– Tu.

Asad miro a su tia con asombro.

– ?Pretendes que cuide de tres ninas huerfanas?

– El palacio tiene cientos de habitaciones. ?Que importa que tres ninas ocupen una de las suites? Ni siquiera tendrias que ocuparte de ellas… simplemente estarian bajo tu proteccion. Y en el peor de los casos, distraerian un poco al rey.

Asad penso que no era mala idea. Su padre estaba obsesionado con casarlo a el y a sus hermanos y la situacion empezaba a ser insoportable, con idas y venidas constantes de jovenes casaderas. Las ninas lo mantendrian ocupado.

El principe sabia que casarse y darle herederos era una de las obligaciones de su cargo, pero se resistia al compromiso; tal vez, porque pensaba que las emociones volvian debiles a los hombres: era lo que su padre le habia dicho cuando la reina murio; Asad le pregunto por que no lloraba el rey y el le explico que mostrar los sentimientos no era propio de hombres. Asad habia seguido el consejo. Y como no queria aceptar un matrimonio de compromiso, no le quedaba mas remedio que enfrentarse al mal humor de un monarca empenado en tener herederos.

– ?Y quien cuidaria de las ninas? -pregunto-. No se pueden criar solas.

– Contrata a una ninera. Contrata a Kayleen -dijo Lina, encogiendose de hombros-. Ya mantiene una buena relacion con ellas. Se quieren mucho.

– Un momento… -intervino Kayleen-. Yo ya tengo un trabajo. Soy profesora del colegio.

Lina la miro.

– ?Es o no es cierto que les diste tu palabra cuando les dijiste que las cosas mejorarian? Pues bien, ?vas a romperla ahora? Ademas, seguirias siendo profesora; aunque solo tendrias tres alumnas. Incluso es posible que te quedara tiempo libre para dar algunas clases aqui.

Asad no queria adoptar a tres ninas de las que no sabia nada. Habia pensado muchas veces en tener una familia, pero como un proyecto de futuro, a largo plazo y con hijos en lugar de hijas. Sin embargo, la propuesta de Lina era admisible. Tahir no se opondria a que un principe se encargara de ellas. Y como habia insinuado su tia, las pequenas mantendrian ocupado a su padre y este dejaria de molestarle con lo del matrimonio.

– La responsabilidad sera exclusivamente tuya -dijo el principe, mirando a Kayleen-. Tendras a tu disposicion todo lo que necesites, pero quiero dejar bien claro que no tengo el menor interes por el dia a dia de las ninas.

– Aun no he dicho que este de acuerdo…

– ?No es usted quien se ha empenado en que permanezcan juntas? -pregunto el principe.

– Es la solucion perfecta -intervino Lina-. Piensalo. Las ninas crecerian en un palacio y se les abriria un mundo nuevo… Dana podria estudiar en la mejor de las universidades. Nadine tendria los profesores de baile mas competentes y la pequena Pepper no estaria condenada a llorar sola todas las noches.

Kayleen se mordio el labio inferior.

– Suena bien -dijo, volviendose hacia Asad-. Pero quiero que me de su palabra de que no se convertiran en criadas ni las casaran con quien sea por motivos politicos.

– Su desconfianza me ofende -le advirtio.

– No lo conozco de nada -se defendio ella.

– Soy el principe Asad de El Deharia. Eso es todo lo que necesita saber.

Lina la miro.

– Asad es un buen hombre, Kayleen.

A Asad no le gusto que su tia se sintiera en la necesidad de defender su caracter y penso que las mujeres no eran mas que una molestia.

– Tienes que dar tu palabra de que seras un buen padre, de que cuidaras de ellas, de que las querras y de que no las casaras con nadie de quien no esten enamoradas -continuo su tia.

– Sere un buen padre -dijo el-. Cuidare de ellas y me encargare de que las crien con todos los privilegios que merecen las hijas de un principe.

Kayleen fruncio el ceno.

– Eso no es lo que he pedido -afirmo.

– Pero es lo que ofrezco.

Kayleen dudo.

– Debe prometer que no las condenara a un matrimonio de conveniencia.

El asintio, molesto.

– Esta bien. Podran elegir a sus maridos.

– E iran a la universidad y no seran criadas.

– Ya he dicho que seran mis hijas, senorita James. Esta poniendo a prueba mi paciencia.

Kayleen lo miro y declaro:

– No le tengo miedo.

– Ya me habia dado cuenta. En cualquier caso, recuerde que usted sera la unica responsable del bienestar de las ninas -dijo antes de girarse hacia su tia-. ?Ya hemos terminado aqui, Lina?

Lina sonrio y sus ojos brillaron de un modo tan misterioso que Asad penso que se traia algo entre manos.

– No estoy segura, sobrino. En cierta forma, creo que este asunto acaba de empezar.

Capitulo 2

Kayleen nunca habria creido que su vida pudiera cambiar tanto y tan deprisa. Por la manana se habia despertado en su diminuta habitacion del colegio, que tenia una ventana igualmente pequena y vistas a un muro de ladrillo; pero ahora, seguia a la princesa Lina al interior de una suite enorme de un palacio que daba al Mar Arabigo.

– Debo de estar sonando. Las habitaciones son preciosas…

Se giro lentamente sobre si misma y contemplo los tres sofas, la mesa del comedor, la elegante decoracion, los balcones que daban a la terraza y el mar al fondo.

Lina sonrio.

– Es un palacio, querida. ?Pensabas que viviamos en cuartuchos?

– No, obviamente no -respondio, mirando a las tres ninas-. Pero es mucho mas bonito de lo que esperaba… solo temo que las ninas puedan romper algun mueble.

– Te aseguro que esos muebles se han llevado mas golpes de los que puedas imaginar. Sobreviviran a esto -declaro-. Pero ahora, sigueme. Tengo una sorpresa maravillosa para ti…

Kayleen dudo de que pudiera ofrecerle una sorpresa mayor que vivir en el Palacio Real de El Deharia, pero deseo equivocarse. Empujo un poco a las ninas para que siguieran adelante y avanzaron por el pasillo.

Lina se detuvo delante de una puerta enorme, que abrio.

– No he tenido tiempo para encargarme de todo, asi que aun no esta terminada. Pero es un principio.

El principio al que Lina se referia era una habitacion del tamano de un aerodromo con techos y balcones altos, tres camas con edredones, varios armarios y mesas, montones de munecos de peluche y batas, camisones y zapatillas. Hasta habian llevado las mochilas que las ninas llevaban al colegio; las habian dejado al pie de sus camas.

– He ordenado que todas tengan un ordenador -explico Lina-. En el comedor hay una television y varias peliculas adecuadas para ellas, pero traeran mas. En su momento, les daremos una habitacion individual a cada una; pero he pensado que por ahora es mejor que sigan juntas.

Kayleen no lo podia creer. La habitacion era perfecta. Luminosa, muy grande y llena de colores.

– ?De verdad? -pregunto Dana-. ?Es para nosotras?

Kayleen se rio.

– Si, y sera mejor que os la quedeis. Porque si no os gusta, me la quedare yo.

La declaracion de Kayleen fue todo lo que las ninas necesitaron para salir corriendo y empezar a examinar

Вы читаете El amor del jeque
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату