dormia.
No era la mujer que el se habia imaginado, y tampoco la mujer que ella habia descrito. Stone se acerco un poco mas para poder leer la pulsera de plastico que le habian colocado. El nombre era el suyo: Cathy.
Confuso por aquella revelacion en una noche ya de por si dificil, acerco una silla a la cama y se sento. Ella tenia los brazos estirados sobre la cama y rozo el dorso de su mano. Tenia una piel suave. Tomo su mano y la apreto. Ella se agarro a el.
Stone sintio una breve sacudida, como si una corriente electrica hubiese saltado del cuerpo de Cathy al suyo, y aquello le hizo fruncir el ceno. No debia ser mas que una reaccion tras todo lo que habia pasado. Estaba cansado, nada mas, pero siguio dandole la mano y acariciandola con el pulgar. Suave y fina, penso, igual que la de su cara. No era la piel de una mujer que acababa de pasar un fin de semana de vacaciones en un lugar soleado. Segun ella, se habia pasado la mayor parte de la primavera viajando a lugares de vacaciones. Le habia hablado de su bikini y del bronceado, pero no habia ni rastro de ello en su piel.
La ropa de la cama ocultaba los detalles de su cuerpo, pero no parecia la clase de mujer que llevase los bikinis y las minifaldas de las que le hablaba.
– Ay, Cathy -suspiro-. De las veces que me he imaginado que llegaria a conocerte, jamas pense que fuera a ser asi -y siguio acariciando su mano-. Me alegro de que estes bien -continuo-. Se que lo has pasado muy mal y que necesitas descansar, pero vas a tener que recuperar pronto la consciencia. Necesitamos saber que estas bien. Bueno, supongo que soy yo quien necesita saberlo. Asi que hazlo por mi, ?vale?
Por un momento le parecio que iba a despertarse, y Stone se quedo paralizado en el sitio sin saber que hacer si se despertaba. Tendria que escabullirse de la habitacion antes de que se diera cuenta de que estaba alli. Pero no abrio los ojos, y si le parecio que mostraba alguna reaccion era porque la estaba observando muy atentamente.
– ?Senor Ward?
– ?Si?
La enfermera estaba en la puerta.
– Puede quedarse un par de minutos mas, pero despues tendre que pedirle que se marche.
El asintio y volvio su atencion a Cathy.
– Quieren que me vaya para que puedas descansar. Volvere manana, y me encantaria que estuvieras despierta para entonces.
Aunque no sabia como podria enfrentarse a la situacion si de verdad lo estaba, pero ya cruzaria ese puente cuando llegase a el.
Solto su mano y se levanto, pero antes de salir abrio el pequeno armario que habia junto a la puerta del bano. Dentro encontro unos vaqueros viejos, una camiseta grande y un bolso, que tenia claramente marcadas las huellas sobre el material barato. Debia estar aferrada a su bolso cuando la rescataron.
Tras asegurarse de que la enfermera habia vuelto al control, lo abrio y saco el monedero de Cathy. Anoto la direccion que figuraba en su permiso de conducir.
– Te vere pronto -le prometio, antes de besarla en la mejilla. Ella no se movio.
Una vez fuera, le dijo a la enfermera que queria que trasladasen a Cathy a una habitacion privada, y que el se haria cargo de pagar la diferencia.
Veinte minutos mas tarde, salia de la autopista con su BMW para entrar en la urbanizacion de North Hollywood. En el mapa que llevaba en el coche, busco el nombre de la calle y tras unas cuantas vueltas, localizo la calle de Cathy.
Aparco delante de una pequena casa. Habia sido construida en los anos cincuenta, al igual que el resto de casas de aquella calle. Habia muchos arboles enormes, pequenos garajes, coches viejos. No es que le pasara nada a la casa… solo que Cathy le habia dicho que vivia en un precioso apartamento del centro.
– Cathy Eldridge, eres un fraude -murmuro en voz baja.
?Por que lo habria hecho? ?Por que mentirle? En realidad, conocia las respuestas. Cathy sabia lo bastante sobre el para suponer que llevaba una vida extravagante. Su empresa, Ward International, era muy conocida, y Cathy debia haber decidido crearse una vida excitante para llamar y mantener su atencion. Debia haberse imaginado que no podia interesarle alguien que viviese una vida normal. Igual que Evelyn.
Evelyn. Cerro los ojos e intento deshacerse de aquel recuerdo. No queria pensar en ella. No en aquel momento, ni aquella noche.
Asi que Cathy habia creado un mundo que existia a medio camino entre la mentira y la verdad. ?Serian reales sus amigos? ?Habria realizado alguno de los viajes? ?Y su perra? Se quedo mirando la casa y movio la cabeza. Si supiera que lo que le atraia de ella no eran los lugares que visitaba o las cosas que hacia, sino el sonido de su voz, de su risa, su ingenio y su evidente inteligencia…
Puso en marcha el coche y volvio a salir a la autopista. Deberia estar enfadado con ella, pero no lo estaba. A pesar de todas aquellas mentiras, Cathy seguia siendo Cathy. Seguia sintiendose unido a ella, y si desapareciera del mundo, la echaria muchisimo de menos.
Stone vio como los primeros rayos del sol se alargaban sobre el suelo de la habitacion del hospital. Se puso de pie y se estiro. Le dolia un poco la espalda. Se habia pasado las dos noches anteriores junto a la cama de Cathy, tomando su mano, hablandole, disfrutando de su compania.
En esas dos noches, habia recuperado la consciencia un par de veces; incluso habia llegado a abrir los ojos y a decir algunas palabras. Entonces el habia tenido mucho cuidado de permanecer en las sombras y esperar hasta que volviera a dormirse.
Miro su reloj. Mary, la enfermera de noche, pronto llegaria a tomarle las constantes y a extraerle sangre. Stone sabia que debia marcharse, porque de hecho, ya iba a volver a casa de dia. Aunque no debia preocuparse, porque quienes circularan a aquellas horas por la carretera estarian demasiado preocupados por llegar a tiempo al trabajo como para reparar en el.
Volvio junto a la cama de Cathy y tomo su mano. En las dos noches que habia pasado con ella, se habia familiarizado con su mano y sus dedos. Conocia cada curva, cada linea, la forma de sus unas, el hueco de la palma de su mano.
– Bueno, chiquilla, voy a tener que marcharme -le dijo-. Pero volvere esta noche. Ya se que estas empezando a hartarte de mi compania, pero no tengo nada planeado, asi que vas a tener que soportarme una vez mas.
Sabia que al final iba a tener que salir de las sombras y hacerle saber que estaba alli. Aquella misma noche, se prometio. En cuanto llegara.
La miro. Tenia los ojos cerrados y su pecho apenas se movia con cada respiracion. Stone respiro profundamente e igualo su ritmo; al hacerlo, percibio el aroma de las flores que llenaban hasta el ultimo rincon de la habitacion. Las habia encargado el primer dia, y como no sabia lo que le gustaba, le habia pedido a la florista que le enviase un poco de todo. Aquel perfume siempre le recordaria a ella.
Se pregunto si algun otro ramo de flores se uniria al suyo. Su jefe le habia enviado una planta, pero nadie mas parecia preocuparse de que Cathy estuviera en el hospital. Ya no le sorprendia.
La curiosidad y la preocupacion habian ganado la partida, y le habia pedido a su gente que la investigaran.
Cathy Eldridge, veintiocho anos, hija unica; su padre las abandono cuando Cathy era aun pequena y su madre, alcoholica, habia muerto cuando ella tenia veintiun anos. Sin familia, sin amigos, incluso sin perro.
A veces pensaba en que deberia estar enfadado con ella por haberle mentido y haberse creido en la necesidad de tener una vida excitante como premisa para mantener su amistad. Pero otras veces pensaba que su existencia solitaria era un reflejo de su propio mundo vacio. Ella tenia muy poco, el demasiado, y los dos estaban solos. Quizas fuese eso precisamente lo que les habia unido.
– ?Senor Ward?
Marie estaba en la puerta.
– El medico de la senorita Eldridge esta pasando visita. ?Querria hablar con el?
– Si, gracias -apreto brevemente la mano de Cathy-. Enseguida vuelvo. No se te ocurra irte sin mi.
Siguio a Mary hasta el control de enfermeras.
– Doctor Tucker, le presento a Stone Ward. Es un amigo de Cathy.
La mirada gris del doctor Tucker le parecio firme mientras estrechaba su mano.
– Tengo entendido que es usted el unico amigo que tiene Cathy. No hemos podido localizar a nadie de su