien se que tiene un corazon con sus propias necesidades. No dejes que el miedo te haga perder esta oportunidad. Y ahora… a la ducha -le ordeno amablemente-. Te he preparado la ropa que tienes que ponerte para el viaje. Habra fotografos cuando llegues a Aristo; hoy te van a hacer fotos desde todos los angulos posibles -la miro detenidamente-. Aun se te esta pelando la nariz. ?Que novia de la realeza acude a su boda con la nariz pelada? Ay, Holly, Holly, ?que va a hacer Andreas contigo?

– ?Casarse? -sugirio ella con un hilo de voz.

– Por supuesto. Y luego, ?que?

Sophia habia escogido un impresionante traje de chaqueta rojo con unos zapatos de tacon de aguja a juego, pero no lo habia sacado del armario; alli no habia encontrado nada que considerase apropiado para su presentacion en Aristo, y habia hecho que Georgios le llevara aquel traje.

Estaba todo lo guapa que podia estar… sin contar la nariz pelada.

Andreas estaba esperandola. La familia real la esperaba. Todo el maldito pais estaba esperandola.

Asi empezo el dia. En la isla todo fue bien; solo tuvo que despedirse de Sophia y Nikos. El ama de llaves le dijo adios con lagrimas en los ojos.

Holly tambien estaba a punto de llorar, pero no lo hizo hasta que se encontro sentada con Deefer en el helicoptero. Georgios era el piloto, pero no pensaba dirigirle la palabra por nada del mundo.

Abrazo a Deefer mientras veia como la hermosa isla de Andreas se hacia mas y mas pequena. Y enseguida vio otra isla, Aristo, que se hacia mas y mas grande.

– ?Quiere una copa antes de aterrizar? La encontrara en el armario que tiene a su izquierda -le dijo Georgios timidamente.

– Preferiria ahogarme antes que aceptar algo que tu me ofrezcas, bruto secuestrador -respondio Holly con odio.

– Me limitaba a cumplir ordenes.

Bueno, pues ahora mis ordenes son que te acerques a mi lo menos posible.

Me temo que no va a ser posible. Me han nombrado su guardaespaldas.

Dios mio.

Va a tener que acostumbrarse a mi -dijo el piloto-. ?Quiere una copa ahora?

– Me tienta -murmuro ella-. ?Va a venir Andreas a recibirme?

– No lo vera hasta la boda -respondio Georgios, sorprendido-. Da mala suerte ver a la novia. Pero creo que va a acudir toda la familia real, excepto Andreas.

– Ay, Dios -susurro y cambio de idea-. Creo que me voy a tomar esa copa. Pero que sea pequena. Y…

– ?Si, senora?

– Que sea algo fuerte.

Alli estaban. Todos en fila como si fuera el desfile de Navidad, sobre una alfombra roja para que sus reales pies no tuvieran que tocar algo tan ordinario como el asfalto.

Los reconocio a todos por las fotografias que habia visto de ellos. Sebastian, el principe heredero, tan guapo como su hermano, con un aspecto seguro y severo. La reina Tia, elegante y serena,pero con un apice de preocupacion en la mirada.

Y quiza de dolor, se dijo Holly. Estaba sonriendo para las camaras, pero miraba una y otra vez a su hijo mayor. Habia tenido que afrontar la muerte de su esposo y el descubrimiento de que la habia enganado y que habia vendido, o quiza incluso regalado, el diamante que mantenia unido aquel pais. Sin embargo, conseguia mantener una imagen de serenidad ante el publico. Era evidente que tenia mucha experiencia.

Alex, el principe que habia provisto a Andreas de aquel extravagante vestuario, no estaba alli. Se encontraba de luna de miel, segun le habia contado Sophia, algo que habia supuesto un problema anadido para Andreas; habia muchas cosas que hacer ademas de buscar el diamante, y toda la familia real estaba abrumada de trabajo.

Las que si estaban eran las dos hermanas de Andreas. Las ninas mimadas, las habia denominado Sophia. Kitty y Lissa. «No hay cosa que les guste mas que escandalizar a la prensa», le habia dicho el ama de llaves, pero al ver como la observaban ambas, Holly penso que tambien iban a disfrutar mucho juzgandola a ella.

– La esperan -anuncio Georgios.

– Necesito… a Andreas -parecia una nina asustada, pero no podia evitarlo.

– Estara esperandola en la capilla.

Estupendo.

Holly trago saliva y apreto a Deefer contra si. Y salio al encuentro de su futuro.

Entonces las camaras se hicieron con todo el poder. Habia tantos flashes que, cuando Holly pensaba en ese dia, lo unico que recordaba era fogonazos de luz blanca. Hubo un breve respiro cuando la llevaron ante los abogados, un grupo de hombres y mujeres muy serios que la asesoraron y quisieron asegurarse de que entendia perfectamente los terminos del contrato que iba a firmar. Holly lo intento.

La Corona no tendra mas responsabilidades.

Una vez se haya firmado el divorcio y el principe Andreas haya cumplido todas las condiciones del presente contrato, usted no podra reclamarle mas ayuda, ni economica ni de ninguna otra naturaleza.

Eso habia quedado mas que claro. Habia accedido a participar en aquella boda, y luego seguiria adelante con su vida. Eso lo entendia, pero se sentia aturdida, como si la copa que habia bebido la hubiera anestesiado.

Tenia que firmar aquel documento y confiar.

Despues de la firma, alguien se llevo a Deefer.

– Cuidaremos bien de el y se lo devolveremos cuando todo este mas tranquilo, senora. Pero no puede estar con usted durante la boda.

La muchacha lo dijo bromeando, pero Holly penso: «Nadie va a estar conmigo en la boda. Nadie».

Era hora de vestirse. Encaje, chifon, hilo de oro y volantes.

No hubo polison, ni lazos. Holly se sentia como una marioneta a la que movian de un lado a otro. Habia mujeres por todas partes, mujeres que la vestian, le arreglaban las unas, la peinaban y la maquillaban. Para cada una de esas cosas habia varias mujeres. Habria resultado gracioso si no se hubiera sentido tan incomoda.

Era como la esclava de un haren, a la que arreglaban y pintaban para el senor.

Y entonces llego la hora. Las puertas se abrieron y aparecieron dos lacayos de librea que la esperaban para acompanarla a la capilla.

– ?Holly?

Era Tia Karedes, la reina de Aristo. Iba muy elegante con un vestido con brocados en plata que debia de

Вы читаете Tiempo de amarse
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату