Pero al llegar a la puerta, vio a su hermano apoyado en la pared, junto al marco.
– ?Que quieres? -le pregunto al llegar a su al¬tura-. Para que lo sepas, no estoy de humor para escuchar sermones.
– No he venido a echarte ninguno -dijo Doyle, acariciando las orejas de la perrita-. Solo queria ver como estas.
– Sigo viva y respirando. ?Te parece suficiente?
La expresion de los ojos azules de su hermano decia claramente que no. Billie suspiro, abrio la puerta y lo dejo entrar.
– Tienes diez minutos -dijo -. Despues quiero darme un bano.
– ?Te ha hecho mucho dano?
La inesperada pregunta, junto con la preocupacion en el tono de voz, la afecto profundamente. Conteniendo las lagrimas, Billie respondio.
– Estoy bien.
– Nunca se te ha dado bien mentir-dijo el -. Maldita sea, Billie, intente avisarte.
– Estoy bien -repitio ella, tratando de sonar sincera-. Lo hemos pasado bien juntos, y ahora ha terminado.
– Dime que no te ha destrozado el corazon.
Billie resto importancia a sus palabras con un ademan.
– Apenas lo conocia. Han sido solo unos dias. ?Estoy contenta de que haya otro mujer? No. Pero no estoy destrozada. Lo superare y continuare con mi vida, puedes estar seguro.
A Billie le gusto la seguridad en su voz, aunque en su interior sabia que no estaba diciendo la verdad.
– Es un cerdo -dijo Doyle-. No sabes las ganas que tengo de darle una paliza.
– La culpa no es solo de Jefri. El tampoco sabia nada de Tahira -dijo ella.
– El le pidio a su padre que le buscara una esposa.
– Si, pero tambien le pidio que lo cancelara todo -dijo ella.
– Pero a fin de cuentas, la peor parada eres tu -insistio Doyle, acercandose a ella y sujetandola por los hombros -, y quiero que pague por ello.
Billie entendia la reaccion de su hermano, pero no la compartia.
– Quiero que te mantengas al margen de esto – le dijo, muy seria-. Es mi vida.
Y lo que queria era estar con Jefri. Queria que el sueno se convirtiera en realidad, el sueno de un principe que la adoraba tanto como ella a el. Pero el sueno apenas habia durado veinticuatro horas y ahora tenia que volver a la realidad.
Se echo hacia atras y cuadro los hombros.
– Estoy bien -le aseguro con firmeza-. Un poco desorientada por lo ocurrido, porque volver y encontrarme con su prometida no ha sido un plato de buen gusto, pero supongo que es la desventaja de salir con un principe. Lo he pasado bien con el y no me arrepiento de nada. Me niego a pedir perdon por ello.
– Por eso todos queriamos protegerte.
– Es mi vida, Doyle. No podeis protegerme siempre. Y ya que hablamos de eso, te dire que al menos yo me he arriesgado. ?Cuando fue la ultima vez que tuviste relaciones con una mujer que no fuera un cuerpo sin mucho cerebro?
– No sabes de que estas hablando.
– ?Quieres apostarte algo?
Doyle la miro furioso, pero Billie se dio cuenta de que habia tocado una fibra sensible. Tras unos segundos, Doyle parpadeo y se dirigio hacia la puerta.
– Avisame si decides que se merece una buena paliza -refunfuno.
– Lo hare, y te agradezco que te preocupes por mi. Pero no tienes que hacerlo.
– Eres mi hermana.
Billie sonrio.
– Yo tambien te quiero.
– En esta fase aprenderemos a trabajar en equipo. Aunque no podemos predecir lo que hara nuestro enemigo, si tenemos que saber lo que haran los demas pilotos de nuestro equipo. Es necesario desarrollar un sexto sentido para prever las reacciones y estrategias de nuestros companeros.
Billie se detuvo delante de sus alumnos en el hangar principal. Llevaba hablando casi una hora, y al verla nadie notaria nada raro. Excepto Jefri. En todo el tiempo que llevaba alli sentado, Billie no lo habia mirado ni una sola vez.
– Estrellarse en un simulador es mas facil que en el aire -anadio, con una sonrisa.
Los pilotos se echaron a reir, pero Jefri podia sentir su dolor, al igual que el suyo propio. Habia intentado hablar con ella sin exito, aunque no tenia mucho que decir. El problema de Tahira aun estaba por resolver.
– Bien -continua Billie-. Pongamos en practica la teoria en los simuladores.
Los pilotos se levantaron y la siguieron hasta los simuladores, donde los pilotos trabajaron individualmente contra el programa informatico hasta que solo quedo Jefri.
Este se dirigio hacia el simulador. Billie preparo los controles, y se hizo a un lado para dejarlo entrar. Antes de sentarse, Jefri la miro.
– ?Cuanto tiempo piensas seguir evitandome? -pregunto en voz baja, a pesar de que eran las dos unicas personas en la sala.
– Indefinidamente-respondio ella, y continuo con la explicacion, ignorando todo tipo de referencia personal-. El programa es sencillo, no hagas tonterias. Pulsa el boton de empezar cuando estes listo.
Jefri se acomodo en el asiento y se concentro en los mandos. Despues de familiarizarse con el simulador, tomo los controles y pulso para iniciar el programa.
Inmediatamente se encontro en medio de un ataque. Habia otros tres aviones de su equipo con el, y uno del enemigo. Uno de los aviones de su equipo senalo que habia sido derribado. Instintivamente, Jefri giro a la izquierda, pero en el mismo segundo en que noto la sensacion de movimiento se dio cuenta de que habia cometido un error mortal. No estaba solo en el cielo y…
El parabrisas se hizo anicos y los controles se estremecieron en una pobre imitacion de una explosion.
Billie salto de la silla y corrio hacia el simulador.
– ?A que demonios estas jugando? -le pregunto enfurecida-. ?Como has podido volar tan mal? Solo has durado diez segundos.
Jefri sabia que tenia razon. Pero no podia concentrarse en el ejercicio.
– Es un equipo muy valioso, igual que mi tiempo. Si no estas dispuesto a tomartelo en serio, sal de ahi y deja sitio a los demas pilotos.
Billie echaba chispas por los ojos y respiraba aceleradamente. Incluso furiosa, estaba preciosa y llena de pasion. El deseo se apodero de el. No solo de tenerla en su cama, sino tambien de hablar con ella y acariciarla.
– Lo siento -dijo el.
No se referia solo al ejercicio. Billie apreto los labios.
– No importa.
– Si que importa -dijo el, y fue a tomarle la mano.
Billie se echo hacia atras.
– No me toques. Estas prometido.
– No oficialmente.
– Para mi es bastante oficial. Ademas, es chocante que desees a alguien como Tahira y a alguien como a mi. Somos totalmente diferentes.
– ?Quien ha dicho que deseo a Tahira?
Billie cruzo las manos a la espalda.
– Pediste alguien como ella.
– Me equivoque.
Un destello de esperanza brillo en los ojos femeninos. Aunque solo por una decima de segundo.
– Vas a tener que vivir con ese error -dijo ella-. Es una cuestion de honor.