suave.

– Gracias, mama -susurro.

Porque comer su comida favorita en un restaurante era un lujo muy poco frecuente.

Jesse se sentia un poco culpable por no cocinar en su primera noche en Seattle, pero despues decidio que ya se flagelaria mas tarde. En aquel momento estaba cansada. Habia conducido durante cinco horas desde Spokane a Seattle, y habia trabajado hasta mas de la medianoche el dia anterior, porque queria ganarse todas las propinas que pudiera. El dinero iba a ser escaso mientras estuviera en Seattle.

– De nada -dijo, y se puso de rodillas para estar a su nivel-. Creo que te va a gustar mucho ese sitio. Se llama la Old Spaghetti Factory.

Era un restaurante perfecto y adecuado para los ninos. A nadie le importaria que Gabe se ensuciara comiendo espaguetis y ella podria tomarse una copa de vino y fingir que todo iba perfectamente.

– ?Y voy a conocer a papa manana?

– Seguramente manana no, pero pronto.

Gabe se mordio el labio.

– Yo quiero a papa.

– Ya lo se.

O al menos, la idea de tener un padre. Su hijo era el motivo por el que habia decidido enfrentarse a los fantasmas de su pasado y volver a casa. El nino habia empezado a hacer preguntas sobre su padre un ano antes: ?Por que el no tenia un papa?, ?donde estaba su papa?, ?por que no queria estar con el su papa?

Jesse habia pensado en mentir, en decir que Matt estaba muerto, pero cinco anos atras, cuando se habia marchado de Seattle, se habia prometido que viviria la vida de una manera distinta. Sin mentiras. Sin estropear las cosas. Habia trabajado mucho para madurar, para construirse una vida de la que estaba orgullosa, para criar a su hijo, para ser sincera pasara lo que pasara.

Lo cual significaba que tenia que decirle la verdad a Gabe. Que Matt no sabia nada de el, pero que tal vez era hora de cambiar aquello.

No se permitio pensar en como iba a ser su reencuentro con Matt. No podia. Ademas, no solo tenia que encontrarse con el; tambien estaba Claire, la hermana a la que nunca habia conocido de verdad, y Nicole, su otra hermana, la que probablemente todavia la odiaba. Se encargaria de todo aquello al dia siguiente.

– Bueno, ?estas preparado? -pregunto a Gabe mientras tomaba su bolso. Despues le tendio los brazos a su hijo.

Gabe se lanzo hacia su madre, carinoso, confiado, como si ella nunca fuera a hacerle dano, nunca fuera a fallarle. Porque ella nunca lo haria, fueran cuales fueran las circunstancias. Al menos, eso lo habia entendido bien.

Jesse miro la direccion de la hoja de papel y despues observo el sistema de navegacion portatil que le habia prestado Bill. Coincidian.

– Parece que alguien ha subido de nivel -murmuro al ver la larga calle de entrada que conducia a una casa frente al lago, en la parte mas exclusiva de Kirkland.

Habia una puerta de seguridad en el acceso a la finca, pero estaba abierta, asi que Jesse la atraveso y recorrio el camino hasta la entrada de la casa, donde aparco detras de un BMW descapotable. Al salir de su coche, intento no pensar en lo destartalado que parecia su Subaru de diez anos en comparacion. Sin embargo, su coche era fiable y servia para conducir en la nieve de Spokane.

Tomo el bolso y salio del vehiculo. Se acerco a la puerta de la casa y, antes de llamar, tuvo que tragar saliva y respirar profundamente. Despues, toco el timbre y espero. A los pocos minutos abrio alguien, y Jesse se preparo para ver a Matt de nuevo, pero se encontro frente a una pelirroja alta y esbelta con un camison muy corto y muy sexy, y que no llevaba nada mas, aparentemente.

La mujer tendria unos veinte anos y era mas que guapa. Tenia los ojos verdes, grandes, con unas pestanas increibles. Su piel era blanca, sus pechos senalaban hacia el techo y sus labios formaban un mohin perfecto.

– Maaaatt -llamo quejumbrosamente-. Ya es bastante que me digas una y otra vez que no tengo exclusividad, eso lo acepto. No me gusta, pero lo acepto. Ahora bien, que aparezca otra durante mi cita… Eso no es justo.

– No he venido por ninguna cita -dijo Jesse rapidamente.

La pelirroja fruncio el ceno.

– ?Maatt!

La puerta se abrio mas e, instintivamente, Jesse dio un paso atras. Ni siquiera a un metro de distancia el impacto de verlo de nuevo iba a ser menor.

Era tan alto como recordaba, pero se habia hecho mas corpulento, mas fuerte. Llevaba una camisa de manga corta por encima de unos vaqueros desgastados, abierta por el pecho. Jesse vio sus musculos y el vello oscuro de su pecho.

Despues lo miro a la cara, a los ojos, que eran tan parecidos a los de su hijo. Al verlo, su cuerpo reacciono de tal manera que comprendio que, a pesar del tiempo transcurrido, seguia echandolo de menos. Nunca podria olvidarlo, Gabe siempre se lo recordaria.

Matt habia cambiado. Irradiaba poder y seguridad. Era el tipo de hombre que hacia que una mujer se preguntara quien era y como podia estar con el.

– Jesse.

El dijo su nombre con calma, como si no le hubiera sorprendido verla, como si se hubieran visto la semana anterior.

– Hola, Matt.

La pelirroja se puso las manos en las caderas.

– Vete. ?Arre!

?«Arre»? Jesse sonrio. ?Eso era lo mejor que se le ocurria a aquella chica?

– Esperame en la cocina, Electra -dijo Matt, sin apartar la vista de Jesse-. No voy a tardar.

La pelirroja se marcho de mala gana. Matt espero a que desapareciera para hacerse a un lado.

– Pasa.

Jesse entro en la casa.

Tuvo una breve impresion de espacio, de mucha madera y de vistas increibles del lago y del horizonte de Seattle en la distancia. Despues se volvio hacia Matt y tomo aire.

– Siento haber venido sin avisar. Te he llamado varias veces.

– ?De veras?

– ?No te dieron mis mensajes? -pregunto ella, sabiendo que si se los habian dado.

– ?Que quieres, Jesse? Ha pasado mucho tiempo. ?Para que has venido?

De repente, ella se sintio nerviosa y torpe. Habia miles de cosas que podia decir, pero no le parecia que ninguna tuviera importancia.

Abrio el bolso, saco unas fotografias y se las entrego a Matt.

– Hace cinco anos te dije que estaba embarazada, y que tu eras el padre del nino. No me creiste, aunque te dije que podiamos hacer una prueba de ADN para comprobarlo. Ahora el nino tiene cuatro anos y no deja de preguntar por ti. Quiere conocerte. Espero que haya pasado suficiente tiempo como para que tu tambien quieras.

Queria seguir hablando, explicandose, defendiendose. Sin embargo, apreto los labios y se quedo en silencio.

Matt tomo las fotografias y las miro. Al principio no vio mucho mas que a un nino pequeno. Un nino que se reia y que sonreia a la camara. Las palabras de Jesse no significaban nada para el. ?Un hijo? El sabia que estaba embarazada. ?Su hijo? No era posible. Se habia negado a creerlo antes, y todavia no podia hacerlo. Jesse habia vuelto porque el habia tenido exito y ella queria un pedazo de la tarta. Nada mas.

Casi contra su voluntad, miro las fotografias una segunda vez, y despues una tercera, y se dio cuenta de que el nino le resultaba familiar. Sus ojos tenian algo que…

Entonces vio el parecido. La curva de su barbilla era la misma que el veia en el espejo todas las mananas, al afeitarse. La forma de los ojos. Reconocio partes de si mismo, matices de su propia madre.

– ?Que es esto? -rugio.

?Su hijo? ?Su hijo?

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